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“El pelo es la señal más clara de africanía que tenemos. Llevarlo suelto es una apuesta política, no solamente estética”, afirma con el tino de un dardo Emilia Valencia.

Ella preside la Asociación de Mujeres Afrocolombianas, Amafracol, y desde hace varios años trabaja para construir nuevos estereotipos de belleza en Cali, unos que incluyan a las mujeres negras y sus cabelleras desafiantes.

Para muchas de ellas su pelo, suelto, ensortijado y al natural, es un acto que reivindica la tradición que heredaron.

Cuando eran esclavas, en América Latina las mujeres negras fueron obligadas a cubrir sus cabelleras y luego educadas para despreciar sus rasgos físicos, así fue como empezaron a usar productos químicos para alisarlo y negar su esencia, invisibilizar sus rasgos, “convertirse en mujeres políticamente correctas”.

Hoy le apuestan a la resistencia.

“Cuando llevo mi cabello suelto siento que cabalgan sobre mi cabeza cientos de saberes y de historias del pueblo negro”, asegura Emilia. Y enfatiza, en lo estético también sobrevive su legado: “con los peinados nuestros ancestros esclavos trazaban las rutas para escapar del yugo”.

“Aunque a simple vista el tipo de trenzado nos lleve a pensar en distintos peinados, la forma de las trenzas puede facilitar información de la persona, su edad, estado civil, religión o etnia a la que se pertenece… para algunas tribus el trenzado simboliza un vínculo de amistad y hermandad, que sobrevive de generación en generación”, reseña el portal Udare en el artículo El pelo en África no es sólo estética.

Emilia vuelve y acierta al decir: “los afrorrenacientes (negros nacidos en América Latina) deben saber que nuestra historia no comenzó con la esclavización".