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Abajo vallas

No sólo son un peligro para los carros de ‘gama alta’ como la que tumbó el viento el miércoles 29 de enero (dos más estuvieron a punto de caer) sino para todos los demás.

6 de febrero de 2020 Por: Benjamin Barney Caldas

No sólo son un peligro para los carros de ‘gama alta’ como la que tumbó el viento el miércoles 29 de enero (dos más estuvieron a punto de caer) sino para todos los demás y los buses, taxis, motos y bicicletas pues se encuentran a lo largo de las principales vías de la ciudad, y por supuesto para los peatones; igualmente lo son para las construcciones y no apenas por los daños que puedan ocasionar sino también por las vistas que interfieren y su molesta iluminación por las noches y no apenas para los que les toca vivir cerca de ellas. Pero lo peor es que contribuyen a la fealdad de la ciudad como si no bastara con ser Cali campeona mundial de las culatas más feas, ¿afortunadamente las tapan las vallas?

Ya desde las primeras ediciones de esta columna, cuyo título ¿Ciudad? se confirma día a día, se hablaba de las “inútiles vallas y vallas y vallas de propaganda que se tapan entre sí y entre todas ocultan el paisaje” (13/07/1998). Eran (y son) “vallas y vallas y vallas de tramposas propagandas que no dejan ver el cielo ni los atardeceres ni los cerros” (24/08/1998), y que 22 años después ya no están apenas en las carreteras sino abusivamente en las principales vías de la ciudad, pese a que siguen siendo inútiles ya que en ellas mucho es sólo publicidad engañosa que cada vez engaña a menos personas pues ni siquiera se pueden leer pues se tapan entre sí, en especial las que son de ‘contenido político’ cada cuatro años sin falta.

“Afortunadamente la Secretaría de Ordenamiento Urbanístico logró que se prohibieran las vallas, al menos en el centro tradicional” (30/12/98), pero al parecer solo las trastearon. “Vallas y propagandas en el espacio aéreo de calles y avenidas. Es la burda privatización del cielo, el paisaje y las vistas de la ciudad; es la negación del derecho de los ciudadanos a lo bello”. (10/03/1999). “Aprovechan que todavía muchos a pesar de no tener con qué comprar lo que en ellas se anuncia aman las vallas, igual que adoran los puentes vehiculares aunque no tengan carro” (19/10/2000), y sobre todo los propietarios de los de ‘gama alta’ o que lo parezcan, que creen que las calles son sólo para los automóviles como si ellos no caminaran también.

“Es sorprendente, pero jamás se diseñó nada en Cali pensando en la vista al cerro de las Tres cruces, y a nadie le importa que lo tapen edificios y vallas de publicidad” (22/03/2001). “La mayoría de las vallas de publicidad no pasan de ser promesas vacías y verdades a medias; todo un exceso de propaganda y otras formas institucionalizadas de las mentiras a las que estamos tan acostumbrados que, como lo advierte Konrad Lorenz, hemos desarrollado una peligrosa tolerancia hacia sus nocivos efectos” (29/03/2001). “Es imperativo persuadir a los ciudadanos de no hipotecar la calidad de sus vidas a una sociedad de consumo que vende sus falsas ilusiones por una televisión que además idiotiza y unas vallas que engañan” (07/06/2001).

Y hace tres años se informaba “un revolcón en materia de publicidad exterior que vivirá Cali en los próximos seis meses” según el proyecto de acuerdo que aprobó el Concejo, y que el registro de nuevas vallas sería congelado por 10 años, y las existentes no podrían estar a menos de 160 metros de distancia, una y otra, ni afectar zonas verdes o edificios patrimoniales, y que tendrían seis meses para hacer los cambios pertinentes” (El País, 19/12/ 2017). Pero por lo visto será el aumento de la frecuencia e intensidad de los vientos por el cambio climático, lo que tumbará las 392 vallas que quedan, 80 ilegales, y 15 que el municipio no puede retirar porque, típico colombianismo legal, “están en propiedad privada”. (El País, 30/01/2020).

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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