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El enigma del silencio está presente en la maravillosa poesía de Horacio Benavides

El Director del Festival Internacional de Poesía, hace un recorrido por la obra del poeta caucano Horacio Benavides, quien recibió recientemente el Premio Nacional de Poesía.

10 de septiembre de 2013 Por: José Zuleta Ortiz I Especial para GACETA

El Director del Festival Internacional de Poesía, hace un recorrido por la obra del poeta caucano Horacio Benavides, quien recibió recientemente el Premio Nacional de Poesía.

A mediados de la década del 1970, mi padre, al terminar una de sus charlas, preguntó por un joven que lo había mirado con profunda atención durante tres horas sin cambiar de postura y luego, sin ser notado, había desaparecido. Nadie supo decirle de quién se trataba. Luego, cuando todos se marcharon, comentó: “ese muchacho es tan silencioso que parece la sombra de sí mismo”. Más tarde la vida nos respondió la pregunta: era Horacio Benavides.Desde entonces él nos ha revelado poco a poco, sin alardes ni vistosidad, una obra poética que es hoy una de las más importantes de América Latina. Su secreto es el silencio. Por ello su poesía, su estética, parece construida sobre el rasgo más evidente de su personalidad. Podríamos afirmar que muy pocos autores dan a las palabras tanta importancia. En sus poemas breves y exactos se tiene la impresión de que no sobra nada. Cada palabra parece estar en su lugar de manera inevitable, y pensamos que tal vez por ello usa tan pocas, sentimos que antes de permitirles entrar en el poema, al elegirlas, las somete a una criba rigurosa como si buscara pepitas de oro entre la arena. Algunos de sus poemas sugieren su propia búsqueda y se pueden leer como un atisbo de su propuesta estética. Dices lo que no dicesDéjame oírtecuando no me dices nada Tu boca canta lo que calla Tu cuerpo desnudo Narra lo invisible Déjame tocarte sin tocarteEn la poesía de Horacio Benavides se recupera el carácter enigmático del lenguaje. Lo que tiene de juego, de riesgo, de revelación. El poeta parece saber que lo que no se dice es lo que construye el sentido, y que el lector es el otro constructor del poema. Respeta esa regla con pulcritud, propone entonces una poesía de sugerencias, de acertijos, en la que el lector participa de la construcción y logra el poema con su lectura. Como una paloma en el cono de luz Ha vuelto en la noche tu mano Si había cosa serena entre el bullicio de las cosas esa era tu mano Si es hermoso el cuello de la paloma Que brilla y se pierde en la penumbra Más hermosa era tu mano Tu mano digo Y hace nido en la noche Un arrullo de torcazas Déjala posada en la almohada Cerca de la mía Que pueda verla y no tocarlaTal vez el gusto de Horacio Benavides por la adivinanza tiene que ver con la manera de entender la poesía como un juego entre el lector y el escritor. La poesía es para él una comunión entre la palabra que propone el poeta y el silencio que guía al lector. Besé la piedra en tus labiosMe quitaste tu amor, tu palabra Se fue contigo la alegría de las cosas la belleza de la ciudad.Despojaste mi alma No me quites ahora tu ausencia este dolor, esta luz que me pierde. La calidad de sus poemas reside en su desnudez y su claridad. No hay retórica, nada en ellos es obvio, están despojados de toda vestidura y de todo ornamento. Reflexiona sobre muchos asuntos, unos festivos otros cotidianos, o sobre la realidad más ruda sin hacerse beligerante ni caer en la fácil alharaca de la denuncia. Sobre la muerte de su hermano Javier escribió: Yo que iba para la fiesta Había comprado estos zapatos blancos Esta ropa blanca para ir a la fiesta Y la sangre de mi hermano ha salpicado la manga de mi pantalón Y ya es muy tarde para volver al almacén Y no tengo ropa limpia en la casa Y cómo salta el rojo en el blanco Seguramente ya arde la fiesta y el alcohol corre como el agua Y para colmo la sangre de mi hermano ha manchado mi camisa blanca aquí en el pecho. Horacio Benavides ha logrado construir una obra, que a pesar de la discreción de su autor, comienza a ser reconocida en el ámbito internacional y es desde hace años una de las más enigmáticas y poderosas de Colombia. Mientras ha trabajado durante cuarenta años como profesor de niños y jóvenes a quienes les enseña los secretos del lenguaje, alcanzó lo que pocos poetas han logrado: una voz genuina, resultado de su obstinada búsqueda y de su capacidad de persistir en el recinto de su silencio. Durante muchos años esperamos, como la moneda que aguarda en el fondo de la fuente, y creímos que no viviríamos para tener la dicha de ver este sueño cumplido.Cuando comenzamos a leer los poemas de Horacio, por allá en los albores de los ochenta, nos sobrecogieron, nos emocionaron y pensamos que el carácter de su autor: su timidez, no les permitirían llegar a muchos ojos, y menos, que llegaran a ser lo que son hoy. Afortunadamente alguien creía en ellos firmemente: el propio Horacio y María, su esposa. Horacio Benavides ganó este año el Premio Nacional de Literatura de Ministerio de Cultura. Nada más justo, nada más merecido. Pocas veces ocurre que un premio se enaltece al ser concedido a alguien, este es uno de esos felices casos.

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