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A bordo de la lectura

Leer es embarcarse en un viaje a recónditos lugares donde es posible hasta encontrarse con uno mismo.

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Helena Palacios
Helena Palacios. | Foto: El País

11 de sept de 2025, 02:26 a. m.

Actualizado el 11 de sept de 2025, 02:26 a. m.

El llamado ‘Oiga Mire Lea’ de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, para promocionar la lectura en su 11º Festival Internacional de Literatura, alienta a la ciudad a pasar la página y continuar su rumbo contra viento y marea.

Las grandes obras y eventos culturales de Cali han sido posibles gracias a la sociedad civil, gobiernos locales y soñadores empeñados en hacer de la ciudad una urbe moderna para disfrutar y mostrarla en sus diversas expresiones sociales. Ha ocurrido así siempre en los campos de la educación, las artes, la arquitectura, obras públicas, servicios y vías, sobreponiéndose al desafío de albergar población que continuamente migra desde varias regiones.

La más importante invención de la humanidad como es la escritura, la lectura y los libros -contada de modo insuperable y encantador por Irene Vallejo en su ensayo ‘El infinito en un Junco’– se introdujo en nuestro terruño desde sus inicios con la enseñanza en escuelitas y colegios, entre estos el memorable Colegio Santa Librada (1823), así como con la primera imprenta que dio a luz al periódico ‘La Balanza’ en 1838, siguieron ‘La Voz del Sur’, ‘Ariete’ y muchos más. Su adquisición fue fruto de la unión de ciudadanos y donantes generosos de recursos para cubrir su costo y transporte desde Cartagena, conscientes de que era una herramienta para la difusión de información y conocimiento.

Con anterioridad, el 7 de agosto de 1810, el general Francisco de Paula Santander había editado la ‘Gaceta de la Ciudad de Santa Fe’, considerada el principio del periodismo y la libre circulación de impresos, posterior al ‘Aviso del Terremoto’ en 1785, primera y única edición. Desde la Constitución Política de Colombia de 1821, “todos los colombianos tienen el derecho de escribir, imprimir y publicar libremente sus pensamientos y opiniones, sin necesidad de examen o censura alguna, anterior a su publicación” (art.156).

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde aquellos comienzos, si se considera el inmenso auge de la producción editorial y publicaciones, así como una red de bibliotecas al alcance de los estudiantes. La del Centenario (1910), primera biblioteca pública –fundada con ocasión de los 100 años de la independencia de Colombia– tuvo origen en la idea de un grupo de jóvenes del Instituto Literario de Cali que se materializó con donaciones de colecciones y libros por parte del mismo instituto y la ciudadanía.

Ahora son múltiples los medios para abordar la lectura e infinitos los temas, desde libros impresos o digitales, hasta la navegación por internet, donde fuerza revisar y seleccionar las fuentes de la información. Disfrutar la literatura o temas de interés conviene a la concentración mental y al discernimiento, en oposición a la dispersión de la atención y la fugacidad de los miles de mensajes e imágenes sin valor alguno, que bombardean los sentidos de los usuarios de redes, así como al riesgo del facilismo con la utilización de la inteligencia artificial.

Leer es embarcarse en un viaje a recónditos lugares donde es posible hasta encontrarse con uno mismo. En la literatura está el boleto hacia horizontes en que se verán los pliegues de la historia y la condición humana. Preservar la curiosidad y el asombro como el del niño cuando unos signos le traducen otros mundos, favorece el espíritu y el acercamiento a la vida y a la sociedad para comprenderlas.

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