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La historia del western que se filmó en el Valle

Que el hijo de Kirk Douglas, Joel, hubiera estado en Cali en 1971, actuando en una película, es algo que muy pocos recuerdan. 43 años después, Hugo Suárez, director del Museo de Cinematografía Caliwood, descubrió la película. Esta es la historia de ‘The kid and the killers’, un ‘spaguetti western’ que se filmó en el Valle, y de Augusto Garcés Giraldo, un actor caleño que murió a los 42 años sin ver convertida su película en una realidad.

18 de enero de 2015 Por: Catalina Villa | Editora de GACETA

Que el hijo de Kirk Douglas, Joel, hubiera estado en Cali en 1971, actuando en una película, es algo que muy pocos recuerdan. 43 años después, Hugo Suárez, director del Museo de Cinematografía Caliwood, descubrió la película. Esta es la historia de ‘The kid and the killers’, un ‘spaguetti western’ que se filmó en el Valle, y de Augusto Garcés Giraldo, un actor caleño que murió a los 42 años sin ver convertida su película en una realidad.

La primera escena transcurre así: dos tipos armados con rifles cabalgan por una montaña hasta llegar a una pequeña llanura. Se aproximan a un sitio que parece un típico pueblo del lejano Oeste norteamericano: hay un banco, hay un hotel, hay una cárcel. Los vaqueros, sucios y desaliñados, se bajan de sus caballos e irrumpen en el banco. Lo asaltan. Y huyen. Hasta allí, nada extraordinario. Nada que se diferencie mucho de un típico ‘spaguetti western’, ese subgénero cinematográfico que floreció entre los años 60 y 70 en el cine norteamericano y en el que tipos rudos y mal encarados hacían uso de la violencia para llevar a cabo sus fechorías. Lo curioso de esta película, lo realmente sorprendente, es descubrir que fue realizada en Colombia, nada menos que en el Valle del Cauca, años antes de que el llamado Grupo de Cali empezara las películas que luego le darían a la ciudad el sobre nombre de Caliwood. ¿Qué pasó con este filme? ¿Llegó acaso a las pantallas de cine? ¿Por qué su nombre ‘The kid and the killers’ no arroja demasiadas pistas en Google? ¿Por qué no existe un registro sobre ella en la historia de la cinematografía local?***En la página 12 del diario El País del 26 de mayo de 1971 se lee un titular a cuatro columnas: “Cali entra a la fama del celuloide. Hijo de Kirk Douglas dirigirá el rodaje de ‘Andariego’”. Más abajo, la periodista Amparo Peláez cuenta la historia de la película que está próxima a filmarse en diferentes corregimientos del Valle, así como de la presencia de Joel Douglas, hijo de Kirk Douglas, para dirigir ‘Andariego’, o ‘Drifter’. “‘Andariego’ será el filme de mayor categoría en América”, afirma Douglas en la entrevista.Meses después, no aparecen más registros en los archivos que hablen sobre el destino final que tuvo la película.*** Desde su casa en Austin, Texas, donde vive hace cerca de 30 años, Doris Böhmer contesta el teléfono. A pesar de sus más de 80 años, no tiene que hacer demasiado esfuerzo para recordar aquella escena del asalto filmada en Vilela, una finca ubicada muy cerca del municipio de Pradera que durante años perteneció a la familia Garcés. Es ella quien conserva las pistas de este episodio desconocido de nuestro cine. Y habla. Cuenta que la idea de la película fue de su esposo, Augusto Garcés Giraldo, un joven caleño que a los 2 años había sido llevado a vivir a Estados Unidos. Hijo de Gabriel Garcés, nombrado cónsul de Colombia en Nueva York en 1935, Augusto tuvo el privilegio de estudiar en la escuela Choate, en Conneticut, la misma donde años antes había sido estudiante John F. Kennedy y en la que se formaban grandes líderes y empresarios de la élite estadounidense. Él, sin embargo, solo soñaba con una cosa: convertirse en un reconocido actor de teatro y cine. Por eso, una vez graduado de bachiller, viajó a Ohio a estudiar actuación y labrarse un destino en ese oficio que se le antojaba feliz.