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La historia del norteamericano que llegó a Cali para formar una orquesta de niños

Frank Lotrario, un veterano músico neoyorquino radicado en Cali desde hace doce años, comenzó a formar una banda musical con 25 alumnos de cuarto a sexto grado, en febrero pasado.

12 de diciembre de 2014 Por: Redacción de El País

Frank Lotrario, un veterano músico neoyorquino radicado en Cali desde hace doce años, comenzó a formar una banda musical con 25 alumnos de cuarto a sexto grado, en febrero pasado.

Alejandro García tiene diez años, ojos negros grandes y vivaces y piel oscura y lustrosa heredada de sus ancestros africanos. Entre sus manos aprieta un clarinete, al cual se prende como si fuera un salvavidas y del que ahora saca bellas notas sonoras. Lo curioso es que hasta hace diez meses no tenía idea de música ni sabía leer una partitura, menos soplar por su boquilla para sacar de ella melodías. Alejandro integra la banda musical San Basilio del Instituto Nuestra Señor de la Asunción, Insa, del barrio Andrés Sanín, al oriente de Cali, institución de la Congregación San Basilio y que atiende a niños de estratos uno y dos. “Estar en la banda me ha enseñado muchas cosas, como la disciplina. La música cambió mi vida, porque yo mantengo solo en la casa, entonces acá puedo pasar mas tiempo”, dice Alejandro. En efecto, todo cambió para él cuando apareció en el Insa Frank Lotrario, un veterano músico neoyorquino radicado en Cali desde hace doce años, y quien tiene amplia experiencia en la enseñanza musical en fundaciones y sectores populares de su país.Con la complicidad de Benjamín Mosquera, profesor de música del colegio y el apoyo de las directivas de la entidad, Frank comenzó a formar una banda musical con 25 alumnos de cuarto a sexto grado, en febrero pasado. “En Colombia, en este tipo de proyectos musicales se suele tener un profesor para cada tipo de instrumento, lo cual hace muy difícil y costoso llevar algo a cabo. Mientras que en mi país los programas de formación se hacen con un solo maestro que puede enseñar a tocar todos los instrumentos. Comencé a trabajar con el profesor Benjamín Mosquera, quién tocaba algunos instrumentos, para que aprendiera un método con el que pudiera enseñar también flauta, trompeta y saxofón”, dice Frank con un precario español.Dotado de un gran entusiasmo y espíritu de servicio hacia los más necesitados, Frank no puede ocultar la satisfacción por lo conseguido en tan poco tiempo. Además de presentarse en las actividades escolares y barriales, la banda ya ha ofrecido conciertos en centros comerciales como La 14 de Calima y Chipichape, donde han sorprendido al público por su calidad interpretativa, con un repertorio musical que incluye obras clásicas y populares. Para el profesor Benjamín Mosquera, músico formado en el Conservatorio de Bellas Artes y quien ha pertenecido a las Orquestas Sinfónica del Valle y Filarmónica de Cali, la experiencia ha sido enriquecedora. “He aprendido mucho con Frank en el manejo de todos los instrumentos. El sistema pedagógico que él me ha ido enseñando ha sido muy efectivo. Además he podido aplicarlo en las clases con el resto de cursos del colegio”, aseguró.Más que músicaMosquera resalta el impacto que ha tenido este proceso en los pequeños. “Me atrevo a decir que la música es lo que necesitamos en Colombia para salir adelante. Estos niños eran como cualquier niño, con poca disciplina, hacían bulla todo el tiempo. Ahora se concentran, son disciplinados, es algo muy bonito. La clave de su acelerado aprendizaje ha sido desarrollar concentración, disciplina y responsabilidad”.El padre Rafael Lopera, director del Insa, explicó que junto al rector de la entidad, el también sacerdote Francisco Amico acogió el proyecto de la banda como parte de su programa académico. “Los niños que hacen parte de la banda y que llevaban en su historial dificultades para contribuir al buen desarrollo de las clases por su indisciplina y comportamiento, han mostrado gran superación en la parte académica, lo cual constituye un valor agregado de este proceso”.Ver esos rostros llenos de ilusiones y esperanza no dejan de conmover a Frank, el ‘gringo’ que quiso formar una escuela en una humilde comunidad del oriente de Cali. “En febrero del 2015 abriremos otro grupo de 25 a 30 niños. A futuro queremos enseñar instrumentos como oboe y fagot, que son más exigentes, para crear una gran banda sinfónica. También buscamos capacitar a otros maestros para multiplicar esta experiencia en otros colegios”, asegura el músico neoyorquino, quien no ha cobrado ni un solo peso por una labor que merece ser apoyada por los caleños.

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