Cultura

Javier Peña en Cali: tras las huellas del gran infeliz que escribió ¡Que viva la música!

El escritor y podcaster español visitó esta ciudad en el marco del Festival Internacional de Literatura Oiga Mire Lea 2025.

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El escritor español Javier Peña, invitado del Festival Oiga Mire Lea, realizó la ruta Andrés Caicedo en Cali. Fotos Raúl Palacios / El País.
Javier Peña nació en 1979, en la provincia de A Coruña, parte de la comunidad autónoma de Galicia, pero desde hace más de 20 años está radicado en Santiago de Compostela, capital de esa región española. Estudió periodismo y lo ejerció por varios años, antes de concentrarse en la literatura. | Foto: Raúl Palacios

14 de sept de 2025, 04:07 p. m.

Actualizado el 19 de sept de 2025, 05:02 p. m.

I. La ruta caicedófila

El sol. Como estar sentado en una sala de espera y no decir nada. Así estaba Javier Peña cuando llegamos a su encuentro en el lobby del Hotel Spirito, la mañana de un viernes caluroso en el que, junto a Ángela Rosa Giraldo, decidimos hacer la ruta de Andrés Caicedo por los lugares que marcaron su vida y su obra literaria en Cali.

Peña no es otro que el escritor español detrás de la amigable voz que miles de seguidores escuchan en el pódcast Grandes Infelices, que en cada capítulo cuenta las vidas trágicas de escritores y escritoras de la literatura universal.

El escritor español Javier Peña, invitado del Festival Oiga Mire Lea, realizó la ruta Andrés Caicedo en Cali. Fotos Raúl Palacios / El País.
Javier Peña, como todo un caicedófilo, leyó en voz alta fragmentos de Andrés Caicedo en algunos de los lugares donde vivió el escritor caleño. | Foto: Raúl Palacios

Apenas el miércoles en la noche llegó desde México, donde participó en el Hay Festival Querétaro, y ahora está en Cali, donde presentó su nuevo libro Tinta Invisible y, por supuesto, habló de su extraordinario éxito como podcaster en la XI edición del Festival Internacional de Literatura Oiga Mire Lea.

Una semana antes hablamos vía WhatsApp, antes de tomar su vuelo de Madrid a México y, por alguna razón, concluimos que en esta ciudad alegre y fiestera no faltan los infelices, pero que ninguno más importante para la literatura que Caicedo, el autor de ¡Que Viva la Música!, novela que Peña descubrió hace algunos años en su primer viaje a Colombia.

“En 2022 vine por turismo a Cartagena, recuerdo que estaba interesado en llevarme libros de escritores colombianos, así que fui a una librería cerca del hotel y descubrí ¡Que Viva la Música!, me lo compré y empecé a leerlo en el hotel, leí como 15, 20, 30 páginas y me gustó mucho. Al día siguiente volví a la misma librería y compré otro ejemplar para regalárselo a un amigo escritor. A partir de ahí empecé a interesarme por la obra y la vida de este escritor, un poco pensando en Grandes Infelices y en Tinta Invisible. De hecho, me vi un par de documentales que hay en YouTube sobre Caicedo y pensé incluirlo en un capítulo de mi libro que iba sobre el suicidio de escritores, pero que al final no salió”, cuenta ante un gran mural de Andrés pintado en una pared del hotel.

Por esta razón, el escritor español aceptó la invitación a salir bajo este sol infeccioso en busca del gran infeliz caleño.

“Según los datos de audiencia, de toda América Latina, el país donde más me escuchan, más valorado y querido me siento, es en Colombia, por lo que tengo la deuda de hacer un episodio sobre un escritor colombiano”. Javier Peña

Para guiarnos, nadie mejor que Ángela Rosa, docente de literatura y especialista en la obra del escritor caleño, quien hace 18 años creó la Ruta de Andrés Caicedo, un circuito turístico y literario para caicedófilos.

La primera parada es el número 4N-84 del barrio La Flora, en el norte de la ciudad, donde estaba la casa de la familia Caicedo Estela, en la que vivieron algunos años, durante la infancia y juventud del escritor.

El escritor español Javier Peña, invitado del Festival Oiga Mire Lea, realizó la ruta Andrés Caicedo en Cali. Fotos Raúl Palacios / El País.
El escritor español Javier Peña ante la iglesia de Santa Mónica, donde velaron a Andrés Caicedo. | Foto: Raúl Palacios

“Él vivió aquí entre 1961 y 1974. De acuerdo a su hermana, Rosario Caicedo, fue donde más tiempo vivieron y más escribió Andrés. Luego se fue a vivir solo”, apunta con precisión Ángela.

De la casa original vemos que solo quedan los árboles, pero pocos metros más hacia la esquina hay otra que se conserva igual a la época cuando se construyó esta urbanización en los años 60.

