El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Cultura

Artículo

Julio Flórez y José María Vargas Vila autores del ‘boom’ del Siglo XIX

Antes de Gabriel García Márquez o Fernando Vallejo, Colombia tuvo dos autores cuyo éxito literario caló en el alma del pueblo y desbordó las fronteras. Este fue el caso de Julio Flórez y José María Vargas Vila. Una mirada a sus legados al cumplirse 90 y 80 años de su desaparición.

28 de mayo de 2013 Por: Ricardo Moncada Esquivel? Periodista de GACETA

Antes de Gabriel García Márquez o Fernando Vallejo, Colombia tuvo dos autores cuyo éxito literario caló en el alma del pueblo y desbordó las fronteras. Este fue el caso de Julio Flórez y José María Vargas Vila. Una mirada a sus legados al cumplirse 90 y 80 años de su desaparición.

Fueron las estrellas fulgurantes de la poesía y la literatura colombiana del Siglo XIX. Cuando iban por las calles la gente les señalaba con el dedo. Los versos del poeta eran declamados de memoria y la prosa del novelista se leía con sigilo en la oscuridad, porque era prohibida. Ambos herederos del romanticismo, uno amante de la muerte y el dolor fúnebre, el otro rey del sarcasmo ardiente como sal en la herida. Ambos olvidados, perseguidos por sus ideales y revaluados. Sin habérselo propuesto, el poeta Julio Flórez y el escritor y agitador José María Vargas Vila tallaron con su vida y obra un espejo de esa Colombia que nacía en medio de guerras intestinas y radicalismos que fueron signando las bases de nuestra identidad.No es gratuito que al final de su vida Flórez fuera proclamado como el Poeta Nacional, mientras que Vargas Vila llegó a ser catalogado como el autor colombiano más reconocido en el mundo, hasta que surgió Gabriel García Márquez.Estos adalides de la fría parca y el desamparo fueron responsables de poner a declamar a todo un pueblo los versos de poemas como ‘Flores negras’ y ‘La araña’ y de motivar los sueños húmedos de varias generaciones de adolescentes con las tramas de novelas como ‘Aura o la violetas’, ‘Ibis’ y ‘Flor de fango’. En concordancia con lo que fueron sus vidas, este año en Colombia se conmemoran 90 años de la muerte de Flórez y 80 de la desaparición del Vargas Vila. Flórez nació en Chiquinquirá el 22 de mayo de 1867 mientras que Vargas Vila llegó a este mundo en Bogotá, el 23 de junio de 1860. Para entonces, eran comunes las guerras fratricidas por el poder de ese orden territorial que entonces se conocía como Estados Unidos de Colombia, en medio de los conflictos entre el liberalismo radical y los conservadores. Esas circunstancias marcaron la vida de estos dos autores, quienes padecieron la tragedia de la guerra, el hambre y la discriminación, por parte de quienes detentaban el poder militar y político. A su manera, ellos supieron defender sus ideales libertarios. Autores e ideologíasPero cada uno tenía sus particularidades. Julio Flórez era el bohemio, animador de tertulias etílicas. “Eran jornadas que podían ir de un día hasta la mañana siguiente en una especie de ingenio festivo y anti gobiernista. Él tocaba la guitarra y la bandola y era un hombre que por su figura semejaba a un árabe de ojos apenumbrados, que vestía de negro, todo eso contribuía a la admiración que le profesaban. Su poesía tenía ese valor del romanticismo tremebundo, que se leía y cantaba en ambientes más cercanos a las chicherías y a las prostitutas”, señaló el poeta Juan Gustavo Cobo Borda.En contraste, la vanidad y el egocentrismo dominaban la personalidad de Vargas Vila, un hombre cítrico en todo el sentido de la palabra. “Era un señorito de ciudad, amanerado, muy pintoso, con la apariencia de un ‘chibchombiano’ pequeño de bigotico y gafas, con anillos en las manos que no bebía más que el café de la mañana”, aseguró el escritor y poeta pastuso Arturo Bolaños autor de ‘Solo soy Vargas Vila’, biografía histórica escrita para su tesis doctoral en la Universidad de Autónoma de Barcelona.En tiempos en los cuales la palabra de un intelectual podía desatar una revolución, Flórez conspiraba contra las injusticias de los Gobiernos con sus amigos de La Gruta Simbólica, mientras que Vargas Vila, atrincherado en su prosa, se erigió como el defensor de la libre expresión, atacando a los caudillios, los tiranos o fanáticos religiosos. Flórez utilizó en su estilo recursos como la alegoría, el hipérbaton, la metáfora o el símil, su poesía estaba nutrida de adjetivos para abordar temas típicos del romanticismo como el dolor, la muerte y su ritual fúnebre, los amores imposibles o la vanidad de la inútil gloria. Mientras que Vargas Vila proclamaba la absoluta libertad con su barroca escritura. “Iniciaba las palabras con mayúsculas, usaba los signos de puntuación a su antojo, su gramática era brutal y la arquitectura de sus novelas o lo que llaman los académicos géneros no existen en él. Uno no sabe si es cuento, novela, poesía, biografía o ensayo”, explica Arturo Bolaños.Los dos autores tenían una beta muy marcada en torno a lo macabro. Se cuenta