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¿Qué camino tomará Venezuela ante la crisis económica?

Ciudadanos y políticos piden un cambio en el modelo económico. Hay recesión, escasez y para colmo el precio del petróleo sigue cayendo.

18 de enero de 2015 Por: Francy Elena Chagüendo | El País.

Ciudadanos y políticos piden un cambio en el modelo económico. Hay recesión, escasez y para colmo el precio del petróleo sigue cayendo.

Lo que ocurre hoy en Venezuela es de no creer. Hay ‘pico y placa’ para poder comprar en los supermercados manejados por el Gobierno, surgió un nuevo oficio -profesional en hacer fila para ingresar a los almacenes-, se marca a las personas que compran, en algunos estados se prohíbe hacer filas en las noches y el desabastecimiento de productos de primera necesidad supera el 70%. Lea también: Crisis económica tiene en jaque el socialismo en Venezuela.Lo inaudito es que esto sucede en un país petrolero que tiene las mayores reservas de crudo del mundo (298.000 millones de barriles). En Colombia las reservas suman 2.445 millones de barriles y alcanzan para 6 años.Gloria Villamizar tiene 50 años y labora en una editorial en Caracas, ella no recuerda haber vivido una situación similar en el pasado. Frente a su trabajo hay un Excelsior Gama, una cadena de almacenes y cuando llega a su oficina lo primero que nota son las grandes filas en la tienda. Al final de su día cuando regresa a casa, puede observar que la fila continúa. “Es algo indigno, no son colas de media hora, son de cinco horas y más, es algo interminable”, dice.No se consigue nada. Escasea la leche, el café, azúcar, desodorantes, pasta dental, los pañales, la carne y ahora otro tipo de productos, ya no de primera necesidad, como repuestos para carros, llantas, baterías, aceite, entre otras cosas. La ley del precio justo que implementó el Gobierno no funciona. “Yo no puedo hacer filas para comprar porque trabajo todo el día y entonces tengo que adquirir los productos a los que hacen las filas y eso significa que pago tres veces su precio”, dijo Gloria.Por ejemplo, una libra de carne se conseguía a inicio del año en 280 bolívares (equivalente a $55.972) y esta semana estaba en 500 bolívares ($99.950).“Hay un mercado negro que se dedica a comprar y revender”, comenta Xabier Coscojuela, periodista venezolano. A los que hacen esta tarea se les denomina ‘buhoneros’ o vendedores informales que suplen de productos a las personas que no tienen tiempo para hacer las filas. El inicio de año complicó todo en el vecino país, hubo varios días festivos, empresas cerradas y los inventarios disminuyeron, además las empresas son poco productivas y los importadores no tienen los dólares suficientes para comprar y mantener la oferta que requieren los consumidores. Se estima que el 80% de lo que consumen los venezolanos se importa. Por ejemplo, recuerda Coscojuela, cuando la siderúrgica Sidor estaba en manos privadas producía 4 millones de toneladas de acero con 6000 trabajadores. La empresa fue expropiada y la maneja el Gobierno y ahora produce 1,4 millones de toneladas año con 16.000 personas.Lo mismo sucedió con empresas Polar que producía el 75% de la harina de maíz del país, “la firma se expropió y ahora no hay reinversiones y su capacidad de producción ha bajado a menos del 50 %”.Un grito por el cambioGran parte de Venezuela está pidiendo cambios en el modelo económico del país. El presidente Maduro habla de una ‘guerra económica’, pero analistas y opositores insisten en que se requiere tomar medidas urgentes antes de que el país colapse. Incluso se teme que Venezuela no pueda cumplir con los pagos de su deuda y está técnicamente en recesión, pues la economía decreció tres trimestres seguidos en 2014.Francisco Martínez, primer vicepresidente de Fedecámaras, asegura que el año empezó de forma traumática para los consumidores. “Vivimos un ciclo perverso, el desabastecimiento se vive desde hace dos años, pero ahora estamos en niveles muy elevados y eso genera nerviosismo entre la gente que sale a comprar mayores cantidades”, dice. Agrega que el modelo económico del país no promueve la empresa y por el contrario le creó un cerco a la actividad privada afectando la productividad. “Ese modelo está agotado y nunca ha funcionado en el mundo, por lo tanto debe ajustarse”, asegura.El mismo presidente Nicolás Maduro viene diciendo desde inicio de año que se tomaran medidas y los venezolanos esperan ansiosos los anuncios. La economía del vecino país ha estado caracterizada en la última década por el control en el manejo de las divisas por parte del Estado, la expropiación de empresas, la ley de precios, que según los empresarios hace más de 3 años no varían.Para Martínez, el sistema cambiario y la regulación de precios son los principales factores que tienen los anaqueles vacíos en Venezuela, esto sin contar la corrupción, la poca productividad del país -se estima que las fábricas expropiadas o están cerradas o producen solo al 40 % de su capacidad- y la caída en los precios del petróleo que afectará los ingresos del país (el 90 % de las exportaciones venezolanas corresponden a crudo, cuya cotización bajó de los US$40 el barril).Analistas venezolanos temen que sino se registran cambios en materia económica podría llegarse este año a una caída de la economía del 7 %, unido a una mayor inflación y aumento de la pobreza.“Estamos llegando a un colapso” , dijo esta semana Henrique Capriles, gobernador del estado central de Miranda, quien ha llamado al Gobierno a hacer los ajustes. “ha llegado la hora del cambio. El inmenso sufrimiento de nuestro pueblo no admite más dilaciones”, dijo esta semana.De cualquier manera, se hagan los ajustes que requiere Venezuela o no, este país vivirá un año muy difícil. Eso piensa el economista venezolano Pedro Palma, quien considera que el país tendrá tiempos difíciles. “Si se aplican los ajustes necesarios, este año tendremos alta inflación, recesión aún más intensa, desempleo y mayor pobreza, pero si no se implementan las consecuencias serían aún peores y traumáticas”, dijo en su columna en El Nacional. Mientras se toman las decisiones, los venezolanos se mantienen alerta y están listos a soportar largas filas una vez se enteran por el voz a voz o las redes sociales que han llegado café, leche, pañales u otros productos a las tiendas.

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