El pais
SUSCRÍBETE
David y Alejandro, de 14 y 9 años. | Foto: Especial para El País

YOUTUBE

David y Alejandro, los niños que desde el campo enseñan cómo sembrar a través de YouTube

Nubia Gaona y sus dos hijos, de 9 y 14 años, enseñan a los cibernautas a sembrar. Luego de tres días, su primer video en YouTube logró más de un millón de reproducciones.

6 de mayo de 2020 Por: Natalia Arboleda M., del Semillero de Periodismo UAO- El País

De pie frente a un teléfono móvil, los Gaona le hablan a una cámara. Eso no es lo que harían en una mañana habitual en medio del campo, pero después de ese día nada sería como lo habitual.

“Hoy les vamos a enseñar cómo una familia de campesinos decide volverse youtuber”, le dice Alejandro a la cámara por primera vez. Una voz femenina continúa con el discurso: “yo soy Nubia Rocío Gaona, una mujer campesina y madre cabeza de familia”, explica con una sonrisa mientras sus hijos se sientan a su lado. Dos minutos y la cámara de un celular, fueron suficientes para que los Ganoa empezaran a soñar. En medio de un paisaje verde, en Chipaque, municipio de Cundinamarca, en donde a muchos sectores aún no llega el internet, una familia de campesinos decide volverse youtuber.

Nada fue planeado, ni siquiera el discurso. Lo único planeado eran las ganas de cumplirle el sueño de ser youtuber a David, el hijo mayor de Nubia. Una vez terminaron de grabar el video, Juliana Zapata, la propietaria del teléfono, se devolvió a Bogotá para editar.

La idea principal era crear un canal para que las personas aprendieran a sembrar desde casa. “Hagamos esto viral y que nadie se tenga que ir a dormir con hambre sabiendo que podemos cultivar nuestros alimentos”, dice Alejandro en medio del video, como si de una premonición se tratase.

Lea también: Los músicos de Cali no se 'rajan' y se reinventan en medio de la cuarentena por el coronavirus

A los cinco días de ese primer encuentro con la cámara y con la ayuda de Juliana Zapata y Sigifredo Moreno, unos vecinos de la zona, fue que el video pudo ser publicado en un canal de Youtube llamado ‘Nubiaehijos’.

“Yo compartí el video y lo comencé a mandar por los grupos de WhatsApp que tenía. Con 200 suscriptores nos sentíamos bien para contarle a Alejandro que su sueño había comenzado. No veíamos venir todo lo que pasó después. A las 8 horas ya teníamos 10.000 suscriptores en YouTube y a las 24 horas, los primeros 100.000. Yo estaba en Bogotá, así que no pudimos contarle a Nubia hasta el día siguiente”, comenta Sigifredo Moreno.

A los tres días ya tenían un millón de reproducciones y todas las redes sociales colapsadas. No era para menos, Nubia y sus hijos son la imagen de muchas familias campesinas de nuestro país, de esas que desde las zonas rurales cosechan la tierra para traer la comida a la ciudad. De esas, que muchas veces, se invisibilizan porque la empatía parece no llegar al campo.

Sin cámaras y a pie

Antes de siquiera pensar en prender esa cámara, antes de que la pandemia llegara a Colombia, Nubia Gaona Cárdenas y sus hijos, David Arley Gaona Gaona, de 14 años, quien cursa octavo grado, y Alejandro Riveros Gaona, de 9 años, estudiante de cuarto de primaria, pasaban la mayor parte del día en el colegio, el Pío Décimo de Chipaque.

Siempre estaban juntos. En las madrugadas, cuando aún era ausente la luz del sol, Nubia comenzaba a organizarse. Primero un tinto para el frío, y después, alistaba las cosas para que sus hijos fueran a estudiar, luego se alistaba ella. Al salir de su casa, caminaba una hora y media para llegar al colegio, en donde trabaja limpiando las instalaciones. Sus hijos llegaban después en una ruta estudiantil.

En las tardes, volvían a casa, a un terreno lleno de pasto y de siembras de plantas aromáticas. Son los tres, en medio de ese terreno. Alejandro y David son una extensión de Nubia, así lo deja ver ella, cuando, inconscientemente, siempre tiene a uno entre sus brazos.