Nos acercamos y observamos la fachada, igual a la que tendría la casa de los Caicedo Estela, cuando sale un hombre y nos pregunta con mal carácter qué buscamos, “la casa de Andrés Caicedo, el escritor”, dice Ángela.

“Aquí no es, busque más allá”, responde el inquilino como acostumbrado a que lo molesten por alguien que vivió en esta cuadra hace 50 años.

Nos despedimos y tomamos camino a la segunda parada. Mientras vamos en carro, Ángela comenta: “Ahora la gente está muy desconfiada, qué más esperar con lo del atentado”.

II. Flores para Andrés

—Tome un poco de bloqueador solar, por aquí este sol lo puede insolar —dice Ángela, pasándole una botella plástica a Javier.

Obediente, el escritor extrae un poco de crema blanca y se la frota en brazos y rostro, mientras dice: “No tengo nada en contra del calor, me afecta más el frío en donde vivo: Santiago de Compostela, que puede ser paralizante”.

Ahora vamos para el barrio Santa Mónica, a la Academia de Dibujo Profesional, en cuyo edificio quedaba el Colegio Alemán El Pilar, donde estudió Andrés Caicedo y que está retratado en El Atravesado.

—Aquí enviaban a los adolescentes más complicados, los que no recibían en ninguna parte —dice Ángela.

El escritor español Javier Peña, invitado del Festival Oiga Mire Lea, realizó la ruta Andrés Caicedo en Cali. Fotos Raúl Palacios / El País.
Javier Peña, invitado del Festival Oiga Mire Lea, realizó la ruta Andrés Caicedo en Cali. En la imagen se encuentra en la casa donde estuvo la mítica comuna artística Ciudad Solar, de la que hizo parte el escritor caleño. | Foto: Raúl Palacios

Buscamos la sombra en la recepción del lugar, pedimos permiso para entrar, pero lo niegan. “Tenemos la orden de dejar pasar solo personal autorizado, no podemos poner en riesgo a los estudiantes”, dice el guardia de seguridad.

Así que afuera, soportando unos rayos solares que enceguecen, en reivindicación del estudiante Caicedo, leemos un fragmento de El Atravesado, en el andén del edificio: “A mí el primero que me enseñó a peliar fue mi amigo Édgar Piedrahíta, que fue el que fundó, con su novia Rebeca, la Tropa Brava. Fue el que me enseñó a usar la derecha, bien pueda tóquela. Ahora toque la izquierda, ¿qué diferencia, no? Claro que antes de que Édgar me enseñara, yo ya me daba con los de mi clase, en tercero, en El Pilar. Mejor dicho, me daba con todos, y a todos les daba...”.

Pocos metros más allá, la guía nos señala la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, más conocida como la iglesia de Santa Mónica Norte, “allí fue donde lo velaron, aunque de la Arquidiócesis no querían dejar, porque se había suicidado, pero doña Nellie, la mamá de Andrés, que era amiga del sacerdote, logró que hicieran allí las honras fúnebres”, cuenta.

“Este recorrido me permitió imaginar algunas escenas de la vida del escritor caleño, ver una casa o la escuela donde estudió, son como detonantes para la imaginación. Nunca supuse poder conocer a Andrés Caicedo con esta cercanía”. Javier Peña

Javier y yo quedamos impresionados al imaginar la escena que narró Ángela, mucho más que viendo la misma iglesia donde estuvo el joven cadáver del escritor caleño.

En frente del templo —agrega la caicedófila—, donde ahora hay un edificio, “vivieron durante algunos años los Caicedo Estela, en la primera infancia de Andrés, y fue en esa misma parroquia donde vio cine por primera vez, porque los sacerdotes en esa época proyectaban películas”.

El escritor español Javier Peña, invitado del Festival Oiga Mire Lea, realizó la ruta Andrés Caicedo en Cali. Fotos Raúl Palacios / El País.
Javier Peña confesó que fue la primera vez que llevó flores a la tumba de un escritor. | Foto: Raúl Palacios

De nuevo en el carro, pregunto a Javier Peña por su afición por contar las historias trágicas de escritores y escritoras, en su mayoría ya muertos.

“Prefiero trabajar con muertos, porque se quejan menos que los vivos, aunque la familia a veces también se puede quejar. De hecho, el único escritor vivo que retraté en Grandes Infelices es Salman Rushdie, alguien que no creo vaya a escuchar el episodio realmente”, responde.

Y complementa, excusándose de su “tragedio-filia” literaria, “lo que pasa con Grandes Infelices es que me permite explorar la parte de infelicidad de las personas que crean esas obras que nos dan tanta felicidad. Muchas veces no pensamos en los sufrimientos detrás de la creación, tú puedes ver, por ejemplo, una enorme catedral del Siglo XVII, una maravillosa obra arquitectónica, pero no sabes cuánta gente murió construyéndola, y sucede igual con el arte en general, no nos paramos a pensar en lo que hay detrás de las obras que más amamos. Entonces, para mí la parte feliz es la obra y la parte infeliz es todo lo que está detrás de eso, como las vidas de los artistas”.