“Esto le duró muy poco, un par de años apenas, porque cuando cumplió 21 años lo llamaron de Cali para que regresara a manejar los negocios y la herencia de la familia”. Fue justamente en ese viaje a Cali donde conoció a Doris Böhmer. Se casaron, tuvieron hijos. Muchos. Trabajó en seguros. Manejó fincas. Se aburrió hasta el cansancio. “Habían pasado diez años y me dijo que quería que regresáramos a Estados Unidos porque lo que él deseaba en la vida era actuar”, recuerda su esposa. Instalados en Connecticut, Augusto, cuyo nombre artístico era John Garcés, empezó a hacer pequeños papeles en Broadway, muchas veces de extra. Doris recuerda aquellos días de invierno en los que él salía de su casa antes del medio día para tomar el tren y alcanzar a llegar al teatro a la una, justo cuando empezaban los ensayos. “Yo solo lo volvía a ver en la madrugada. A esas horas me ponía el abrigo, cogía el carro y lo iba a recoger a la estación, porque nosotros vivíamos en West Port y las obras de teatro eran en Nueva York. Siempre me aterró verlo llegar congelado, a veces sin haber comido. Pero él nunca se quejó de nada. La actuación lo hacía feliz”, recuerda.*** Un día, luego de haber hecho papeles en ‘The King and I’ y ‘Robby’, y de haber trabajado dos años en el Lincoln Center, Augusto conoció al director Ralph C. Bluemke y le propuso algo descabellado: escribir juntos un guión de una película de vaqueros para filmarla cerca a su ciudad natal, Cali, en la lejana Colombia. “Parece que a Ralph le sonó la idea muy rápido porque Augusto y él viajaron a Cali y recorrieron varios sitios. Estuvieron en Dapa y en el Cauca definiendo los escenarios y hablaron con mucha gente para que les ayudara con algún tipo de financiación. Finalmente escribieron el guión y regresaron con todos los planes listos para empezar en el verano. Tanto así que lograron convencer a Dan Ross, un dentista norteamericano, para que produjera la película”.Augusto y su familia, para entonces con siete hijos, se instalaron definitivamente en Cali a finales de 1970, y en mayo de 1971 llegaron los actores norteamericanos para empezar el rodaje, días antes de que se celebraran los famosos Juegos Panamericanos. Todo empezó con la construcción de un pueblo del viejo Oeste norteamericano, incluido un banco, un hotel y la cárcel, en una finca en Vilela de propiedad de su familia. “Augusto conocía muchísima gente. Entonces poco a poco fueron ayudando. Ernesto Delima puso la comida para todos los actores durante los tres meses que duró la filmación, y luego, cuando se fueron a San Jacinto, en el Cauca, Álvaro Garcés les prestó la casa y no les cobró un peso”, recuerda Doris.La película cuenta la historia de dos bandidos que, tras robar un banco, se refugian en una casucha de dos hermanos huérfanos: una niña quinceañera y su hermano menor quienes se ven obligados a darles posada. Pero el vaquero más malo de los dos, ‘Chamaco’, interpretado por Augusto Garcés, viola a niña y la asesina, y el pequeño se alía al ‘vaquero bueno’ para vengar a su hermana. Fueron muchos los caleños que por curiosidad, amistad con Augusto, o por su afición por el cine participaron en ella. Entre los nombres que aparecen en el reparto están Louis Frapier, Elizabeth Fischer, Gino Faccio, Juan Castrillón, Heberto Galeano, Francisco Gómez, Alfredo Jordán, Jorge Jordán, Diego Lozano, William Martínez, Yolanda Arboleda de Mosquera, Lucila Arboleda Cárdenas y Doris Böhmer de Garcés, quien hacía el papel de barrendera en una cantina, en una de las escenas grabadas en el Cauca. ***¿Pero cómo reaparece esta desconocida película más de cuarenta años después de haber sido