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El padre 'Chucho', una figura de odios y amores

El formador de sacerdotes, el padre Álvaro Zapata escribió un artículo para un medio de la Conferencia Episcopal, sin nombrar al Padre Chucho, en el que criticó el papel de los sacerdotes en la sociedad de consumo.

15 de marzo de 2015 Por: Lina Maria Álvarez y Meryt Montiel Lugo | El País

El formador de sacerdotes, el padre Álvaro Zapata escribió un artículo para un medio de la Conferencia Episcopal, sin nombrar al Padre Chucho, en el que criticó el papel de los sacerdotes en la sociedad de consumo.

En plena participación del Padre Chucho en ‘Tu cara me suena’, el formador de sacerdotes, el padre Álvaro Zapata escribió un artículo para un medio de la Conferencia Episcopal señalando que “a la luz de la identidad sacerdotal no es admisible que un sacerdote desfigure la llamada (de Dios) permitiendo que la sociedad de consumo lo convierta en títere de sus intereses económicos y termine siendo un payaso de la sociedad. Produce dolor y molestia cuando se evidencian sacerdotes que aceptan convertirse en pan y circo para el pueblo”, reza uno de los párrafos. Padre 'Chucho' habla sobre su participación en 'Tu Cara me Suena' y las críticas que generóNo mencionó al padre Chucho, pero él y muchos de los que leyeron el artículo sabían que la indirecta era para este sacerdote bogotano que por su trabajo pastoral, sus masivas misas y su otrora participación en programas como Muy Buenos Días y Cura para el Alma, del Canal RCN, se convirtió en una celebridad nacional o como dicen sus detractores, en un “cura-showman” o “figureta”. Lo que más le entristece al Padre Chucho es que “también sea víctima de los odios de la gente de la misma Iglesia”. Sin embargo, no se amilana para responder con contundencia:“Yo le respondo a este padre que ojalá los sacerdotes fuéramos todos payasos. Porque esa es la idea, colocar la sonrisa y la alegría de Dios en el corazón de un hombre que sufre”. Y recita el Salmo 41: Si tú llevas la alegría al que está triste, Dios alegrará los días de tu vida en esta tierra. “Yo sí tengo ganas de ponerme un pompón en la nariz”, continúa este cura que tiene la edad de Cristo y unos meses largos. “Yo quiero ser un payaso. Que un sacerdote diga esto en un medio es humillante. Para mí es un insulto contra los payasos, porque ellos también valen. Y sí, yo soy un payaso que pone la risa de Dios en el rostro de los que lloran”, sostiene.Pero enseguida, también pide perdón a los que “he podido maltratar con mi actuación, pero mi ganancia son las sonrisas que le he sacado a la gente”.Jery Sandoval, una de las artistas que participó en ‘Tu cara me suena’ junto al Padre Chucho no está de acuerdo con las críticas que le han hecho al sacerdote por su participación en el programa de imitaciones de estrellas del Canal Caracol.La gente siempre va a hablar, manifiesta, quieren que los curas sean casi santos y no, son humanos y cometen errores. Pero no siente que sea un error que haya estado en el programa, “al contrario, le dimos la vuelta al diablo y pudimos mencionar el nombre de Cristo varias veces en horario ‘prime time’. Qué mejor que alguien con esa energía tan bonita y esa luz para mostrarlo. Yo solo vi cosas positivas en el padre, no vi nada extraño ni negativo”.La barranquillera resalta además que el sacerdote jesuita es el “padre más divertido que he conocido. Él se da mucho con los jóvenes, pero sin perder eso que tienen los sacerdotes, que son bien puestos en su sitio, si hay una pelea tratan de calmar las cosas, nunca le vi una falla y no cometer ni un solo error es cuestión de sabios”.Esa capacidad de conciliación del cura también la resalta el actor Jimmy Vásquez, quien rememora que hubo un momento de mucho estrés en el programa, sobre todo porque a una de las