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El desfile de Camilo Zamora duró una hora y media, en un recorrido de 750 metros, durante el cual bailó y cantó. Es voluntario el uso del tapabocas, a la gente para ingresar le exigen vacunas y prueba Covid. El sábado fue el último día con el Desfile das Campeãs. Ganó Grande Rio, escuela de Duque de Caxias. | Foto: Foto: Especial para El País

Camilo Zamora, el bailarín caleño que vibra entre la salsa y la samba

Camilo Zamora, anfitrión de Delirio y abanderado del Salsódromo, pasó de la salsa al Sambódromo. Este es el sexto año que desfila en el Carnaval de Río.

1 de mayo de 2022 Por: Isabel Peláez R., reportera El País

Al paso de su carroza, las señoras brasileñas le gritan a este hombre, de casi dos metros de altura: “Belo”, “preto lindo”, “esa sorrisso”, “¡Colombia!”. Camilo se esfuerza por detener un par de lágrimas que amenazan con salir a danzar por sus mejillas, al ritmo de la samba, y estropear el maquillaje, antes de su encuentro con más de un millón de asistentes al Sambódromo da Marquês de Sapucaí.

Camilo Zamora, bailarín, coreógrafo y diseñador de vestuario, ícono del Salsódromo de la Feria de Cali, anfitrión del espectáculo caleño Delirio, fue invitado, por sexta ocasión, a desfilar —este año en la posición de Destaque—, en el Carnaval de Río de Janeiro, en la carroza de Mocidade Independente de Padre Miguel, una de las 14 escuelas más importantes de samba.

¿Cómo nace su relación con Brasil? ¿Qué hace que lo hayan invitado seis veces al Carnaval de Río de Janeiro a desfilar con las escuelas?

Mi relación con Brasil nace cuando unos DJ’s del Sambódromo, que estaban de vacaciones en Colombia, me ven desfilando, como abanderado, en el Salsódromo, en la Feria de Cali, y dijeron que yo merecía estar en Río de Janeiro. Me llegó la invitación para que escogiera con cuál escuela de samba quería participar. La primera vez elegí la Estação Primeira de Mangueira, esta me prestó una vez para Mocidade Independente de Padre Miguel y quedé enamorado con las atenciones y el trato. Mi escuela de corazón fue Mangueira, con la que desfilé por primera vez y estuve con ellos en dos oportunidades y tengo mucho afecto por Mocidade con la que he desfilado ya cuatro veces.

¿Qué emociones siente cada vez que desfila en el Sambóbromo?

Es algo indescriptible. Estar en el mejor carnaval del mundo es la graduación de un artista, después de participar en diferentes desfiles. El Carnaval de Río reune espectadores de todos los países, cada año, y lo ven dos millones de personas cada día. Es impresionante lo que se siente, te dan nervios, ansiedad, uno quiere llorar, se ríe. Cuando suena la batucada, el corazón palpita muy fuerte. Quisiera que muchos vivieran esta experiencia, desde este lado en el que estoy. Cuando haces contacto visual con la gente del público, y te gritan, y te graban con sus celulares, es muy emocionante. Y cantar te da una energía distinta, en Cali bailamos, pero aquí se baila y se canta, es muy bonito.

¿Cómo son los ensayos para el desfile en el Sambódromo?
Desde hace tres años, en Río, desfilo sobre carroza, así que llego casi empezando Carnaval, debo ir a los ensayos para que me califiquen la forma de cantar y dependiendo de cómo vean tu desempeño, te ganas un lugar. Este año pasó algo insólito, me habían asignado mi puesto, en la mitad, y un señor de edad, seguidor de la Escuela, quien no había estado en los ensayos, se subió en un lugar que le correspondía a otro, y cuando este último llegó, intentó bajarlo a la fuerza. Le cedí mi lugar al fanático, por respeto al amor que le tiene a la escuela, y me hice atrás, en el puesto que a él le correspondía. Al compañero le dije: “Yo sé que todo el mundo quiere estar en la transmisión de televisión, pero si tú lo haces bien, vas a salir, estés donde estés. Y fui el único en esta que salí en la emisión del canal Globo. Los tiempos de Dios son perfectos.

¿Qué se percibe en Río de Janeiro por esos días de Carnaval?

