La atleta italiana Sara Simeoni campeona olímpica de salto de altura, se ha manifestado frente al hurto de su casa en Rivoli, y le pide a los ladrones que devuelvan su medalla de los de los Juegos de Moscú 80, puesto que aunque no tiene “mayor valor material”, para ella “significan todo”.

“Significa años de entrenamiento, de sacrificios y renuncias, de decisiones. No es fácil ganar una medalla en los Juegos Olímpicos. Es el símbolo de tantas expectativas, lo significa todo”, dijo Simeoni, de 70 años, a la cadena pública de televisión Rai tras el robo.

Los ladrones entraron en su casa este, aprovechando que Simeoni y su marido, el entrenador Erminio Azzaro, habían viajado hasta la ciudad de Scandiano para la presentación del libro de la atleta titulado ‘Una vida en alto’.

Además de la medalla olímpica en el hurto, también se llevaron varios trofeos, incluido el oro de Moscú. Lo extraño es que algunos de sus trofeos, como las medallas de plata conseguidas en Montreal’76 y Los Angeles’ 84, sí aparecieron en su domicilio en su localidad natal, Rivoli Veronese, al pie de los Alpes italianos, en el norte del país.

Los medios italianos informan que los ladrones podrían ser un grupo de expertos, según informa Ansa, porque en la casa de Sara Simeoni está instalado un sistema de videovigilancia que parece haber sido burlado.

Sara, una mujer que deja la vara muy alta

Fue la primera mujer en el mundo en volar más de 2,00 metros en una competencia deportiva, la segunda atleta femenina en la historia de Italia en ganar un título olímpico -antes de ella, 44 años, la recordada Ondina Valla en los años 80, vallas en el Olympiastadion de Berlín-, la Libélula Azul, así es como es recordada esta mujer que tiene gran velocidad en sus piernas. Aún, a sus 70 años, es fuente de inspiración para las mujeres deportistas.

En medio de las laderas del Monte Baldo, donde nació y creció, Sara soñaba con ser bailarina y llegar a las tablas en La Scala de Milán, pero sus 178 centímetros de altura no la dejarían alcanzar este sueño. Sin embargo, no se rendiría, a los 18 años ganó su primera medalla de plata en Smyrna en los Juegos del Mediterráneo. En unos Juegos Olímpicos marcados por el terrorismo, los de Múnich ‘72, quedó sexta con una marca personal de un metro y 85.

En 1974, en el Campeonato de Europa de Roma, fue la única italiana en subir al podio, alcanzando el bronce con el récord nacional de 1,89, medida que le permitió al año siguiente ganar los Juegos del Mediterráneo en Argel.

Una fecha imposible de olvidar tanto para Sara como para los italianos, y por lo cual esta medalla es tan importante para la atleta; es el año 1980 en el monumental estadio Lenin de Moscú, cuando el favorito Ackermann fue eliminado en 1,94, el italiano cruzó el listón fijado en 2,01 en el tercer intento y se adjudicó la medalla de oro.

48 horas después en el mismo juego, pero a nivel femenino Sara se convirtió en la primera mujer que emocinó los corazones italianos y los motivo a ver atletismo.