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"No hay que tomar el fútbol tan en serio": Fernando Savater

El filósofo español habla con El País, sin pelos en la lengua, sobre la famosa frase racista de Donald Trump, las declaraciones del papa Francisco, las disputas de la Copa América y la crisis griega, entre otros asuntos de la actualidad internacional.

5 de julio de 2015 Por: Paola Guevara, Editora de Vé.

El filósofo español habla con El País, sin pelos en la lengua, sobre la famosa frase racista de Donald Trump, las declaraciones del papa Francisco, las disputas de la Copa América y la crisis griega, entre otros asuntos de la actualidad internacional.

Ha sido profesor de filosofía por más de 30 años, así que su oficio es pensar.  Y con esos pensamientos ha llenado las páginas de más de 50 libros, entre ensayos filosóficos, políticos y literarios, narraciones y teatro. No obstante, no hay nada  acartonado en su forma de escribir ni de hablar pues, como buen discípulo de Voltaire, se impone la tarea de comunicarse con  el público “de a pie”.  Estudiar es su otra pasión, por eso tiene en su haber varios doctorados honoris causa, otorgados por universidades de España, Europa y América. Caballero de las Artes y las Letras de Francia, entre muchos otros premios internacionales, ha formado parte de movimientos cívicos de lucha contra la violencia terrorista en el País Vasco, como ‘Basta Ya’. Desde Madrid, España, reflexiona sobre diversos temas del acontecer internacional, y lo hace con su habitual desparpajo y sentido del humor. Esto nos dijo este librepensador, para el que no hay temas vedados.    En su  libro ‘Política de urgencia’, usted dice que la abundancia de ideas no es señal de gran inteligencia, sino   de poca depuración. ¿En qué cree usted? Creo en la social democracia clásica, la que funciona desde lo electoral y lo administrativo, con respeto por  los derechos y las garantías. Con preocupación por lo social, por mantener la igualdad, por el apoyo a los menos favorecidos y que no solo viva en función de la productividad. También advierte sobre los peligros del ‘Totalitarismo light’ en nuestra época. ¿A qué se refiere?Ha habido totalitarismos muy fuertes, por ejemplo en el siglo pasado en Rusia, en Alemania, pero en nuestro tiempo hay otras formas de totalitarismo que usan la apariencia de democracia pero que en el fondo son  excluyentes y no dan espacio a la oposición,  como en  Venezuela. También hay otro totalitarismo que impone la visión de los grandes capitales, como en la Italia de Berlusconi. Sería muy duro decir que Berlusconi es un totalitarista, pero  allí están presentes algunos rasgos de lo que llamo ‘totalitarismo light’.  Usted critica duramente a los ciudadanos que se creen mejores que los políticos y les endilgan toda la responsabilidad sobre lo que ocurre   sin hacerse la pregunta de oro: ¿Y quién los eligió? Mi ciudadano ideal es aquel que reconoce que una democracia tiene obligaciones, no solo derechos. El que sabe que, si no juega, otros jugarán por él y  en su contra. Decir “no me meto en política” o “no me gusta la política” es como decir “la vida no me interesa”, porque la política está presente en  todos los aspectos de la vida.  Mal harían los griegos de hoy en decir que lo que les ocurre es culpa solo de Tsipras, porque ellos  lo eligieron, y es injusto echarle la culpa a los cuatro o cinco políticos recientes cuando han vivido mucho tiempo de malas decisiones políticas, mucho tiempo de tolerancia a la corrupción y de falta de rigor en el cobro de impuestos. Los ciudadanos están donde su desinterés por lo político los ha llevado.  Su más reciente  libro lo dedica a las ideas de Voltaire. ¿Por qué creyó necesario traerlo a valor presente?Voltaire ha vuelto por cuenta del fanatismo extremo y por    los crímenes con móvil ideológico que estamos viendo. En una democracia es normal que haya gente con ideología distinta a la propia, pero es anormal matar al que  piensa distinto. La libertad de conciencia es un derecho, pero no una obligación. La conciencia religiosa de una persona  no obliga a los demás.  Se refiere a la tragedia de Charlie Hebdo, donde extremistas islámicos asesinaron a varios caricaturistas...Desde que ocurrió la tragedia de Charlie Hebdo, en París salió la gente a marchar con pancartas que llevaban el rostro de Voltaire. El ‘Tratado sobre la tolerancia’, escrito por Voltaire, se convirtió en  best seller de Francia en las siguientes semanas. Fue un movimiento espontáneo, la gente recordó  lo dicho por Voltaire hace dos siglos. Algunos que hemos sido volterianos nos alegramos por ello y, en mi caso,  decidí dedicar  mi nuevo libro a recoger y explicar sus ideas. ¿Cuál es la idea de Voltaire que le resulta más inspiradora  para nuestro tiempo?Voltaire me gusta porque mezcla la claridad de expresión con el humor, es un escritor al que uno lee por gusto, no por obligación. Hoy en día solo estás obligado a prestarle atención, si acaso,  al profesor en la escuela o al sacerdote en la iglesia, si en eso crees.  