Hace dos años, cuando su esposo murió, ella asumió las responsabilidades de la familia. Así que esa hora y media de caminata diaria para llegar a su trabajo la hace por ellos. No se queja. Para ella, caminar entre el campo es paz. “Uno se acostumbra a la caminada, ya no me parece tan lejos. Además, ir al colegio me gusta, los niños lo alegran todo”, comenta.

Desde que cerraron los colegios como prevención al contagio del Covid-19, la rutina de la familia cambió. Los niños hacen los talleres que sus profesores les mandan, y Nubia, que aún debe ir algunos días al centro educativo, aprovecha para entregar los talleres de sus hijos.

Mientras su mamá no está en casa, ellos juegan en el campo. Tienen un televisor, pero la señal de parabólica no llega hasta allá, así que se entretienen jugando con Luna, la perra que desde hace seis meses acompaña a la familia. También siembran, más por gusto que por obligación. Para ellos, que se criaron en medio árboles y montañas verdes, trabajar la tierra es algo fácil y divertido.

La rutina les cambió, ahora sin las largas jornadas estudiantiles y de trabajo, decidieron apostarle a un sueño.

Soñar en familia

Lo poco rentable que son las labores del campo fue una las razones para que el 25 de abril, ese teléfono móvil del que se grabó el primer video, se convirtiera, para ellos, en una herramienta más de trabajo. Ya no eran solo palas, semillas y tierra. Ahora, mientras cultivan, también le hablan a una cámara.

Aun les produce nervios grabar, pero se lo disfrutan. El segundo video fue más corto y lleno de emoción. Atrás, se puede ver a Alejandro y David sacando tierra con una pala; frente a la cámara, está Nubia de botas y ruana: “como ven, estamos sacando tierra de nuestro vecino porque no nos alcanzó para los pedidos que tenemos”, comenta ella con una sonrisa.

Los pedidos a los que se refiere son de unos kits para sembrar en casa, que comenzaron a ofrecer desde el primer video, junto a los líderes de Huertos de la Sabana. Todo, para solventar la crisis económica que ha generado la pandemia.

Nubia, que conoce bien el campo, sabe lo costoso que es sembrar. Sigifredo, que es amigo de la familia y vecino de un terreno, sabe que durante estos días la cosecha no se compra a lo justo. Algo había que hacer. Por eso, juntos estructuraron la idea de David de querer ser youtuber y la de la familia de desear llevar el campo a los hogares. La idea era vender de 50 a 100 kits, pero después de que el video se hizo viral, han llegado miles de pedidos.

“Ahora estamos sacando tierra para poder cumplirles a quienes confiaron en nosotros y pensando en nuevas ideas para subir al canal”, afirma Nubia, pues les han escrito de Italia, Alemania, Rusia, Australia, Francia y Estados Unidos, la mayoría de esos mensajes, de colombianos en el exterior conmovidos por su historia. También, le han hecho donaciones a la familia.

Sin esperar nada, y con la nobleza que caracteriza a las personas del campo, los Ganoa se volvieron youtubers. En los videos aparecen los tres junto a Luna, y a veces, muestran a Marqueza, la vaca de la familia. A una hora y 14 minutos de Bogotá, donde no llega el internet, hay una familia de tres que frente a todo pronóstico, hoy revoluciona las redes y las crisis con lo que mejor saben hacer, sembrar en el campo.

Sobre Huertos de la Sabana

Hace tres años, cuando la familia Gaona conoció a Sigifredo Moreno y a su esposa, esos vecinos que los ayudaron a grabar, también comenzaron a hacer parte de ‘Huertos de la Sabana’, un emprendimiento social que busca que no haya intermediarios entre el campesino y un posible comprador.

Los campesinos, según lo manifiesta Sigifredo Moreno, creador del proyecto, son víctimas constantes de una “cadena de deshonestidad”.

“Cultivar no es algo rentable para ellos. Entre un campesino y un posible comprador puede haber de 7 a 8 intermediarios. El trabajo duro lo hacen los campesinos, ellos siembran, cuidan, trabajan la tierra desde muy temprano, pero su trabajo no se ve reflejado en términos económicos”, comenta Moreno.

AHORA EN Entretenimiento