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César Mora, su músia y sus amores

Además de salsero, César se caracteriza por se un excelente chef.

6 de octubre de 2013 Por: Meryt Montiel | Editora Domingo

Además de salsero, César se caracteriza por se un excelente chef.

Quiero morirme de manera singular / Quiero un adiós de carnaval / Quiero tu voz, negra canela escuchar / Con su frescura natural, sincera... Pocos alcanzan a imaginar que ‘Canela’, ese tema de César Mora y su orquesta María Canela que le fascinaba al inmolado periodista y humorista Jaime Garzón, antes de convertirse en casi un himno en Colombia a finales de los 80 fue grabada por el caleño con la agrupación Camagüey, en Medellín, para un álbum en el que él aportó como compositor y cantante cuatro canciones: Canela, Coco y Piña, Escapadita y Señora Suerte.Estando él en Miami de vacaciones los productores del disco decidieron borrar su voz de 3 de los 4 temas que él había grabado.Llamaron, recuerda César, a Javier Vásquez para que cantara dos canciones, Adolfo Barros cantó Canela y solo dejaron con mi voz Señora de la Suerte. Su “shock” por la desilusión desembocó luego en alegría: bueno, se dijo él, dejaron solo una canción con mi voz, pero grabaron cuatro de mis temas. Pero ese episodio lo motivó a no seguir dependiendo de otras orquestas (también estuvo en Changó) y armó su propia agrupación ‘María Canela’ para poder cantar y “hacer lo que se me dé la gana”.Y con su propia orquesta, con la que lleva más de 20 años, se ha ganado el respeto de los que saben de salsa, de los que les gusta oír temas con gran contenido social o romántico, con ese sonido apoyado en el color que dan los trombones y la manera de cantar de Mora. El César salsero, comenta el maestro Alexis Lozano, “es un producto de una maduración, de un gran recorrido”. Recuerdo, agrega el músico de Guayacán, que nos conocimos en los años 80, cuando alternábamos en Bogotá con mi grupo La Timba, en La Teja Corrida.“El Son del Pueblo, donde César cantaba, tenía un formato de sexteto, con percusión y cuerda, tocaban música de Cuba. Él era la voz líder y tenía mucha influencia cubana para cantar el son; el grupo era de actores que tenían gran pasión y afinidad para la música. Interpretaban muy bien los sones de Cuba, los admirábamos mucho. Creo que la facultad de ser actores los distrajo, pero sino, hubieran llegado lejos”.Como intérprete de salsa hoy, reflexiona el maestro chocoano, César “es maduro, avanzado, él sabe lo que hace, es un hombre muy musical y tiene un gran talento para el canto, se suelta, se inspira muy fácilmente en tarima”.Sin embargo, la música de Mora no es muy comercial, porque como argumenta el promotor musical Luis Carlos Jaramillo, es como la de Yuri Buenaventura, una salsa social, enriquecida musicalmente, que le llega a otro público. Además, deben luchar con las emisoras, “donde hay mucha gente joven que cree que salsa es solo la de Héctor Lavoe y no se salen de lo comercial viejo. No manejan ese concepto de lo que está bien hecho, bien estructurado. Pero la gente ve en vivo a César o a Yuri y queda encantada”.Mora reconoce que su música no es un ‘boom’ comercial pues, primero, dice, a las emisoras no les parece tan importante, y segundo, porque hay gente que no cree que yo puedo actuar y también hacer buena música, ya que no sabe que yo llegué al Teatro Libre de Bogotá haciendo la música para las obras teatrales. Sus grandes amores César Mora nació en Cali hace 63 años, pero no disfrutó de la ciudad porque, por el trabajo de su papá José Francisco Mora como obrero ferroviario, andaba junto a él y a su mamá cual gitanos, siempre de un lado para otro, por todo el país.Cali se volvió entonces el sitio donde iban a ver a los familiares y amigos de su padre o a visitar a las amigas o patronas que tuvo su madre en distintos barrios: Obrero, La Floresta, San Antonio, San Fernando, pues su mamá, María Francisca de Jesús Romero, cuenta Mora, fue una mujer humilde, que luego de limpiar oficinas y servir tintos en Bienestar Social, en Bogotá, terminó pensionándose como jefe de Economato en esa entidad.Pero César se siente tan caleño como el champús y por eso, cada vez más, busca acercarse a su ciudad y a su movimiento cultural. Recientemente, terminó el rodaje del video de Bosque, tema de su álbum Mi Bendición en el que, junto al escritor Sandro Romero, hace un homenaje a la