En cambio al escritor se le lee por gusto, no  por obligación. Voltaire se dio cuenta de eso y fue el primero en seducir con humor, a la gente le gustaba y, aparte, aprendía de sus ideas. ¿Qué les responde a quienes sostienen que Charlie Hebdo “provocó” la tragedia  al ofender la fe religiosa de los islámicos con sus caricaturas?Quienes dijeron que hubo provocación por las caricaturas de Charlie Hebdo no entienden lo que significa ni la libertad ni la democracia. Son los mismos que ven a dos gays besándose en la calle y lo consideran “agresivo”, porque en su visión del mundo no existen las libertades de los demás y creen que su forma de pensar es obligatoria para todos.   Las caricaturas de Charlie Hebdo eran más o menos crueles, pero eso forma parte de la libertad democrática. Nadie estaba obligado a comprar la revista y mucho menos a leerla. Cuando a mi me invitan a sentarme a la mesa de amigos católicos no hago chistes anticlericales, y si acaso los hago espero que me digan “fuiste muy grosero, no te vuelvo a invitar a mi casa” y lo entiendo. Lo que no entiendo es que mi amigo saque un hacha y me mate.  Hay otras formas de protestar, alguien puede sacar un artículo en una revista donde critique a Charlie Hebdo porque le parece racista, lo que no puede es matar y luego decir “es que ellos me provocaron”. Es igual que la chica que lleva una minifalda a una fiesta y un tipo la viola; el juez no puede decir que ella “provocó” la violación. Ella usó la minifalda porque le pareció bien y no hay justificación para la violación de una mujer. Esa idea del “provocador” es falsa, es el otro quien se siente provocado o no. Uno puede hacer un chiste pero la reacción ante esa broma le pertenece al otro. Podemos contestar con otro chiste o no volver a comprar la revista, pero no podemos justificar el asesinato. El Papa mismo dijo que si alguien se mete con su mamá se ganará un golpe, por provocador…Hago poco caso de los papas y  no espero que me dé la razón, como en esto que dijo sobre su mamá o con esto último que dijo sobre la ecología, que algunas partes son sensatas y otras son absurdas como la sacralización de la naturaleza. Lo mismo pasa en general con la Iglesia, que cuida a los pobres y les da alimento pero luego organiza inquisiciones y persigue la libertad sexual de los otros. Cada uno toma lo que le gusta y  lo que daña hay que dejarlo de lado. Pasando a otro tema, ¿qué lecciones le deja la crisis griega al resto de Europa?La lección es que, cuando se hacen las cosas mal desde el comienzo, todo se va haciendo peor con el tiempo. Grecia entró mal a la Unión Europea desde el principio. A España y a Portugal les exigieron 10 u 11 años de saneamiento y  ejercicios de economía para poder entrar a la Unión Europea; en cambio Grecia entro rápido y mal, con sus cuentas falsificadas, pero todos se hicieron los de la vista gorda. La gente no pagaba sus impuestos, la evasión reinaba y también había corrupción política.  ¿Qué opinión le merecen las declaraciones del magnate Donald Trump sobre los supuestos “asesinos” y “violadores” que -según él- exporta  México a los EE. UU.? A Donald Trump, como guía intelectual, no lo he tenido nunca (risas). Trump es un buen ejemplo, no de la inferioridad de su raza, sino de la inferioridad  de ciertas personas en relación con otras. Esta semana la Copa América también calentó los nacionalismos. Por ejemplo, porque a los jugadores colombianos les dijo “Malparidos” un comentarista argentino...  (Risas) No es Latinoamérica la que es muy caliente sino el fútbol el que lo es. Eso no pasa nunca con el golf, y nadie se ha peleado jamás por un partido de tenis, que yo sepa. En cambio el fútbol enciende esas pasiones y hasta ha llevado a la guerra a dos países, como ocurrió entre El Salvador y Honduras. Yo no voy nunca al estadio pero en España hemos visto brutalidades y disparates en torno a la selección. Se desatan guerras en pequeñito y parece que los 11 jugadores colombianos representaran al resto de millones de colombianos. Lo que hay que hacer es no tomarse el fútbol tan en serio, enseñarles a los niños que el juego es juego. Y si un uruguayo me pisa un pie, no tengo por qué creer que todos los uruguayos son mala gente. Píldoras de SavaterFernando Savater,   es Catedrático de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado  ensayos y  obras de teatro, además de cientos de artículos en la prensa española y extranjera.Algunos de sus libros  han sido traducidos a más de veinte idiomas.Tiene varios doctorados honoris causa  otorgados por universidades de España, Europa y América, así como diversas condecoraciones, entre ellas la Orden del Mérito Constitucional de España y la Gran Cruz del Águila Azteca, y es Chevalier des Arts et Lettres por el Gobierno de Francia. En 2014  fue galardonado en Italia con el Premio Internazionale Mediterraneo.

 

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