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Escritor brasileño Marcelo Ferroni habla acerca de su novela sobre Ernesto Che Guevara

"Para escribir la novela estuve un poco influenciado por esa literatura argentina que viene de Borges y que tiene una tradición basada en la literatura, querecoge la experiencia de la lectura y no la experiencia de lo real”.

8 de julio de 2012 Por: Margarita Vidal | Redacción de El País

"Para escribir la novela estuve un poco influenciado por esa literatura argentina que viene de Borges y que tiene una tradición basada en la literatura, querecoge la experiencia de la lectura y no la experiencia de lo real”.

“Dispare cobarde, que usted va a matar a un hombre”.Esas fueron las últimas palabras que Ernesto ‘Che’ Guevara pronunció frente al pelotón de fusilamiento el 9 de octubre de 1967 en Bolivia, a donde había llegado para hacer la “revolución continental” que soñaba.Por órdenes directas del presidente René Barrientos, un sargento le dio los tiros de gracia a este médico argentino, ícono y figura legendaria de la Revolución Cubana, hoy convertido en mito.Los hechos ocurrieron un día después de que el ejército le tendiera una emboscada al grupo guerrillero comandado por Guevara, quien fue trasladado a una modestísima escuela de la población de La Higuera, a unas 25 millas de Vallegrande, en el país andino.Dónde estaban los restos del ‘Che’ fue un verdadero misterio hasta que, 28 años después, en 1997, el general retirado Mario Vargas Salinas reveló que para evitar que su tumba se convirtiera en un lugar de peregrinación, los militares resolvieron enterrarlo bajo una pista de aterrizaje no sin antes hacerle una mascarilla mortuoria y cercenarle las manos para demostrar que se trataba del ‘Che’. Su cuerpo fue exhibido públicamente en la lavandería del hospital de Vallegrande, a donde las mujeres llegaban para cortar mechones de su pelo y guardarlos como reliquias.Otro militar de alto rango que escribió un libro sobre estos sucesos describió así a Ernesto Guevara en el momento en que fue apresado: “Tenía una mirada impresionante, unos ojos claros, una melena y barba crecidas, llevaba una boina negra, uniforme de soldado sucio desharrapado, una chaqueta azul y tenía en la mano una carabina”.Tras el derrocamiento de Fulgencio Batista, el ‘Che’ fue presidente del Banco Central de Cuba, pero como su destino manifiesto era, según decía, “hacer la revolución a favor de los pobres y los oprimidos”, renunció y se fue de la isla para lanzar un intento revolucionario —sonoramente fallido— en Argentina, luego otro en el Congo y, por último, en Bolivia, país al que llegó en 1966 disfrazado de economista uruguayo. Allí se encontraba medio centenar de hombres y algunas mujeres de diferentes países latinoamericanos decididos a conformar con él un ejército revolucionario en el sureste del país para “liberar” el continente. Y allí mismo empezaron las equivocaciones que lo llevaron a cometer errores de apreciación, de cálculo y de logística, hasta la emboscada militar que le costó la vida. Muchos años después, desentrañado el misterio de su fosa, sus restos fueron enviados a La Habana donde un millón de personas lo esperaban para rendirle homenaje. Misteriosamente, también lo esperaban sus manos cortadas. Todavía no se sabe cómo fue que lo precedieron a su destino final.Marcelo Ferroni, el escritor brasileño y ganador del Premio Sao Paulo en la categoría de autor revelación con ‘Método Práctico de la Guerrilla’, nos trae ahora una novela (no biografía) del ‘Che’. Distinta, ficcional e interesante.¿Por qué escribió una novela y no una biografía sobre el ‘Che’ Guevara?Estaba leyendo un excelente libro sobre la dictadura en Brasil y había un capítulo que hablaba sobre la situación geopolítica en Latinoamérica, sobre Cuba y sobre el ‘Che’, a quien en ese momento yo conocía muy poco: algo de sus visos de héroe, la famosa foto, el mito, el sacrificio de su vida por un ideal. La verdad, le tenía antipatía a esa figura tan mediática.