que Flórez tenía en su dormitorio el cráneo de una calavera y que con su grupo de amigos poetas se daban cita en los cementerios para hacer veladas. Y algo similar hacía Vargas Vila quien solía pronunciar allí sus discursos de cementerio. Gloria literariaA su vez ambos tuvieron un éxito incalculable y fueron los primeros autores que vivieron del producto de su pluma con gran comodidad. Y, paradójicamente, el exilio al que fueron condenados por sus ideales políticos contribuyó a esa fama. Gloria Serpa Flórez de Kolbe, su sobrina nieta y autora de la biografía ‘Todo nos llega tarde’ afirma que el recibimiento multitudinario que recibió Flórez en Venezuela, Centro América y México demostró ante la opinión pública que era una figura reconocida en el continente. “El poeta fue además invitado por el Embajador de Colombia en París para participar en los festejos del 20 de julio de 1908 en la capital francesa con un recital en la sede de la Embajada. Ese hecho marcó para el poeta chiquinquireño el broche de oro a su reconocimiento como eximio poeta colombiano”, agregó. Vargas Vila recorrió Centro y Suramérica. También residió en Francia donde entabló amistad con el poeta nicaragüense Rubén Darío, de quien escribió un libro.Luego de vivir en Madrid, se radicó hacia 1912 en Barcelona donde publicó cerca de 52 libros, lo cual hace evidente su éxito editorial.De su vida sentimental se sabe que su única relación estable la tuvo con el cubano Ramón Palacio Viso, su secretario por muchos años. “Él lo presentaba como su sobrino y de hecho Palacio tuvo que casarse para evitar el linchamiento social. La situación debió haber sido muy difícil para el escritor y repercutió en parte en su literatura misógena y purulenta cargada del rencor de un ser que quiere ser libre pero no se lo permite la sociedad”, señaló Bolaños. Por su parte, Flórez, disminuido en su salud al parecer por un cáncer y con el espíritu transformado se radicó en 1909 en Usicacurí, un poblado de origen indígena en el departamento del Atlántico, buscando una cura para su mal. Allí se enamoró de una quinceañera, Petrona Moreno, con quien tuvo cinco hijos y consagró su vida a la agricultura, labor que interrumpió esporádicamente para asistir a recitales en diversas ciudades. Amenazado de muerte por un tumor que deformaba su rostro, el 14 de enero de 1923 el presidente Pedro Nel Ospina, unido a una amplia comitiva, viajó hasta Usicacurí para coronarlo como el Poeta Nacional. El 7 de febrero, falleció a los 55 años y fue enterrado allí.Diez años después, Vargas Vila, llegaría al final de su vida. La ceguera y una exótica enfermedad, la autofobia, producida por el movimiento de los autos, se suman a otros males que complican su salud hasta que muere el 25 de mayo de 1933 en Barcelona. Si bien su voluntad fue la de no volver al país “ni muerto”, un grupo de amigos de la logia Masónica a la que perteneció lo repatrió el 22 de mayo de 1981 y su cuerpo se encuentra en una sección del Cementerio Central de la Capital. Hoy en día sus nombres y sus obras no despiertan el entusiasmo de aquéllos tiempos en que surgía nuestra nación. Incluso hubo quienes decidieron bajarlos de su pedestal.Es conocida la anécdota según la cual en una oportunidad la desaparecida poeta María Mercedes Carranza, cuando dirigía la Casa de Poesía Silva al enseñalar los salones dedicados a los diferentes poetas nacionales, señalaba el baño como el sitio de Julio Flórez. Al respecto Gloria Serpa rechaza la validez de las críticas a la obra de Flórez. “Olvidemos la crítica fácil, envidiosa y socarrona, que todavía se agita en contra de Julio Flórez. Es increíble que todavía haya gente que “coma cuento”. Consultemos documentos e historia del país y las reacciones sociales del pueblo colombiano así como las repercusiones que han tenido en la historia tantos artistas colombianos perseguidos por maledicencia fácil, ligera y orgullosa”.Cobo Borda señala que ambos escritores fueron realmente populares en hispanoamérica. Si uno rastrea las memorias de grandes autores del Siglo XX como el brasileños Jorge Amado, el peruano Mario Vargas Llosa, el venezolano Miguel Otero Silva, el catalán Carlos Barral señalan cómo en sus lecturas adolescentes estuvo presente la obra de Vargas Vila. Bolaños cita además cómo en un pasaje del libro ‘Noticia de un secuestro’, Gabriel García Márquez resalta a Vargas Vila como “el mejor escritor de América Latina, el primero que pudo vivir de lo que escribía”.Pero mientras en Usicaurí desde el 2001 la casona en la que vivió trece años Julio Flórez fue convertida en Casa Museo dedicada de manera ejemplar a perpetrar el legado del poeta, de Vargas Vila sólo se conserva una placa en la vieja construcción del barrio La Candelaria que indica que allí nació. Al parecer la construcción funciona com un inquilinato. Pero más allá de las consideraciones académicas sus obras siguen haciendo parte del acervo de la cultura popular, que es sin duda el mejor premio para un autor.

AHORA EN Cultura