La ciudad está envuelta en una fiesta total, la gente ama, vive y trabaja por la samba, todos están pendientes del Carnaval. Quienes tienen dinero para comprar una entrada al Sambódromo, siempre van a estar y los que no, lo hacen desde afuera, en las fiestas de la calle, les llaman los blocos de rua. En los hoteles, el personal de la recepción tiene diademas, usa máscaras, se aplica escarcha; en la calle ves a la gente disfrazada y todos se saben las sambas-enredo de las escuelas.

¿Qué le gritan al paso de su carroza, ahora que ocupa el lugar de “punto de destaque”?

Es impresionante cuando haces contacto visual con las personas y sacan el celular para grabarte; me encantaría conseguir todos esos videos de gente que no conozco y que me grabó en el transcurso del desfile. Es muy bonito verlos tan emocionados con lo que haces, sin saber de dónde vienes, a veces ni siquiera se saben la llamada samba- enredo de la escuela, pero con la emoción que uno transmite, se conectan. Es muy raro hablar de uno mismo, pero cuando te dicen que sonríes muy lindo, estás a punto del llanto.

¿Qué cree que significa para los colombianos que los represente en Río?

Las personas en Colombia no tienen mucho conocimiento de lo que significa el Carnaval, eso hay que vivirlo, y aunque lo pueden ver por televisión o hablar de él, otra cosa es darse cuenta, en vivo y en directo, de su magnitud. Mucha gente paga por estar en las sedes comerciales, pero es muy diferente que seas invitado, que te pongan el vestido y te traten como celebridad. La gente y los artistas colombianos no se alcanzan a imaginar la importancia de esta fiesta, no es únicamente una celebración para pasarla bien, tiene un ropaje cultural de unas raíces enormes. Este año significó la unión de todos alrededor de la cultura, después de la pandemia (en 2021 se suspendió el Carnaval).

Este año las escuelas rinden homenaje a la raza negra, ¿siente que en Brasil aún se percibe el racismo?

“El preconceito”, le dicen acá, existe, como en todos los lugares del mundo, y siento que es algo que va a tardar en acabarse, pero Río es una ciudad muy abierta, aunque subsiste la lucha de clases, el racismo se supera cada día más, de hecho, un poco más que en Colombia. Acá le hacen la lucha todos los días a la discriminación, la gente levanta la voz, no se queda callada. Es muy interesante ver cómo los brasileños defienden sus posiciones frente a la raza, la religión, la clase; han avanzado a pasos gigantes, en comparación a otros países latinoamericanos.

¿Ha elaborado trajes para usted o los demás integrantes de las escuelas que lo han invitado?

No, porque acá el carnavalesco, que dirige el carnaval de cada escuela, diseña los vestidos de todos, pero ya me dijeron que les encantaría que trajera algo de Colombia y lo pusiera en mi traje, entonces, si Dios quiere, el próximo año podré mostrar un diseño mío en Río de Janeiro, en una carroza.

¿Qué cuidados o recomendaciones sigue antes de emprender el desfile?

Sea en Colombia o en Río, antes de bailar no como, solo me hidrato muchísimo, tomo mucha agua, porque los nervios no me dejan que coma nada, me siento pesado, lleno, entonces procuro comer después del desfile.

¿Y cuál es la comida que más le gusta de Río?

La misma que en Colombia, la feijoada, que es nuestra frijolada, es muy rica, con carne de cerdo. Amo los fríjoles, y aunque, gracias a la oportunidad de viajar por el mundo, he tenido el gusto de probar muchas comidas, me sigo quedando con los fríjoles de mamá y las feijoadas de Río.

¿Hay mucha rivalidad entre las escuelas que compiten en el Carnaval?

Aquí se vive algo muy bonito, que me encantaría que en Cali las escuelas de salsa lo tuvieran, las escuelas de samba se apoyan y se declaran madrinas unas de las otras; en el metro ves personas de distintas escuelas cantando las canciones de otras, y en la calle ves parejas de enamorados, cada uno con una camiseta de una escuela diferente, o familias en las que cada integrante pertenece a una escuela distinta. En Río el corazón es la samba, independientemente del que gane, quien se lo merece es celebrado por todos.

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