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Las señales clave para identificar a un abusador sexual

Uno de los psiquiatras que ayudó a capturar a Luis Alfredo Garavito y una psicóloga experta en educación explican cuáles son los rasgos para detectarlos.

11 de diciembre de 2016 Por: Redacción de El País

Uno de los psiquiatras que ayudó a capturar a Luis Alfredo Garavito y una psicóloga experta en educación explican cuáles son los rasgos para detectarlos.

Los abusadores sexuales y pedófilos tienden a ser coleccionistas. Lo dice Óscar Díaz,  psiquiatra forense que hizo parte del equipo que atrapó a Luis Alfredo Garavito, el tipo que asesinó y violó a por lo menos 250 niños y que hoy está en la cárcel.

“A personas como Luis Alfredo solo los detiene eso: la cárcel. O la muerte. O la vejez. Perder la habilidad para dominar a los niños. Y está comprobado que entre las características de este tipo de personalidades sociópatas  es que coleccionan objetos relacionados con sus víctimas. Luis Alfredo guardaba los recortes de periódico con las noticias de sus asesinatos. También guardaba los tiquetes de los buses intermunicipales que tomaba con los niños. Y tenía un papel de panadería con rayitas marcadas. Cada rayita era una víctima más. Así que para investigar a un pederasta hay que buscar entre sus cosas. Generalmente guardan recuerdos, prendas, de sus víctimas”. 

Los pederastas además no se sacian fácilmente, no se enfocan en una sola víctima. Entonces, sigue  Díaz, es probable que quien asesinó a la pequeña Yuliana Andrea Samboní, en Bogotá,  sea quien sea,  haya hecho lo mismo con otros niños.

Porque en realidad se conoce una mínima parte de los casos  que suceden a diario. En promedio apenas se denuncia el 30 % de  los abusos sexuales. Esto pasa o por miedo, o porque el victimario es el mismo que sostiene económicamente el hogar, así que nadie en la familia dice nada porque entonces quién compra el mercado. 

Y sin embargo, según Medicina Legal, en lo que va del año en Colombia  se han atendido 15.237 menores por abuso sexual: los mismos que ocuparían 500 salones de clase.

En el 90 % de los casos, se ha dicho una y otra vez, el victimario es una persona de confianza; un familiar, un ‘amigo’, el vecino que lee el periódico en el parque. 

Otra característica de  pedófilos  abusadores sexuales es que no sienten culpa alguna por sus actos. 

Es de hecho lo que define, en parte, a un sociópata: no sentir empatía por el otro,   remordimiento  por sus acciones. 

Luis Alfredo Garavito asesinaba a los niños que violaba no solo para evitar dejar testigos; también, pensaba, era una manera de evitarles el sufrimiento que él padeció de niño. Un ‘favor’. La víctima es  considerada  un objeto.

Garavito, por cierto,  fue maltratado por su padre. El mejor amigo de su progenitor, además, lo violó. Aquello también se  ha repetido una y mil veces: generalmente, los abusadores de hoy fueron víctimas de abuso o maltrato, no han tenido una vida fácil. Es a través de la exposición en la infancia a  experiencias sexuales y de violencia anormales, cuando se inician los trastornos de la personalidad.

En todo caso, los pederastas se saben ocultar muy bien. Algunos se muestran exitosos, seguros, y  frecuentan sitios donde permanecen niños: una pista de patinaje, una cancha de fútbol, una piscina, un taller de pintura. Por eso algunos proyectan la   imagen de ser deportistas, o muy interesados en la cultura, cuando en realidad están al acecho.  Pero hay otras pistas para detectarlos.

Algunos abusadores tienden a estar solos o por lo menos no con adultos. Prefieren observar que conversar, poco hablan de sí mismos. Y sus interacciones sociales con personas de su misma edad se basan en el bullying, o la violencia física. Rafael Uribe Noguera es recordado por sus compañeros de colegio como un eximio ‘montador’.  

“Se relacionan a partir del rechazo hacia el otro, o de la burla. Un abusador puede ser el ‘montador’ del colegio, el que se burla sobre todo de personas que considera vulnerables”, dice la psicóloga y puericultora (el arte de la crianza) María Isabel Valencia. María Isabel trabajó durante 25 años en un colegio. Ahora labora en  un jardín infantil.

“También pueden ser personas con cambios bruscos de personalidad, pasan de ser muy pasivos a muy irritables. Igualmente, las personas con alteraciones sexuales sienten una mayor necesidad de ver pornografía y acercarse a temas de contenido sexual”, dice ella. 

Y así como pueden burlarse y violentar al otro, por otro lado, con sus víctimas, los abusadores sexuales-  pederastas-  tienden a ser detallistas. 

Regalan bombones, un juguete, dinero. $5000 para un niño es demasiada plata, sobre todo si el abusador opera en zonas donde las familias tienen los ingresos menos que justos, como el caso de la pequeña Yuliana. Los violadores, claro, buscan pequeños vulnerables.