¿Qué atrajo su interés?Su aventura en El Congo, que yo no conocía. Llegó en el 65 y se quedó un año. Viajó con 120 cubanos, negros, para que se mimetizaran y se empeñó en entrenar congoleses para combatir a los mercenarios belgas. Los obligaba a caminar largas jornadas con bultos de 40 kilos de piedras, sólo para que sintieran cómo serían las dificultades. Los congoleses protestaban y le gritaban en swahili: “no somos camiones, no somos bestias de carga”. El ‘Che’ insistía duramente y ellos replicaban más duro aún: “¡No somos cubanos!”. Tomaban pociones mágicas para no morir en combate y disparaban con los ojos cerrados. Esa imagen de un héroe mítico que al mismo tiempo tenía problemas muy prácticos y el final catastrófico de su misión, me movieron a escribir una novela del ‘Che’, combinando realidad y fantasía. Descubrí muchas cosas interesantes, por ejemplo, que en el Siglo XIX sus abuelos se habían contagiado de la fiebre del oro en California y una multitud de detalles familiares muy interesantes y complejos. ¿Una biografía de ficción también se basa en hechos reales?Sí, sobre todo en los hechos principales como los combates importantes, fechas, realidades políticas, personas involucradas, algunos pasajes de su Diario y hechos protagonizados por otras guerrillas. Muchos detalles han sido cambiados para recrear la historia porque lo que quería era escribir un libro hecho de libros, incorporándole una perspectiva un tanto confusa. Hice una mezcla de biografías, diarios y novelas famosas. ¿Qué resumen puede hacer de la figura de Guevara?Escribiendo la novela cambié totalmente mi visión sobre él. En principio no me gustaba porque, además de mediático, fue muy autoritario. Estuve en La Cabaña, la famosa fortaleza cubana donde se ejecutaron cientos de personas, muchas de ellas por su propia mano. Las historias a su alrededor son a veces tremendas pero, al mismo tiempo, empecé a reivindicarlo y a entender que, de alguna forma, en momentos inesperados él era un héroe. Podía ser muy impulsivo y arbitrario, pero también sabía enfrentar al enemigo sin miedo. Cuando aprendí eso, su imagen se me hizo un poco más real y más humana. En la biografía de Jon Lee Anderson sobre el ‘Che’ —que es extraordinaria— hay una foto suya terrible, la última, con las manos atadas. También encontré que su madre fue una persona muy fuerte y muy importante en su vida. Pude sentir en forma muy intensa el lado humano de ese niño que creció, se volvió revolucionario, se metió en una aventura temeraria y terminó en forma trágica. ¿Para usted la figura del ‘Che’ sigue conservando luces y sombras?Era un hombre implacable con sus guerrilleros, que le eran extremadamente fieles. Hay descripciones terribles y la mayoría son reales. Guevara tenía un humor extraño y cruel. Un hecho determinante en su fracaso fue que resultó incapaz de hacer acuerdos con otros revolucionarios en Bolivia. Fidel Castro había sido mucho más hábil conduciendo la Revolución Cubana, pero el ‘Che’, que era más radical, había anunciado que en Bolivia haría las cosas a su manera porque no tendría que seguir órdenes de nadie. Por eso no quiso hacer alianzas y eso fue fatal. Sí, desde el principio se ve que todo estaba mal organizado y que iba para el despeñadero.Así es. No sólo la red urbana estaba muy mal hecha y descoordinada. No se entendió con los comunistas ni con las otras facciones de izquierda, ni buscó acercarse a los campesinos. ¿Cómo se puede tener éxito así? La verdad es que Guevara sí formó una guerrilla, pero al estar en medio de ella, aislado, no podía ver el aspecto general de la situación, ni -mucho menos aún- que avanzaba hacia al fracaso.Su Diario me resultó impresionante y frustrante a la vez porque en ningún momento hace un análisis profundo de las situaciones, no hay pensamientos filosóficos, ni políticos. No hay reflexiones de ninguna naturaleza. Es un registro escueto de hechos simples y banales de la vida cotidiana. ¿No desdibuja eso la imagen del Che? ¿Por qué se fue de Cuba? Lo que algunos biógrafos dicen es que Fidel quería librarse de él y que no hizo ningún esfuerzo para retenerlo porque estaba creando muchos problemas con los soviéticos. En realidad su trabajo ha sido cuestionado, sobre todo lo que hizo como Ministro del Azúcar y después como presidente del Banco Central. ¿Quería