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La gestión distrital y el Saladito

La dificultad del Alcalde para materializar soluciones y hacer realidad la reconstrucción de Cali tiene antecedentes en el manejo que dio a las mega obras durante su primer mandato. Varios emprendimientos quedaron a mitad del camino o no arrancaron, a pesar de que infinidad de habitantes hicieron los aportes correspondientes.

24 de octubre de 2021 Por: Antonio de Roux

Nadie puede desconocer que el alcalde Ospina es un personaje imaginativo y con gran capacidad verbal. Sus razones pueden ser discutibles pero las impone a punta de palabras fastuosas. Sin embargo, una cosa es imaginar y proponer pero otra distinta hacer realidad las promesas cumpliendo de paso las especificaciones, plazos, y presupuestos.

Esa dificultad para hacer, para dar resultados, gravita en el lentísimo avance de la reconstrucción caleña. Es fácil tener un discurso condescendiente con quienes destruyeron la ciudad; ser laxo con quienes vandalizan al MÍO; tomar distancia frente a la deplorable calidad de vida que hoy tienen los caleños por ausencia de transporte colectivo y semaforización; meter carreta sobre la inseguridad, muertes violentas y atracos que pululan. Pero es mucho más difícil dar las soluciones que los acontecimientos exigen.

El Alcalde pareciera seguir la cartilla de su amigo Petro: bueno para comunicar, malo para realizar, tal y como lo demostró en Bogotá. Por eso será que en Cali las metas del plan de desarrollo están atrasadas al igual que la ejecución del presupuesto, y hasta los programas sociales urgentes muestran rezagos. Por eso será que algunos funcionarios engavetan los proyectos de desarrollo impulsados desde el sector productivo. En esta parte gravitaría aquel sesgo ideológico según el cual los empresarios que producen y la fuerza pública que nos cuida son innecesarios, o acaso dañinos.

La dificultad del Alcalde para materializar soluciones y hacer realidad la reconstrucción de Cali tiene antecedentes en el manejo que dio a las mega obras durante su primer mandato. Varios emprendimientos quedaron a mitad del camino o no arrancaron, a pesar de que infinidad de habitantes hicieron los aportes correspondientes.

Entre las varias obras sin ejecución se cuenta la doble calzada al saladito, la cual podría extenderse hasta el kilómetro diez y ocho. El tema es importante porque la ciudad registra un déficit de oportunidades de esparcimiento para sus habitantes, quienes tienen el derecho de acceder a los ríos y montañas que nos circundan.

Por lo anterior es positivo que el Distrito proponga mejorar el parque aledaño al Pance y quiera retomar la iniciativa vial antes aludida. Lo indispensable es que estos procesos se adelanten con transparencia y los contratos queden en manos de firmas excelentes, escogidas sin amiguismos.

La carretera nueva al Saladito no busca mayores privilegios para quienes tienen una parcela de descanso en aquellos parajes; se orienta a garantizar que los caleños puedan llegar a los miradores, restaurantes y estaderos de la zona. Este fortalecimiento de las actividades lúdicas y turísticas generaría numerosos empleos, abriendo horizontes a los pequeños agricultores y comerciantes afincados en las laderas de Cali, Dágua, La Cumbre y Buenaventura.

Los beneficios señalados indican que el proyecto debe ser financiado con recursos conjuntos del distrito, la gobernación y la Nación. Dicen que la gobernadora y el alcalde no se entienden, pero el Director de Planeación Distrital quien tiene lazos cercanos con el departamento y el diligente Secretario de Turismo del Valle, podrían sumar esfuerzos y jugar un papel determinante para concretar la ejecución de esta obra. Es su oportunidad de pasar a la historia.
Sigue en Twitter @antoderoux