A mi generación

No caigo en el error frecuente de quienes creen que los más jóvenes son apáticos, o que no conocen el interés por los asuntos de la discusión nacional. Soy testigo del interés de muchas personas de mi generación por tomar posturas y de su preocupación por el destino. Sería muy cómodo –y poco acertado– quedarse con el viejo argumento de que “a los jóvenes no les importa el país”.

Lo que sí cambia de manera clara es la forma en que mi generación toma posiciones sobre los debates más importantes. Y cualquier discusión sobre cómo motivar la participación de las nuevas generaciones en los asuntos del país debería incluir un capítulo esencial sobre los métodos de información a los que recurren. En una era en que el acceso a millones de opiniones y puntos de vista es inmediata y sin ninguna garantía de balance, hay un actor esencial de las democracias que debe reivindicar su rol fundamental: el medio de comunicación como garante de veracidad, rigor y balance.

Las transformaciones permanentes en el mundo del periodismo, incluidas las anunciadas por El País en los días recientes, nos tienen a todos los que hacemos parte de esta profesión pensando en los cambios que debemos asumir para mantener y profundizar la vigencia de nuestra labor. Tiempos como los que vivimos, de creciente división y fanatismo en la política, requieren más que nunca la crítica y el balance que solo instituciones como los medios de comunicación pueden brindar. Los medios, con sus equipos diversos, sus procesos rigurosos antes de publicar información y su capacidad de investigar, garantizan más diversidad que la mayoría de fuentes de información del mundo digital.

Y por eso hay que decirles a las audiencias más jóvenes que no es suficiente informarse con influenciadores o canales de Tiktok, que sin duda cumplen una labor esencial al llevar la democracia a todos los rincones del país. Hay que buscar la información que ha sido contrastada y verificada por reporteros y editores, y hay que encontrar líneas de análisis y opinión cuya veracidad y apego por la ética periodística ha sido revisada por equipos con décadas de experiencia.

En la medida en que una sociedad se polariza, sus mecanismos de información también se hacen más extremos. Y aquí es cuando los medios de comunicación deben siempre garantizar a la ciudadanía un balance que no encontrarán en formatos que obedecen al sesgo de confirmación de lo que cada uno piensa.

La prensa es la que ha investigado y denunciado los escándalos que el poder no desea que se conozcan. Y por más que levanten la voz los influenciadores a favor del gobierno pagados por nuestros impuestos, o las voces de las redes sociales que forman la opinión sobre el día a día de la política, ninguno de estos actores reemplazará la labor investigativa y rigurosa de la escuela de las salas de redacción. En tiempos de radicalización como los que vive el mundo más se necesita la experiencia de décadas y la moderación de los medios de comunicación. Es, a su vez, urgente que los canales del periodismo sepan llegar desde los nuevos formatos a donde se encuentran las audiencias y llevarles ahí sus contenidos de calidad.

También es fundamental recordar que la prensa libre, independiente y con equipos capaces de adelantar investigaciones y análisis cuesta dinero y que así como mensualmente no dudamos en pagar suscripciones a aplicaciones de música y televisión, también debemos estar dispuestos a pagar membresías a periódicos y medios. Solo así podremos garantizar el sostenimiento del periodismo serio y el acceso a la información en tiempos cada vez más turbulentos.

@fernandoposada_