realizada? Hugo Suárez Fiat, director del Museo de la Cinematografía Caliwood, cuenta que a sus manos llegó una copia de la cinta luego de una conversación que sostuvo con Jorge Aristizábal Alvira, gerente del Hotel Aristi y curador de los Teatros Aristi y Colón de Cali y su esposa Adriana Faccio. “Resulta que Gino Faccio, padre de Adriana, y cinéfilo furibundo, fue uno de los actores que participó en la película; hacía de párroco de la Iglesia de uno de los pueblos a los que llega el forajido. Ella recordaba la historia de su padre trabajando en la película entonces me di a la tarea de investigarla hasta conseguir una copia”, cuenta. Viendo la película, Suárez no salía de su asombro al reconocer sin dificultad un puñado de paisajes y escenarios vallecaucanos y del Cauca que, a pesar de los estragos que el tiempo ha causado en la naturaleza, conservan su esencia. “Lo extraordinario de esta cinta, poseedora de una excelente fotografía, de la cual fue responsable Irv Rudley, es que fue rodada en los Municipios de Dapa, El Darién, Pavas y en las Hacienda García Arriba y García Abajo y Japio, en jurisdicción de Corinto, Cauca, cuando los históricos predios estaban siendo sometidos a restauración. Algunas tomas de gran belleza fueron realizadas en parajes exóticos del Valle del Cauca, incluyendo las siluetas o perfiles de las montañas de la Cordillera Occidental que esconden el Mar Pacífico a la altura del kilómetro 18 y en la parte más alta de Dapa y otras, en Silvia, Cauca, muy específicamente en Ambaló, lugar en el que se realiza una tienta con lujo de detalles”, afirma.Sin embargo, lo que más lo impactó, fue la construcción de un pequeño pueblo al estilo de los que existían en el lejano oeste norteamericano, en Vilela, por los lados de Padrera. “Ellos lograron el mismo efecto de aquellos que se levantaron en Almería, España y en Cinecittá, que en su momento dieron origen al ‘spaguetti western’”, explica Suárez. Luego de algunas averiguaciones, Suárez descubrió que Manuel Ravassa Garcés fue el encargado del vestuario. “Fue él el responsable de conseguir los atuendos de época para todos los actores y actrices que actuaron en la cinta”.***El final de este western no es tan feliz como lo pudo haber sido. Luego de muchos contratiempos en la edición, Augusto y Doris fueron invitados en Nueva York a una primera revisión de la película, aún sin mayores arreglos. “La noticia que nos dieron los Ross es que no habían podido comercializarla y que probablemente, de no conseguir los recursos, no se podría proyectar”, cuenta Doris. Para entonces ya había pasado un año y Augusto había sentido algo extraño en su pierna. “Era una bolita que le dolía y no le permitía apoyar la pierna. De hecho, en la película no podía apoyar el pie en el estribo porque le molestaba mucho”. Tras una primera cirugía, Augusto pensó que el asunto no era grave. Pero un año más tarde el tumor reapareció, con la mala noticia de que era maligno. Su pierna le fue amputada y un año después, en 1974, falleció. Tenía apenas 42 años. Muchos años después, instalados su esposa y sus ocho hijos en Texas, uno de ellos, Luis H. Garcés, entró a una tienda de alquiler de películas. El señor que siempre lo atendía le contó que había llegado a sus manos un filme en el que aparecían muchos ‘Garcés’ en los créditos, y se la enseñó. “¡Era la película!”, cuenta Doris emocionada. “No se llamaba ‘Drifter’, sino ‘The kid and the killers’. Y aunque nos habían engañado diciendo que la película nunca se había terminado, pues fue muy grato saber que mal que bien, allí estaba. Mi hijo la compró y le hizo copias a todos sus hermanos. Fue muy emocionante verla porque allí estaba la esencia de Augusto, ese hombre para quien la actuación era su vida”.

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