Entretanto, llegamos al Cementerio Metropolitano del Norte, adonde fuimos —con un pequeño ramo de flores: un clavel rojo, un girasol y pequeños narcisos— para honrar la memoria del escritor caleño.

Atravesamos un grupo de gente que asistía a una cremación y en el que escuchamos el grito desgarrador de una mujer, hasta que llegamos a la tumba, ubicada pocos metros más allá de una casuarina cola de caballo —llamado también árbol de la tristeza—.

El escritor español Javier Peña, invitado del Festival Oiga Mire Lea, realizó la ruta Andrés Caicedo en Cali. Fotos Raúl Palacios / El País.
En el mismo cementerio están sepultados también los padres de Andrés Caicedo. Javier Peña leyó un fragmento de ¡Que viva la música! ante la tumba del autor caleño. | Foto: Raúl Palacios

Leemos los nombres y fechas en la escueta lápida: “Juan Roberto Quevedo (Agosto 9 de 1974), Andrés Caicedo Estela (Marzo 4 de 1977)”.

—El otro que está aquí enterrado es un sobrinito de Andrés, un niño que murió años antes que él —nos aclara Ángela.

Hasta ahora no hay un ritual para agradecer a los escritores muertos por la felicidad que nos proporcionan sus libros, pero siguiendo un poco el estilo underground de los jóvenes pandilleros cuando despiden a los suyos, hicimos un momento de silencio mientras con un celular dejamos sonar Street Fighting Man, de The Rolling Stones: “Cause summer’s here and the time is right, for fighting in the street, boy”.

III. Unidos por la tinta invisible

—Al fondo —Ángela señala con su mano— están sepultados los padres de Andrés, don Carlos Alberto y doña Nellie Estela de Caicedo.

—Su mamá fue quien pagó la impresión de El Atravesado, y su padre, con el que tuvo una relación bastante complicada en vida, terminó siendo el albacea y principal difusor de la obra póstuma de Andrés —agrego yo, como esbozando la novela familiar del escritor.

Javier Peña - Grandes Infelices
Javier Peña también es autor de las novelas Infelices (2019) y Agnes (2021). Su libro más reciente es el ensayo autobiográfico Tinta Invisible. | Foto: IG @javierpenalopez1979

—Sí, hay un video en YouTube donde el papá dice que la relación que nació entre ellos dos después de muerto fue muy linda. De algún modo, a través de todo lo que dejó escrito su hijo, se reconciliaron, y don Carlos permitió que empezaran a publicar su obra sin censuras. Después de que él murió , en 2010, empezaron los problemas entre las hermanas —completa Ángela.

—Es curioso —interviene Javier— porque yo tampoco tuve una gran relación con mi padre, pero, en medio, siempre nos unían las historias y los libros, dado que él era un gran lector y siempre me hablaba sobre las vidas de los escritores y escritoras que admiraba.

La influencia del padre es definitiva en su pódcast y, en particular, para su libro Tinta Invisible, cuyos capítulos están estructurados por las visitas del escritor a su padre, los diálogos literarios que sostuvieron en el hospital donde pasó sus últimos días.

“La principal motivación para hacer el pódcast fue la enfermedad y muerte de mi padre, porque me di cuenta, en las semanas que pasé con él, que realmente solo sabíamos conectarnos a través de historias. Él murió el 23 de noviembre de 2021 y en diciembre empecé a escribir el primer guion de Grandes Infelices. Creo que era una forma de seguir comunicándome con mi padre, como si siguiera contándole esas historias de vidas de escritores que, cuando yo era niño, él me contaba y ahora yo se las estuviera devolviendo”.

Javier Peña - Grandes Infelices
Los capítulos de Grandes Infelices están disponibles en Spotify. | Foto: Blackie Books

—Tinta Invisible puede leerse como las Mil y Una Noches de un hijo con su padre, al tiempo que es una defensa de la literatura no solo como entretenimiento, sino como una forma de transmitir amor... —comento sobre su libro.

—Claro que sí, me hubiera encantado haber tenido mil y una noches con mi padre, y cada día, que él me dijera: “Cuéntame la historia de un escritor”. Ahora van a ser tres años desde que inicié el pódcast, contando historias como si él me escuchara. Supongo que es una forma hermosa de cubrir ese vacío que me ha dejado.

Periodista y escritor, entre sus publicaciones destaca el volumen de ensayos ‘Libro de las digresiones’. Reportero con experiencia en temas de cultura, ciencia y salud. Segundo lugar en los Premios Jorge Isaacs 2022, categoría de Ensayo.

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