forma de hablar de los caleños, “a su vos, qué”, a su voseo.Para ello contó con la colaboración del director caleño Óscar Hincapié, ‘Gafo’, con quien también rodó la película Petecuy, en la que es el protagonista. Encarna a un realizador de cine que rueda su filme en un peligroso barrio, con pandilleros. Laborar con César Mora, admite Hincapié, fue “una bendición, porque él trabaja con mucha dedicación y esfuerzo. Nosotros hemos tenido muchos tropiezos y él siempre ha estado ahí, respaldándonos con su trabajo. Él tiene mucho que aportar por ser uno de los actores más integrales e importantes del teatro, la TV y el cine colombianos. Ha sido un honor trabajar con él, siempre alegre, carismático, abierto”. Lo único malo, reconoce ‘Gafo’ entre risas, es que todo el mundo lo quiere abrazar, felicitar, expresar su respeto y admiración, entonces, camellar con él es difícil porque casi no dejan grabar. “Todo el mundo quiere parar la grabación y uno no se puede enojar, pues debe entender que la gente lo quiere muchísimo y como no lo veían en Cali hace rato...”.Elogios de actores, músicos, periodistas y amigos se escuchan enseguida que se les indaga por la vida de César Mora. “Es muy cálido, se gana fácilmente el corazón de la gente”, asegura Carmen Alicia Sarmiento, jefe de prensa de Telepacífico y quien es una de sus 12.000 seguidores en Twitter. “Me di cuenta de que él me seguía y yo empecé a seguirlo también porque es un artista intelectual, con contenido social; comenta sobre las necesidades y la realidad del país; soñamos con cambiar el mundo, él desde la música, yo desde el periodismo”.Este abuelo de Nicolás, un adolescente que está por terminar el bachillerato es, además, un gran anfitrión, “no sabe dónde ponerlo a uno”, dice su amigo Luis Carlos Jaramillo. Aunque esté enfermo, como cuando estuvo hospitalizado en la Clínica Reina Sofía por una diverticulitis (complicación en el colon), agrega Jaramillo, no deja de mamar gallo, siempre tiene un apunte, siempre está con la gozadera. “Y le pega bien a la cocina”, dice.Eso lo corrobora el mismo César, quien sostiene que le encanta cocinar porque lo desestresa. Su buena sazón la aprendió de su mamá, quien le enseñó a cocinar comida criolla: “te puedo preparar unos buenos fríjoles, un buen sancocho, un buen ajiaco”. Y haciendo pastas con salsas especiales que a veces él mismo inventa y preparando pizzas, sobre todo los domingos, es excelente. También es “un berraco lavando la loza y dejando la cocina impecable”. Eso sí, no lo pongan a barrer, trapear, limpiar polvo o a meter la ropa en la lavadora porque para eso es negado. Y mucho menos, a subir cosas a la alacena porque por su estatura (1,58 m), de eso se encarga su esposa, de quien dice, está muy ‘tragado’. “La amo mucho. Así como mi hijo es mi cable a tierra, el que ya no me deja cometer excesos, el que me puso en el camino indicado, ‘Mafe’ para mí es mi norte, mi faro, mi conciencia, la que me da los buenos consejos, es la persona en la que más confío”.A ‘Mafe’, barranquillera criada en Baranoa, Atlántico, la conoció hace 21 años, cuando aún estaba en el camino del trago, la rumba, el desorden. Aunque ya no le gusta ahondar en ese tema, Mora aceptó hablar del asunto con El País y confesó que esa vida desordenada lo hizo apartarse de seres queridos, perder un par de mujeres, “no porque ellas fueran malas sino porque yo era un mal hombre. Llevaba a mis amigos a rumbear a la casa y eso no se lo aguantaba nadie. Yo era de los que rumbeaba tres días seguidos, podía salir el sábado y llegar el lunes”. Con sus actitudes empezó a lastimar a la gente que estaba a su alrededor. Entonces, buscó ayuda en lugares de rehabilitación, hizo nuevas amistades y halló una nueva forma de ver las cosas.“Lo que finalmente sella esa etapa y me hace empezar otra es la llegada de mi hijo César Jr. Por eso digo que él y ‘Mafecita’ llegaron a mi vida a salvarme. Aunque ‘Mafe’ llegó a mi vida cuando todavía yo rumbeaba, ella, no amenazante, sino con paciencia, dulzura e, incluso, acompañándome a veces a la rumba, me motivó a cambiar. Yo me dije, esta mujer no la quiero perder, es la mujer de mi vida y cuando llegó mi hijo me dije, no quiero que me vea así (borracho), no quiero hacerlo pasar malos momentos, deseo que tenga el mejor ejemplo de su padre y en eso me empeciné y hasta ahora lo he logrado”.

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