En algunos casos, además, suelen ser narcisistas. Desde niños han ido contra la autoridad, contra la norma, creen que lo que deseen lo deben obtener a como dé lugar, se sienten dueños del sistema:  van por el mundo haciendo lo que les plazca. 

Si encima su familia lo sobreprotege, el violador refuerza la certeza de que puede hacer lo que quiera sin que eso sea un problema. Es un egoísta, además. 

“Lo que se ve en el caso de Bogotá es que el presunto victimario presentaba problemas de comportamiento desde la infancia y su juventud, y sospecho que jamás se le ofreció una alternativa de tratamiento continua y regularizada. Por eso como especialista quiero insistirles  a los padres  que los trastornos de la sexualidad y de personalidad requieren igual atención que una enfermedad física”, dice María Isabel. 

Y agrega:  “En ese sentido es importante decir que los colegios no son los enemigos cuando le llaman la atención a los padres sobre algún comportamiento anormal de sus hijos. Sin embargo, la respuesta es que los profesores “se la tienen montada a mi hijo” y amenazan a profesores y terapeutas. Es en la infancia donde se pueden detectar y tratar a tiempo  los trastornos”.

En otras palabras, niños que, por decir algo, sienten placer al maltratar un animal, al rociarle líquidos inflamables, al matarlo,  se les debe poner atención; algo no va bien. 

Javier Rojas, psiquiatra y perfilador criminal, advierte en todo caso que no es posible elaborar un perfil exacto de un abusador sexual y pedófilo,  la pretensión de estas líneas.

 No es posible porque simplemente cada persona es distinta, libra conflictos distintos, crece en entornos  particulares.

“No hay nada generalizable. No existe un perfil del violador de niños, porque las razones que llevan a las personas a esto son diferentes. Los eventos sexuales contra niños abarcan una gran variedad de delitos que van desde la seducción, el engaño, la coacción, hasta la violencia. Y cada uno de esos delitos tienen diferentes tipos de actores que los producen. Aún los que violan, torturan, matan, dentro de ese mismo grupo hay infinitas cantidades de personajes que pueden cometer ese delito. Por ejemplo: no todos los violadores de niños son pedófilos, que es un trastorno de la sexualidad, por cierto, no una enfermedad mental.  No existe, insisto, un perfil particular del violador de niños”.

¿Cómo protegerse entonces? La experiencia como psiquiatra forense, dice Óscar Díaz, le indica que a los niños,  definitivamente, no se  les debe dejar solos en la calle: el parque, la cancha, la piscina, el taller. Parece  obvio, pero algunas familias lo olvidan.  Eso, para empezar.

También, hay que hablarles a los niños de los peligros que corren, de los límites que deben imponer: nadie, ni siquiera un familiar, debe tocar sus partes íntimas; nadie. Que entiendan también  que si alguna persona les pide hacer algo “sin contárselo a tus papás”, es porque algo anda mal,  alerten.  

Y se debe aprender a identificar los cambios de ánimo de los hijos. Niños callados, deprimidos, encerrados, pueden ser señal de alerta de un abuso. 

Los medios, advierte Díaz, también tenemos una responsabilidad: enfocar las noticias en el victimario como ha ocurrido en el caso  Yuliana, revelar tantos detalles, es un estímulo para otros abusadores pedófilos.

“Se debe contar la noticia, pero no con tanto detalle”, dice Óscar Díaz y hay que tener en cuenta un dato: en promedio, el 1 % de la población sufre el trastorno de la pedofilia. En Colombia, entonces, si aquello es cierto, habría casi 500.000 pedófilos...

Lea también: ¿Hay un sociópata en su familia? Aquí, las claves para averiguarlo

 
Para ‘blindarse’ de los abusadores sexualesTenga cuidado con las redes sociales. Asegúrese  de que su hijo no publique información personal sobre él y su familia, como la dirección  de la casa, el colegio, los lugares que frecuenta.  También es importante evitar publicar fotos que llamen la atención de los acosadores: por ejemplo, fotografías en vestido de baño. Se recomienda que las redes sociales solo sean utilizadas por niños mayores de 13 años. Además, los padres deben tener las claves de acceso para monitorear los mensajes privados y las solicitudes de amistad.  No se confíe: no solo los hombres pueden ser abusadores sexuales; también las mujeres. Los abusadores, además,  tienden a tratar a los niños como lo harían con un adulto. Tenga cuidado: los niños que no reciben la suficiente atención en casa son altamente vulnerables por los abusadores sexuales, que primero intentan sustituir la figura de los padres para ganarse su confianza. Los hijos deben saber que sus padres están dispuestos a escucharlos sobre cualquier tema. Si en cambio sienten temor hacia sus papás, los hace más vulnerables.
 

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