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Perú ha tenido tres presidentes en ocho días por la crisis política que vive el país. | Foto: Foto: AFP

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Análisis: Dos partidos minoritarios quedaron con el poder en Perú

Perú ha tenido una crisis política cíclica durante los últimos 20 años y en especial los últimos 4, desde el inicio del Gobierno de Kuczynski.

18 de noviembre de 2020 Por: Henry Rafael | Especial para El País

En el Perú hemos tenido una crisis política cíclica durante los últimos 20 años y en especial los últimos 4, desde el inicio del Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, que ha tenido como elemento principal la desconfianza de la ciudadanía hacia su clase política; la ruptura de la relación ciudadano con los gobernantes, tanto presidentes como congresistas, y la perfilación en Latinoamérica y el mundo -lo de Perú es un ejemplo claro- de que estamos atravesando el fin de la democracia en la formao como la conocemos.

Lo que sucedió aquí nos habla de una suerte de no claridad ni sostenibilidad de un sistema democrático, a tal punto que tenemos cuatro presidentes en un período muy corto de tiempo y que las últimas elecciones congresales que tuvimos en Perú, que reemplazaron el anterior Congreso, elegido por cinco años y que se cortó a tres por un cierre del presidente Vizcarra, dieron como resultado que dos partidos que, junto con Vizcarra, aplaudieron y animaron el cierre del Congreso, Morado y Frente Amplio, recibieron un respaldo popular tan pequeño, que los ubicó como los de menor aceptación en el proceso democrático de hace diez meses.

Paradójicamente, diez meses después, luego de la vacancia presidencial a Vizcarra, que hay que recordar que fue por actos de corrupción, esos partidos han asumido la Presidencia del Perú y la presidencia del Congreso, en una suerte de votación de masas y de impacto televisivo y ciudadano.

Así que le va a corresponder al presidente Sagasti, como él lo ha anunciado, desarrollar un Gobierno amplio, equilibrado, que nos permita volver a la calma y la paz social y, sobre todo, llevar un proceso electoral hasta abril, que, ojalá, recupere la confianza de la ciudadanía en la democracia y nos permita volver a un sistema mucho más sostenido de gobernantes, tanto en el Congreso de la República como en el Palacio de Gobierno.

Lea aquí: Francisco Sagasti, el tercer presidente del Perú en ocho días

Ahora, ¿cómo interpretar las protestas en las calles si Vizcarra salió por un acto de corrupción? Eso es algo que nos va a tocar analizar a los politólogos durante largo tiempo. Creo que las protestas tienen tres elementos: el primero es un hartazgo de ciudadanos con la política, que no tiene que ver con la defensa de Vizcarra. Es más, hubo muchos carteles en las calles que decían ‘ni Vizcarra ni Merino’, no querían a nadie, con lo cual se demuestra que tenemos una olla a presión, un cansancio lógico del ciudadano al haber tenido a todos los expresidentes del Perú involucrados en investigaciones por corrupción.

Otro sector tiene que ver más con los jóvenes, que salieron a marchar en busca de un desfogue de la presión social que vivimos: nueve meses encerrados, frustración de no haber terminado sus estudios escolares, de que las clases en las universidades no estén funcionando, de que se les haya muerto algún pariente por el manejo de la pandemia -recuerden que Vizcarra llevó al Perú al último lugar en el manejo sanitario y económico en la región-, entonces no es poca cosa ese resentimiento. Y un tercer grupo sí marchó en defensa de quien considera aún su Presidente legítimo y que no cree que la vacancia haya sido la forma más sana de culminar el proceso democrático.

El problema está en que estos sectores que salen a las calles a protestar contra la vacancia sí aceptan al nuevo Presidente, que es resultado de esa vacancia. Es la parte que nos queda para analizar: quiénes invitaron a las calles a protestar y a señalar que la vacancia presidencial acordada mayoriotariamente en el Congreso era ilegal, hoy han sido favorecidos y son sus representantes tanto el Presidente de la República como la presidenta del Congreso, sin menoscabar que ella responde a un partido de izquierda radical que en los últimos 20 años no ha logrado tener grupos mayoritarios en el Congreso y ha respaldado políticas de Nicolás Maduro en Venezuela. Pero entonces, sin respaldo popular, los dos grupos minoritarios del país hoy ejercen el liderazgo, aunque quiero hacer la salvedad de que Sagasti sí representa una figura que podría tener la posibilidad de llevar el país de una manera equilibrada, justa y no polarizada.

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