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Afinidades peligrosas

La ciudadanía pide bajarle a la confrontación, al odio a quienes no piensen igual y desescalar la violencia en las palabras.

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Helena Palacios
Helena Palacios | Foto: El País

14 de ago de 2025, 01:42 a. m.

Actualizado el 14 de ago de 2025, 01:42 a. m.

Con el asesinato de Miguel Uribe Turbay se truncó la vida de una joven promesa de la política y una esperanza de paz y seguridad, por la cual abogó y se entregó hasta su último y nefasto día.

Es posible pensar que la causa y el ímpetu del inmolado senador y precandidato presidencial por el Centro Democrático, amenazaba los oscuros intereses de actores de la corrupción y la ilegalidad que campea en el país. Ante ello, Colombia reclama justicia y paz para que se revierta el desbordado avance de la violencia y para que los niños, como sucedió a Miguel y ahora a su hijo, no pierdan a sus padres.

La ciudadanía pide bajarle a la confrontación, al odio a quienes no piensen igual y desescalar la violencia en las palabras. Así debe ser, sin acallar, las opiniones en torno a actuaciones y comportamientos ciertos que la provocan, a fin de que cesen o se impidan. Mucho daño causa el lenguaje agresivo y falaz que caracteriza a Petro, así como el proceder semejante de otros, venga de donde venga.

¿No comprende acaso el Mandatario que al blandir una bandera de “guerra a muerte” en plazas, amenazar y estigmatizar, infunde odio y violencia? No se salvan ni los “ricos de Chapinero”, ni los “médicos que toman tinto en la 93”. La lista es larga. Por el poder y alcance de su cargo, sus palabras y actitudes llegan y calan entre la criminalidad, resentidos y oportunistas, que las capitalizarán a su modo, aunque no fuere esa la intención.

Las imprecaciones y suposiciones calumniosas del Presidente contra el senador Uribe Turbay, como la de que llevaría a diez mil colombianos a la tortura, debe llamarle a reflexión y a retractarse, como mínimo, más aún cuando le advirtió: “Ya no podrás, el pueblo se ha decidido” (X, 2025-05-01). Así es como tendría que iniciar el cambio, si tiene el valor de hacerlo.

Afecta también la anhelada paz, su inclinación a rodearse de personas cuestionadas por sus antecedentes o conductas irregulares que han trascendido, olvidando la máxima: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Se suma a ello, la tendencia a dar protagonismo a delincuentes y a tomar medidas sin prever consecuencias como la expansión de grupos ilegales armados gracias al cese al fuego, durante la Paz Total.

Tanto o más peligrosas son las afinidades de Petro con Nicolás Maduro y el mutuo respaldo. Le ha ayudado, dice, junto con Diosdado Cabello, a combatir el narcotráfico. Por si no fuera poco, el dictador habla de la unión de instituciones y ejércitos de los dos países. Aunque aquel lo niegue, es literal (Youtube, NTN24, 12-09-25). Es un paso más, desde la firma del memorando de entendimiento, sin considerar el entramado que diversas fuentes advierten, entre el régimen chavista, el narcotráfico y las guerrillas colombianas.

Extraña, por decir lo menos, la confianza en una dictadura acusada de crímenes contra la humanidad y la oposición, condenados por la ONU, la OEA, la Unión Europea, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y Human Rights Warsch. La Corte Penal Internacional (CPI) indaga por ellos y le exige esfuerzos para esclarecerlos (Infobae, 08.08.2025).

Ante actuaciones que percibimos como afrentas, con repercusiones negativas y graves, la esperanza está en la unión para recoger los pedazos y levantar país con seguridad y en democracia. A la paz se llegará cuando haya justicia y el crimen de Miguel Uribe no quede en el agujero negro de la impunidad.

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