Buenaventura, un escenario para el diálogo social

En las luchas democráticas, no todas las protestas sociales, por justas que sean, son oportunas, y al final lo que puede pasar es que lleguen a producir efectos contrarios a los propósitos reivindicativos iniciales de sus promotores. En mi opinión, eso es lo que hemos venido observando desde hace varios días con los bloqueos que algunas personas y comunidades rurales desarrollaron en zonas de la vía Cali-Loboguerrero o Buga-Loboguerrero-Buenaventura, durante este mes de octubre.

Tristemente, tenemos que decir que la situación social y económica, tanto de Buenaventura como de algunas poblaciones del Pacífico colombiano, ha empeorado. Cada día que pasa, el puerto marítimo situado en Buenaventura, y que es el más importante sobre el Pacífico colombiano, viene ganando imagen, entre un grupo importante de empresarios exportadores, no solo del Valle del Cauca sino también de otras regiones de Colombia, de puerto que frecuentemente interrumpe la prestación de su servicio.

Una pregunta que tenemos que hacernos en la vida real es: ¿qué ha pasado con dichas protestas sociales, mucho más cuando ya han transcurrido varios días de su realización y de los acuerdos que permitieron poner fin a las mismas? El cumplimiento de estos acuerdos es fundamental para garantizar el normal funcionamiento del puerto.

Sin negar que se pueden estar presentando algunas posiciones radicales en las protestas sociales, que dificulten la búsqueda de soluciones concertadas, la verdad es que, como ciudadano de Cali, poco he visto la voluntad real del Estado en su conjunto y de algunos empresarios de la región en la exploración de soluciones reales a dichas protestas, olvidándose con ello de que Buenaventura y su gente también son Colombia.

En desarrollo de ese propósito, sería importante que la Gobernación del Departamento del Valle del Cauca nos informara públicamente sobre los acuerdos logrados y pensara en la conformación voluntaria de un grupo de garantes de la región, a fin de estimular y mantener la creación de espacios de diálogo y confianza, con el objetivo de conseguir en el futuro que los acuerdos que permitieron poner fin a las protestas se cumplan y eviten el surgimiento de nuevas y más complejas manifestaciones sociales.

Por mi propia experiencia en los asuntos de Estado y en la solución de diversos conflictos sociales urbanos y rurales, creo que en el futuro, frente a situaciones como la presentada, tanto el gobierno municipal de Buenaventura como el gobierno departamental del Valle del Cauca deberán tomar la iniciativa ante el gobierno nacional y los diversos sectores empresariales del Valle del Cauca y otras partes del país, bajo la premisa de que todos los conflictos sociales tienen solución y de que el Estado debe ser ejemplo en la búsqueda de soluciones dialogadas y concertadas.

Con todo respeto, manifiesto a nuestros gobernantes nacionales, departamentales y municipales, como también a nuestros empresarios nacionales y regionales, que lo importante en la democracia es tener la voluntad de sumar esfuerzos humanos y materiales conjuntos en favor de la movilidad en todas las regiones de Colombia, así como contribuir al desarrollo económico y social de todas las zonas del país.

Reconozco que lograrlo no es tarea fácil, por tanta polarización y desconfianza política y social existente, pero ‘unidos en la diferencia’ tenemos que atrevernos a dar el primer paso y, de esa manera, contribuir a la materialización de una cultura democrática, donde, a partir de pequeños logros, vayamos construyendo otros más grandes.

Las protestas sociales, en democracia, deben ser resueltas a través del diálogo entre los gobiernos nacional, departamental y municipales, e incluso con la participación de los gremios empresariales de los sectores exportadores y transportadores, junto con los diversos sectores de la población afectada.