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¿Cese unilateral?

Pues claro que quiero la paz de Colombia, apoyo la solución negociada...

13 de julio de 2015 Por: Antonio de Roux

Pues claro que quiero la paz de Colombia, apoyo la solución negociada y deseo una rápida reducción de la intensidad del conflicto. Pero el llamado “cese unilateral al fuego” de nuevo anunciado por las Farc, es un engaño, un ardid, que solo beneficia a esa organización. En consecuencia deberíamos rechazarlo tajantemente, sin contemplación alguna. Lo siento por quienes andan celebrando esa propuesta envenenada como si fuese avance hacia la humanización y el final del conflicto. La tregua unilateral es una patraña y un gana gana para las Farc. Si ellos la respetan quedarán como pacifistas, obteniendo puntos en el campo político. Si la rompen mejorarán la imagen militar, fortaleciéndose en la negociación. Si el gobierno rechaza el planteamiento será acusado de guerrerista. Además, al posar como padres de treguas y apaciguamientos, dejan la idea de que solo ellos poseen el poder para definir la suerte de los habitantes y el destino colectivo.Pobre país el que carece de memoria, o el que acepta la manipulación de sus recuerdos. Pobre Estado el que ni siquiera tiene instinto de perro para evitar que lo capen dos veces. Las mismas Farc ya se encargaron de demostrarnos que la tregua unilateral no sirve. Es apenas un instrumento a su servicio; una estratagema a favor de sus intereses, que crea oportunidades de bajo riesgo y alto impacto en lo militar; un medio de favorecer resultados para consolidar su posición al negociar. La lógica del asunto es así: la subversión declara que no atacará y el Estado se traga el cuento, baja la guardia y la intensidad de las acciones. Viene el golpe demoledor y sorpresivo, la emboscada artera a las fuerzas que lo representan. Ante los reclamos por su falta de palabra la guerrilla responde con evasivas y cinismo. -Y eso qué importa, dirán sus comandantes, si los réditos militares y políticos, la alucinación sobre un poder de fuego que no se tiene, ya quedó sembrada en la mente de la población.A lo anterior se suma un aspecto peor. Aunque los altos mandos de las Farc, su secretariado y sus negociadores así lo quieran, ellos no están en condiciones de garantizar la eficacia de un cese unilateral carente de verificación y de concentración de los combatientes. Dependen en últimas de las interpretaciones, percepciones y sentimientos de aquellos efectivos que están en el terreno. Por supuesto también de sus intereses, en muchos casos vinculados a los tráficos ilícitos. A estas horas hay que dejar las dilaciones y la palabrería. Los colombianos estamos mamados con el carameleo de la guerrilla, queremos negociación pero con resultados tangibles, justicia transicional y reparación en un plazo cierto. Por eso son tan relevantes las palabras pronunciadas por el Presidente el pasado viernes en Medellín cuando advertía que lo necesario es un cese bilateral y definitivo, y daba crédito a la propuesta del senador Uribe sobre concentración de los subversivos en sitios específicos.Por encima de otras consideraciones hay que secundar a Santos en ese planteamiento. Es el momento de que el gobierno junto a las iglesias, los empresarios, la academia, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general, impulsen una gran movilización en apoyo de la única vía aceptable: acuerdo inmediato, cese bilateral verificable, paz definitiva.