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Barbie y su impacto en el concepto de belleza en el mundo occidental

Antropólogas y sociólogas se reunieron para discutir el impacto que ha tenido el modelo de belleza impuesto por la Barbie en las mujeres occidentales.

12 de octubre de 2010 Por: Redacción de El País y Agencias

Antropólogas y sociólogas se reunieron para discutir el impacto que ha tenido el modelo de belleza impuesto por la Barbie en las mujeres occidentales.

La sociedad contemporánea debería asumir que, además del modelo de mujer Barbie, hay otras que, sin piel blanca o sonrisa automática, disfrutan al 100% la complejidad y la riqueza de su feminidad.Estas y otras ideas surgieron recientemente en Madrid, en un diálogo entre la antropóloga Marta Lamas y la actriz Patricia Reyes Spíndola, mexicanas, y la investigadora española Patricia Soley-Beltrán.Las tres fueron convocadas por la Casa de América de Madrid para debatir sobre el tema ‘¿Quién quiere parecerse a la Barbie en Iberoamérica?’, en una mesa redonda de la última edición del festival ‘VivAmérica’.Todas ellas reconocen la influencia que ha tenido en varias generaciones la muñeca Barbie, creada en Estados Unidos hace medio siglo.“Ha sido el modelo de belleza hegemónico: rubias con ojos azules, modelos del glamour, del poder adquisitivo y del bienestar social”, dice la socióloga española Patricia Soley.“Blanca, delgada y con tetas”, añade Marta Lamas, al recordar la novela ‘Sin tetas no hay paraíso’ del autor colombiano Gustavo Bolívar.Aunque las tres coinciden en el “horror” que supone el estereotipo, Patricia Reyes -una de las grandes actrices del cine de México-dice que “las series de televisión están llenas de personajes Barbie y Ken (su compañero) no porque lo dicten así los productores, sino porque el púbico quiere ver esos modelos en los papeles protagonistas”, dice la actriz.Los televidentes, añade la actriz, “no quieren ver personajes que recuerden cómo somos la mayoría de las mujeres, ni gorditas, ni bajitas, ni morenas, sino rubias de ojos azules y con senos grandes”.Marta Lamas considera que el ideal de belleza femenina tendría que ser, por ejemplo, “un conjunto de rasgos armónicos y cierta gracia” y no necesariamente un estereotipo de cierto color de piel y un metro con setenta centímetros de estatura.En esta idea están de acuerdo las tres, y en la constatación de que el modelo Barbie borra la diversidad de posibilidades de belleza, en un planeta con culturas y aspectos físicos tan distintos.“Hay racismo, clasismo y discriminación en el intento de imponer un sólo modelo de belleza en una población en la que hay muchas posibilidades de mujeres bellas que no se ajustan a la idea Barbie”, asegura la antropóloga mexicana.Patricia Soley, por otra parte, se pregunta “¿por qué una mujer que se presente como autónoma, independiente y afirmativa es leída como una marimacho, como si adoptara rasgos masculinos?”.Esta socióloga considera que el modelo propuesto por la muñeca es el de “una mujer castrada que obtiene el poder a través del hombre (de Ken) o a través de la manipulación; una mujer que, a tenor del símbolo de belleza de una cultura imperante”, sólo desea ser envidiada o admirada.En este punto, Lamas añade que la mujer “no tiene por qué estar sonriendo siempre” para ser femenina. Esa sonrisa automática característica de la Barbie, puede ser interpretada -dice- como “gesto de sumisión, como si la seriedad o tomarse en serio ciertas cosas fuera amenazante para los hombres”.Y no hay que dejar pasar, añade la actriz mexicana, el hecho de que los hombres han desarrollado “un look de aspecto femenino en el que no deja de haber muchos que se depilan y llevan aretes o tatuajes”.Patricia Soley advierte que, en algunos lugares de América, “se tolera menos a las mujeres jóvenes que no se depilan; se las trata como sucias y se considera esa desobediencia como un rasgo impuro en el estilo medieval más clásico”.

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