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Compartir en casa

Que compartir la casa consista, paradójicamente, en no tener que participar obligatoriamente en algo

7 de abril de 2021 Por: Benjamin Barney Caldas

No son pocas las parejas que siguiendo, sin saberlo, el ejemplo de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir comparten dos casas, o incluso las tienen en ciudades separadas pero se visitan periódicamente; también los hay que por su trabajo, uno o la otra viajan con frecuencia y la casa ‘pertenece’ al que se queda, o comparten una principal y otra de fin de semana y en cada una, una u otro es su amor. Igualmente una casa se puede compartir destinando ciertas áreas para cada uno como sitios de estudio o trabajo o incluso cuartos para dormir, o en último caso camas separadas, pero con vestidores y baños separados o al menos medios baños compartiendo la ducha, ojalá con tina.

En las casas de las haciendas del valle alto del río Cauca, como en las urbanas de sus pocas ciudades, se compartía toda la casa, conformada por pocos espacios diferenciados en sus dos alas en ángulo recto: tres salas al frente, dos usadas como dormitorios y otra como sala, y otras dos o más en la otra ala, con la cocina, si es que no estaba separada, y las habitaciones de las empleadas ‘de adentro’ y al final de los corredores, cuartos pequeños usados como ‘silleros’ para los aperos de los caballos o como oratorios o eventualmente como habitación individual. Afuera había una letrina y un baño de inmersión y en las de dos pisos los dueños ocupaban el ‘alto’ y la servidumbre y demás el primero.

En Cali el Spanish norteamericano de la costa oeste y la Florida, que se conocería aquí como Español Californiano y coincidiría con el Neocolonial impulsado desde la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, conservó el blanco de la cal, e incluso su uso, y las cubiertas de teja de barro, algunos pocos corredores, y se introdujeron nuevos espacios en las casas como un ‘hall’ de entrada, el ‘office’ al lado de la cocina, la que ya está adentro junto con el lavadero, y un par de baños con lavamanos, inodoro y ducha cada uno, los ‘walking closets’ en las habitaciones, aunque muy pequeños, el ‘living room’, algún otro ‘estadero’, un ‘escritorio’ y un garaje, que viene de ‘garage’.

Pero luego del final de la II Guerra Mundial en muchas partes se generalizó el apartamento norteamericano: a set of rooms for living in, including a kitchen, usually on one floor of a building, los que se apilan idénticos uno encima del otro como cajas de zapatos en altos edificios, y peor cuando no hay ciudad abajo y sólo estacionamientos de carros, los que llevan a sus habitantes por vías congestionadas a encontrarla, pero ya separada, en oficinas, supermercados, centros comerciales, escuelas, colegios y universidades, siguiendo esa equivocación del urbanismo moderno que fue la simple zonificación por usos del suelo y no su animada pero prudente combinación, desde luego.

Ahora lo más indicado es al menos compartir el cuarto principal y no apenas la cama, para lo cual debe contar con un espacio adyacente que uno pueda utilizar para leer, ver TV, estudiar o trabajar o mirar afuera ojalá pasando a un balcón, y un baño con dos lavamanos suficientemente separados y el inodoro y la ducha en cubículos distintos. Que compartir la casa consista, paradójicamente, en no tener que participar obligatoriamente en algo, garantizando la condición particular de cada uno de sus usuarios y su necesidad de aislamiento, los que juntos conforman la familia que la habita, en la que solo comparten alegremente y a ciertas horas ciertos espacios como la sala, el comedor y la cocina.
Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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