participantes no le estaba yendo bien y fue el Padre Chucho quien apaciguó los ánimos.Lo que opinan los que lo conocenA los 8 años se subía a una silla para sentirse más grande y hacía como si celebrara matrimonios; bautizaba a las muñecas de sus hermanas y cuando moría algún pajarito por culpa del invierno, le pedía a su papá que le consiguiera una cajita de madera, de esas donde empacan los bocadillos veleños, para hacerle el ataúd y enterrarlo. “Y todos íbamos detrás en el entierro del pajarito, cantando y todo”. De esta manera recuerda la sicóloga Gloria Orjuela, una de sus tres hermanos, la forma en que, desde pequeño, Jesús Orjuela se vislumbraba como sacerdote. Por seguir su vocación fue el primero en marcharse de ese hogar conformado por el bogotano Luis Orjuela y la santandereana Gilma Pardo, propietarios de una próspera empresa de plásticos desechables. Estaba en décimo grado cuando decidió internarse en el Seminario. Es un convencido, asegura su amigo el abogado Pedro Ávila, de que el Evangelio debe llevarse a la práctica, que un sacerdote no puede limitarse a cumplir con las ceremonias y ritos religiosos, ni encerrarse en su parroquia, sino que debe trabajar afuera por y con sus feligreses.De ahí, dice el jurista, que lo primero que él hace al llegar a una nueva parroquia es ver quiénes conforman su comunidad, los talentos que hay en ella, se hace muy amigo de los pobres para impulsarlos, trabaja para que la gente se integre y la parroquia tenga ese sentido de buscar el bien común.Con una alegría y energía desbordantes, este trigueño de cuerpo delgado pero atlético, producto de su pasión por el deporte, motiva a sus feligreses a conformar grupos artísticos, culturales, deportivos, que presten servicio social y por supuesto, a gozarse las celebraciones, a reconocer en ellas a un Dios vivo, alegre. “Una de las mejores experiencias que uno puede tener es una misa celebrada por el Padre Chucho”, sentencia Ávila.En su afán por buscar a sus ovejas, agrega Ávila, fue de los primeros en Bogotá en oficiar eucaristías en centros comerciales, en parques y en instituir misas de sanación para los enfermos los días 14. Y cuando pasó a la televisión se hizo mucho más popular. Popularidad que le ha traído todo tipo de habladurías: han dicho que está casado, que tiene hijos; que es un cura ostentoso porque le gusta lucir ropa y accesorios de marca; que es petulante, que anda en carros de alta gama y con guardaespaldas. Ante comentarios como estos, colaboradores del Padre Chucho como Édgar Barrera, se ríen.Barrera, de 38 años, casado, padre de dos hijos, quien labora junto al sacerdote hace 15 años y cuya función es la animación litúrgica, argumenta riendo que “como somos gorditos la gente cree que los que andamos con él somos sus escoltas. No, somos amigos, y como en la celebración se necesita que alguien cante, pues estamos ahí, a su lado”. Y sobre los carros en los que el padre se desplaza explica que hay gente que nos quiere y tiene carro bonito y nos subimos en él; pero si hay disponible un Renault 4 también nos subimos los 3, 4 o 5 que quepamos. No estamos en función de ‘chicanear’, como dicen por ahí, sino de llegar a tiempo. Andamos en varios carros, sí, pero prestados, dice riendo. Acusado de explotación laboral por una de sus colaboradoras de la parroquia; de perturbar a los vecinos con el ruido de sus novenas y misas en espacio público e incluso, de robo y estafa, el Padre Chucho está tranquilo, pues como dice, no se deja intoxicar. Asegura que en los procesos judiciales en su contra pudo demostrar su inocencia y precluyeron.Su amigo desde antes de que fuera cura, el abogado Pedro Ávila, advierte que el padre es “muy escrupuloso y no se va a prestar para ningún tipo de situación irregular ni mucho menos delictiva”.

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