desmitificarlo?Exactamente. Lo que hizo Soderbergh en su película del ‘Che’ es presentarlo como una mixtura de santo con gurú de auto-ayuda. Allí Guevara habla siempre de una forma muy serena y comprende, con gran sensibilidad las dificultades de sus guerrilleros. ¡Ah! y está siempre rodeado de niños. Soderbergh fortalece su imagen de héroe y recrea el mito. Yo también lo he recreado, pero desde un aspecto más sombrío. Es una ficción que intenta descubrir su lado más oscuro.Lo pinta como realmente era, es decir, usted no está haciendo propiamente ficción, pues se sabe que Guevara era capaz de meterle un tiro en la nuca a un guerrillero y que, de hecho, se los metió no sólo a decenas de guerrilleros —díscolos según su entender— sino a reales o supuestos “traidores” a la causa cubana.Sí, pero lo curioso es que en Bolivia era menos implacable que en Cuba, cuando por fuerza de las circunstancias tendría que haber tomado una actitud más dura. No la toma, y entonces los guerrilleros dudan de lo que está haciendo. Por ejemplo, hay un momento en que, en medio de una emboscada, tenía que dispararle a un soldado del ejército boliviano, pero cuando se da cuenta de que es todavía un chico, se abstiene. Pues Zoé Valdés, la escritora cubana, cita a alguien que sobrevivió a La Cabaña y que vivió el episodio. Dice que a la celda donde él estaba, tiraron a un chico molido a golpes y que en la madrugada se lo llevaron, a rastras, a un patio donde varios prisioneros eran amenazados por el ‘Che’, quien le ordenó al joven arrodillarse. Como el muchacho se le rebeló: “no, a mí me mata como a un hombre: de pie”, Guevara sacó el revólver y le descerrajó un tiro en la nuca. O sea que el tipo no se andaba por las ramas. Dicen que maltrataba a sus hombres con gritos, groserías y palabrotas, ¿es cierto?Sí. Era muy duro. Sin embargo, sigue siendo un ícono romántico que “quería salvar a los pobres y a los oprimidos”. ¿Cree que pasa a la historia con esa aureola, porque murió en medio de la guerra, a diferencia del Fidel, que hoy vemos, decrépito, aferrado a sus errores?Sí y porque murió, con sólo 39 años, luchando. Fue ejecutado en Bolivia en condiciones terribles. Como se hizo matar por un ideal se volvió un héroe, un mito. Imposible imaginar, si no hubiera muerto, cómo se vería hoy.El ‘Informe Desclasificado del Departamento de Estado’, en que usted basa el libro, ¿también es ficción?Sí. (Risa).¡Qué frustración! ¿Qué pasa cuando a los lectores se nos traban las pitas de la realidad y la ficción?Es que quise hacer una novela que se leyera como un thriller. Yo inicié mi formación literaria leyendo thrillers porque eran los libros que mi padre tenía en casa: Ken Follet, Federick Forsyth, uno muy malo que se llama Clift Cussler, Tom Clancy, etc., y están siempre en mi memoria. Todo eso era un recuerdo muy fuerte en mí cuando empecé a escribir esta historia. Que, entre otras cosas, tienen un tratamiento casi cinematográfico...Sí, hay pasajes. La última emboscada es un pasaje de una película de Sergio Leoni. Para un lector normal que no sea exactamente un literato, es atractivo leer mi libro como si fuera una historia de espionaje, de aventuras, un poco cómica y, a la vez, algo trágica. Y plena de humor. Me imagino que sus lecturas no se quedaron solamente en los ‘thrillers’ sino que debió leer mucha literatura, especialmente brasileña, que tiene grandes maestros como Jorge Amado, Pessoa. ¿Quiénes son sus admirados autores brasileros?Graciliano Ramos y Joaquim Machado de Assis. Entre los modernistas, Oswald De Andrade tiene una novela fabulosa: Memorias Fundamentales de Juan Miramar. Hay un dramaturgo muy conocido en Brasil Nelson Rodrigues, que escribía para periódicos y tiene un libro de crónicas estupendo que habla de historia, pero la vuelve ficción. Entonces hay un juego entre la realidad y la ficción, que resulta muy cómico. Todo eso está de alguna manera en mi novela.Los críticos dicen que su libro tiene mucho de periodismo y de relato histórico, ¿reconoce ahí su impronta periodística?No, creo que el lado periodístico fue sólo para definir quién sería ‘el narrador’. Cuando empecé a escribir intenté mi primerísima