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Cuando Basilia Murillo escuchó su nombre como 'Mejor Cocinera' en los Premios La Barra el pasado 7 de mayo en Bogotá, le temblaron las piernas. Sus manos estaban frías y temblorosas. En ese momento, después de muchos años, el conocimiento gastronómico ancestral que ella cocinó a fuego lento en Cali, era reconocido en todo el país.

No era solo Basilia, era el corazón del Chocó.

Tapa’o de pescado, cazuela de mariscos, triple y arroz de maíz son algunos de los platos que presentó y por los cuales obtuvo ese reconocimiento. Con ellos honra a diario la gastronomía de las comunidades negras del Pacífico Colombiano.

La tradición la aprendió de voz a voz, desde los primeros negros africanos que pisaron América hasta los oídos de personas como Basilia. Quizá, dice ella, la cocina es la forma más bonita de preservarla. “Me recuerda a mi abuela”, comenta mientras prepara el arroz de maíz, su plato preferido.

El impacto de las propiedades de la gastronomía afro en Cali ha sido tanto que el Festival Musical Petronio Álvarez, creó un espacio y realiza una muestra de comida para deleitar a los asistentes con los mismos sabores que sazonaron la historia del pueblo negro.

“Cocinar es un acto que nos libera y nos devuelve a nuestro territorio. Es una clara muestra de que estamos resistiendo y trabajamos para que nuestras costumbres no sean olvidadas en los libros de historia”, cuenta Orlando Mera, cocinero y dueño del restaurante La Negra María, en el norte de Cali.

Hay muchas personas trabajando la gastronomía como piedra angular de la cultura afro, señala. Él sueña, igual que Basilia, igual que muchos, que “lluevan premios y reconocimientos sobre esta cocina que además de ser sabrosa, guarda secretos milenarios”.