A las puertas de Bill Gates, un personaje polémico durante la pandemia de covid-19

Esttá empeñado en erradicar la polio del África. Cuando los grupos armados impidieron llegar a ciertos territorios con las vacunas, o cuando los rebrotes siguieron cobrando vidas, se encargó en persona de crear un nuevo sistema de mapeos que dan información actualizada a los médicos.

Si algo no funciona, no es suficientemente eficiente o puede ser mejorado, es el hombre al que hay que llamar. Le obsesiona que las tareas se realicen, se impacienta ante la estupidez, insta a sus colaboradores a que “piensen” y no pocas veces considera estúpidas las soluciones de otros. Cuando se le pregunta cuál es su mayor temor, responde: “Que mi cerebro deje de funcionar”.

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Para que funcione, para mantener la gran máquina aceitada, lee cada semana una maleta repleta de libros de actualidad (ciencia, tecnología, historia, novela), que su asistente llena y renueva a lo largo del año. Se mantiene informadísimo y retiene más del 90% de todo lo que lee.

Otra de sus grandes obsesiones es obtener agua potable de los excrementos humanos, para resolver el problema de salubridad de países muy pobres donde los niños mueren de diarrea por una sencilla razón: beben agua del mismo lugar donde defecan.

Gates ha invertido millones de dólares y años de esfuerzo para hacer lo que mejor sabe hacer: presionar. Presionar a expertos, gobiernos, estudiantes universitarios e ingenieros, para hacer viable una planta de reciclaje que funcione sin energía y sin agua, solo con el poder del excremento reciclado.

Obsesivo con el trabajo, desde niño su personalidad lectora, independiente y ultra competitiva fue matizada por su madre: de ella aprendió que ningún logro personal es suficiente si no devuelve a la sociedad bienestar.

No obstante, también ha sido acusado de capitalista salvaje, de crear un monopolio despiadado que saca del mercado a sus rivales con estrategias non sanctas.

El cerebro detrás de Microsoft también causó heridas del alma a antiguos socios que le ayudaron a construir su imperio, pero que osaron tener vida propia y tiempo para el descanso y los hobbies. Gates ha vivido para trabajar sin descanso, para competir sin culpa; para ganar a toda costa, aunque arrase.

Por eso fue llevado a juicio en los Estados Unidos, y su imagen se vino al piso cuando se le ve responder que no comprende por qué debe pensar en los sentimientos de sus competidores, ¿es que acaso lloraron y se sintieron tristes?

Uno de las miniseries documentales más populares de Netflix por estos tiempos es, justamente, una sobre la vida de Gates, donde se revelan sus luces y sombras. Se titula ‘Bill Gates bajo la lupa’.

En tiempos de Covid-19 su figura se ha tornado mucho más polémica que de costumbre. ¿Sabía Gates que venía una pandemia global? Sus declaraciones así lo indican, y se debe en buena medida a la gran cantidad de información que procesa. Pero algunos amantes de las teorías conspirativas han salido a decir que él diseñó el virus y lo puso a rodar, pues en una conferencia de 2015 dijo que el mayor riesgo de la humanidad no era la guerra nuclear (Gates quiere usar esta energía) sino un virus que mataría a millones de personas en el mundo. En YouTube puede verse el video, viral más que nunca.

También estos desinformados temerosos lo acusan de querer conducir al mundo a una dictadura digital, al empezar a monitorear a las personas con sistemas tecnificados bajo la excusa de protegerlos del Coronavirus.

Gates, quien ya entregó la direccion de Microsoft, admite que ha sido quizá exageradamente competitivo e ingenuo. Lo que nadie puede negar es su pasión por la innovación y su valor civil al condenar las posturas negacionistas y anticiencia de líderes como Donald Trump.
Hacer que funcione, seguirá siendo su obsesión hasta que muera.

El empresario y benefactor cuya fortuna asciende a 106.000 millones de dólares, ha dicho que el tema que ocupa sus días y sus lecturas por ahora es el Coronavirus y cómo “detener esa marea”.

Crítico de Donald Trump, dice que Estados Unidos perdió la oportunidad de hacerlo bien con el virus, debido a la falta de liderazgo y criterio científico del presidente.

Contó que está leyendo ‘La gran Influenza’, de John Barry, un libro de historia sobre la gran pandemia de gripe española de 1918.

También lee ‘El marciano’, de Andy Weir, cuya trama tiene similitudes con el tratamiento del nuevo Coronavirus. En cuanto a series recomienda ver ‘Pandemia’ (Netflix). Y como es jugador de bridge pero no sale de casa, juega en línea con su amigo el multimillonario Warren Buffet.