versión que era una narrativa en tercera persona y empezaba por el final: unos soldados bolivianos viendo al ‘Che’ Guevara atado y prisionero, a punto de ser ejecutado. Después contaba la historia. Pero no funcionó. El ‘narrador’ tenía que ser de otro tipo para dar cuenta de esos relatos, porque todos escribieron algo: los guerrilleros tienen diarios, hay muchas biografías, los generales tienen memorias, el mismo Félix Rodríguez, el agente cubano en Bolivia, tiene un libro en el que recuenta su historia. Fue así como creé el ‘narrador’, que es un biógrafo porque está siempre recreando diferentes versiones. ¿Cuál fue la realidad en la muerte del ‘Che’? Hay versiones un poco distintas porque cada uno tiene un relato de sus últimas charlas con él. Félix Rodríguez habló con él, un militar boliviano también y hay otros relatos con pequeñas diferencias, pero lo que es real es que los militares bolivianos decidieron ejecutarlo porque tenían problemas con Regis Debray, un francés que había sido capturado y estaba siendo juzgado en un tribunal, concitando la atención del mundo entero. ¿Los asustó la expectativa mundial que desataría un posible juicio al ‘Che’? Sí. Félix Rodríguez, también agente de la CIA, dice en sus memorias que intentó que lo mantuvieran vivo para interrogarlo, pero le dijeron que no. Escogieron como ejecutor a Mario Terán, un sargento que había perdido tres amigos el día anterior en combates con la guerrilla y quería vengarse. También hay diferentes relatos de las últimas palabras del ‘Che’ y de cómo fue la ejecución. Esto lo aprovecho en mi libro. Pongo dos personajes de ficción, soldados que están al lado de Félix Rodríguez cuando habla la última vez con el ‘Che’ frente a unos soldados que también son de ficción.Tania, la alemana, es una figura misteriosa…Sí, es una figura cautivante, con una ideología muy fuerte, que se propuso ir a Bolivia, se infiltró, conoció a políticos bolivianos y hasta se encontró con Barrientos, el dictador boliviano. Pero una vez entra en la guerrilla ya no puede salir. Encuentra al ‘Che’ pero ya la policía boliviana había descubierto que era una informante. A partir de ese momento su vida es una tragedia. Algunos biógrafos cuentan que sufre una presión sicológica muy fuerte y es ejecutada en medio de una emboscada. Mi Tania es distinta porque es una mezcla de esta Tania real y de una espía que pinto muy sensual, una especie de Mata Hari, que a medida que va conociendo personajes clave se va acostando con algunos y se convierte en su amante. Teniendo dos posibilidades para elegir campamento, ¿por qué la guerrilla del ‘Che’ descarta la selva, que tiene una gran feracidad, sombra, protección, animales, pesca, agua y se decide por una finca en Ñancahuazú, un peladero sin recursos?Cometieron un gran error estratégico. Esos son datos reales y todo indica que las investigaciones de Regis Debray sobre la región nunca llegaron a manos del ‘Che’ y que fueron sus guerrilleros los que escogieron esa finca. Pero él en su diario no hace ninguna una crítica al respecto.Cuando encuentran los restos del ‘Che’, merced a la revelación de un militar, los devuelven a Cuba, ¿es cierto que ya estaban allá sus manos?Sí. Los militares le cortaron las manos para que no lo pudieran identificar. Lo mataron en el 67 y sus restos aparecieron en 1995.¿Qué misterio subsiste para usted en todo ese episodio?El ‘Che’ era una figura muy compleja. Me gustaría saber otras cosas de él, sus lecturas, por ejemplo. Sé que era un jugador excepcional de ajedrez. No queda claro cómo era realmente su relación de familia. Hay muchos aspectos personales que todavía no conozco y que me gustaría saber.¿Cómo era su vida amorosa? Se casó dos veces y en la biografía de Daniel James, la primera, se insinuaba que el ‘Che’ había tenido alguna relación sentimental con Tania, pero eso no queda claro. ¿En los diarios del ‘Che’ hay referencia a la esposa e hijos que quedan en Cuba? Sí, pero son marginales. Nada sentimental. Al final él escribió un poema para su familia en el que da a entender que tenía una última bala para matarse si era capturado.

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