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El padre Torvic participó el año pasado en El Desafío The Box. Y quiere la revancha.
El padre Torvic participó el año pasado en El Desafío The Box. Y quiere la revancha. | Foto: Canal Caracol

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El padre Torvic, un sacerdote católico, exparticipante del Desafío, salsero, fitness y emprendedor

Este cura bugueño quiere ir por la revancha en el Desafío, y ha creado un vino para financiar su pastoral juvenil Parchando con Jesús.

1 de diciembre de 2023 Por: Redacción El País

Este bugueño de 33 años —el 19 de diciembre cumplirá 34—, cuenta con más de 96.000 seguidores en las redes sociales y una parroquia llena de feligreses, cada que da misa o reúne a los jóvenes en su pastoral. Y aunque no ganó el Desafío 2022: The Box 2 —ganaron Ceta y Valkyria y él fue el participante #14 en salir—, el padre Torvic ha sumado más devotos de Dios con su flow y su carisma.

Este sacerdote católico diocesano, Víctor Hugo Gaviria Molina, mejor conocido como padre Torvic, guarda la esperanza de regresar por la revancha a este reality (Caracol TV), por lo que a la par con su preparación espiritual, va al gimnasio, practica natación, ciclismo y baila salsa. No en vano fue invitado al cierre del pasado Festival Mundial de Salsa. Ahora creó Vinos Torvic, un emprendimiento para recoger fondos para su pastoral y suplir las necesidades familiares, como el tratamiento del cáncer de su mamá, quien falleció recientemente.

El sacerdote católico cumple su labor en la parroquia de la Santa Cruz, en Tuluá, Valle.
El sacerdote católico cumple su labor en la parroquia de la Santa Cruz, en Tuluá, Valle. | Foto: Archivo Padre Torvic

¿Qué le dejó la experiencia del Desafío?

Fue muy gratificante conocer facetas mías que desconocía desde mi realidad sacerdotal. Siempre he hecho deporte empíricamente, pero entrené Crossfit para esta experiencia. Además de la parte deportiva, se trata de conocer las fragilidades humanas y afrontar una situación de extremo control. Aunque en la televisión todo se ve grande, mentiras, el set es pequeño, el encierro para mí fue muy fuerte. Para algunas personas es difícil restringirse en la alimentación, yo estoy acostumbrado a hacer ayunos, y no me afectó. Otra cosa bonita es aprender a ser sincero con los sentimientos, uno, más que todo de hombre, calla lo que siente, la nostalgia, las tristezas, las lágrimas, pero el Desafío me enseñó que no hay que ocultar los sentimientos.

¿Qué rasgos de su personalidad descubrió en este reto?

Pensé que manejaba muy bien el encierro, por la experiencia de los retiros espirituales, pero no se compara, la gente tiene la concepción que retiro es aislarse, pero en los retiros tenemos celulares, en el Desafío no teníamos ni un libro. Descubrí que me cuesta esa quietud.

¿Por qué decidió participar en el Desafío?

Desde los 12 años vi el reality que presentaba Margarita Rosa de Francisco, Expedición Robinson, que luego se llamó El Desafío, y desde peladito decía “algún día quiero estar allá”, y ahora de sacerdote volvió a aparecer el deseo, y llegó la oportunidad bonita de realizar un sueño desde mi humanidad. Era un reto para mí como sacerdote estar en el programa. Sabía que iban a venir los comentarios negativos, me decían: “Usted va a terminar como el padre Lineros, se va a retirar del sacerdocio, va a perder su vocación por tanta chica bonita que va a encontrar allí”. Pero yo quería evangelizar y por eso tuve el aval del Obispo. Rezábamos el rosario en la noche. Jóvenes que nunca habían tenido la experiencia de iglesia, como Hugo Ossa me decían: “Padre, yo no lo rezo completo, pero me uno en una casillita”, era muy grato tener la experiencia de Dios en el programa.

En algún momento pensó en salirse de la competencia, ¿por qué?

Así es, porque tuve un cuadro de ansiedad, pero me sobrepuse y dije: “No voy a salirme por mi voluntad, sino cuando me toque, porque compita y pierda”, y eso fue lo que pasó. Las últimas competencias tenían pruebas de suerte, había una balanza y había que poner unos cubos y eso se me descuadró, y el que venía de último llegó, lo hizo más rápido y ganó. Me iba bien en pruebas de equilibrio y agilidad, en fuerza, no tanto.

Cuando llega del Desafío, ¿cómo fue la reacción de su comunidad?

Fue muy curioso, la gente comenzó a verme distinto. Yo siempre he sido el padre Víctor, pero después del Desafío, soy el padre Torvic y las señoras, que siempre me han visto en misa, eran pidiéndome fotos, y yo les decía “¿y antes por qué no me pedían fotos?”. Concluí que la pantalla engrandece a un ser humano, por eso es que estos famosos son propensos a sentirse más que los demás, porque las luces enceguecen. Yo no quiero que eso pase en mi vida, quiero mantenerme sereno, tranquilo.

¿Por qué decidió hacer vino? ¿Es de consagrar?

Noooo... es un vino abocado, dulcecito, muy rico. Yo hice una experiencia de misión en Cuba y un amigo médico, psiquiatra, hacía vino en su casa y me enseñó. En el programa Día a Día, Carolina Cruz me preguntó: “¿Qué sigue después del Desafío?”. Y le dije, por decir cualquier cosa, “voy a hacer vinos” y llegué a la casa a diseñar Vinos Torvic. Parte de las ganancias son para destinarlas a mi labor en la Parroquia de la Santa Cruz, en Tuluá, que está en un sector catalogado como zona roja, de muy bajos recursos y problemáticas de violencia y consumo de drogas. Pero jamás he tenido dificultades con la comunidad; a la misa van jóvenes, adultos, niños y ancianos. La economía siempre se necesita, es bíblico, San Pablo dice “quien no trabaje, que no coma”. Y estoy formando un grupo juvenil: Parchando con Jesús, y necesito recursos.

¿Cómo surgió su vocación y qué es lo más satisfactorio de ser cura?

No pensaba ser sacerdote, sino ingeniero agrónomo, soy tecnólogo en administración de empresas agropecuarias. A mis 17 años tenía una visión fatalista de la vida, pensaba para qué estudiar o tener un hogar si iba a morir, eso me llevó a un grupo juvenil de la iglesia, conozco de Dios, me voy enamorando y adquiero un sentido de la vida. Me encarreto y aparece la vocación. Lo más lindo es ser testigo del dolor y consolar; que a tu vida lleguen personas con muchas tristezas y puedas escucharlas.

Dato clave

El vino Torvic es hecho de Uva Isabella, envejecido. El sacerdote se ingenió el logo y el slogan: “Familia que reza unida, permanece unida”. Para él, la oración en familia es una práctica que no hay que dejar morir. “Cuando Dios sale del hogar, le damos cabida al diablo y hace de las suyas”. Informes: 3144115077. o en su IG: @padretorvic.

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