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Salir del lócker

De niño, los amigos se peleaban para que yo jugase en el equipo contrario.

1 de diciembre de 2022 Por: Vicky Perea García

Para muchos, salir del clóset ha sido una decisión difícil que les ha generado momentos de angustia y rechazo, pero una vez tomada, ha resultado liberadora.

Hoy me propongo salir del… lócker. Sé que es una decisión arriesgada y debo estar dispuesto a enfrentar el rechazo y desprecio social. Soy consciente de formar parte de una ínfima minoría de ‘raros’, que vemos el mundo de una forma diferente. Interactuando con los pocos que se han atrevido a confesar su condición abriendo su corazón, hemos llegado a la conclusión de su origen genético.

Desde muy temprano saben que lo tienen pero ninguno se atreve a confesarlo abiertamente. Muchos temen el desprecio y el rechazo social que puede llegar a ser violento.

Somos conscientes que revelar nuestra condición en el lugar equivocado y ante el grupo equivocado puede granjearnos una paliza tremenda e incluso poner en peligro nuestra existencia.

Los pocos familiares y amigos que nos conocen nos han aceptado pero algunos no pueden disimular la lástima y muchos el profundo desprecio. Sé que los poquísimos que me acompañan tienen terror a destaparse y prefieren vivir una vida de farsa en la que no pueden mostrarse como son.

Pero llegó el momento de sacudirse y mostrar con el ejemplo, la autenticidad del ser.

He decidido salir del… lócker y revelar mi verdad: no me gusta el fútbol. Nací así y no tengo por qué seguirlo ocultando.

De niño, los amigos se peleaban para que yo jugase en el equipo contrario. Me quedo dormido viendo los partidos. No logro entender cuál es la gracia de unos tipos pateando una esferita y mucho menos la compleja estrategia que tantas horas de análisis consume.

Me parece aburridísimo ir a un sitio donde miles dan brinquitos al unísono desafiando la estructura del estadio y se emocionan al infinito repitiendo un insulso cántico por dos horas.

Nunca he sido ni he podido entender lo que significa hincha. Que algunos no le vean sentido a la vida y otros se sientan autorizados para quemar carros o romper vitrinas, porque unos ‘ídolos’ no fueron capaces de patear con la suficiente eficiencia un balón, desafía mi capacidad de comprensión.

Evito gastar mis duramente trabajados recursos, en boletas y la parafernalia del negocio, o pasar horas consumiendo publicidad que le genera desproporcionados y millonarios ingresos a jugadores e intermediarios, quienes concentran enormes recursos en unos pocos, lo que ha convertido a su bien organizada Fifa en una de las más proficientes escuelas de corrupción del mundo.

No he sostenido durante años a personajes como Luis Bedoya o Blatter y Platini, quienes se pasean por el mundo derrochando lujos con sus mal habidos recursos.

El único consuelo, que debería ser compartido por tanto emotivo hincha es saber que es una colombiana, la Doctora María Claudia Rojas, expresidente del Consejo de Estado, la jefe de la Unidad Investigativa del Comité de Ética de la Fifa.

Desde que se creó, ha logrado sacar a los más destacados maestros en el arte de la tajada. La verdad, en mi profunda ignorancia futbolera, me produce más emoción saber que tengamos una representación de tanto calibre en la decencia mundial, que un escorpión volador que termine ‘hinchando la red’.

AHORA EN Alberto Castro Zawadsky