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Luka Modric anotó el tercero del Real ante el Barcelona. | Foto: AFP / El País

FUTBOL INTERNACIONAL

La Liga de España está en un hoyo: El Clásico perdió su magia (Opinión)

El Clásico no es lo mismo. Ha perdido valor. Ha perdido peso. Como toda La Liga.

26 de octubre de 2020 Por: Manuel Rodríguez - columnista invitado / El País 

Vimos el pasado sábado el que tal vez fue el peor Clásico de la historia. No por el partido, ciertamente. Pues estuvo animado, entretenido, de lado a lado. Pero sí por la falta general de lujo y de brillo. Por la falta de morbo y de mística. Por la decepción colectiva del mundo fútbol, la comprensión compartida de que el Madrid – Barça ya no es la crema de este deporte.

Se ha disminuido de forma sorprendente, preocupante, y humillante el fútbol español. Tal vez el Sevilla de Lopetegui es el único que saca la cara. Un equipo bien trabajado, con un proyecto bien armado a largo plazo, que se ha reforzado bien, ha fichado barato e inteligente. Un equipo que hoy le hace partido a cualquiera.

La cara opuesta es la evidente decadencia del Madrid y el Barca, que explica en gran parte la disminución general de la liga española. De los culés se ha hablado suficiente. Bartomeu no estuvo contento sino hasta llevar al club al piso, forzando una renovación improvisada, atolondrada y dolorosa. Y en las últimas semanas los reflectores se han posado ahora sobre el Madrid, que vio cómo se le quemaba el jardín, lentamente, a su poderoso vecino, a su rival de patio, y en vez de hacer algo de introspección y autocrítica, decidió sentarse a observar, a reír en complacencia.

¿Qué sucedió? Pues como van las cosas, la crisis que vivió el Barça la vivirá el Madrid pronto. Tiene un equipo cuya base está desgastada. Y curiosamente se viene diciendo esto hace rato. Tras las tres Champions consecutivas, cuando Llegó Lopetegui al Bernabéu y el equipo no andaba, se habló de renovación, de recambio. Se habló de que ya no había corazón, ni deseo, ni hambre de títulos. Encima se fue Ronaldo. Que algún hueco habrá dejado.

Pues afuera Lopetegui (que ha demostrado, que quede claro, que no era el problema) y adentro Solari, luego afuera Solari y adentro Zidane. Y las aguas se calmaron un poco en esta última temporada, en parte porque el paupérrimo nivel del Barça le dio al Madrid el título de liga. Y es que esto también ha contribuido a los problemas del Madrid— debe dejar de medirse con el Barcelona, de tomar al club blaugrana (y su mediocridad institucional) como punto de comparación. La perfecta ilustración es el partido del sábado. El Madrid ganó bien y fue superior al Barça, pero es un error creer que por eso va en buen camino. Que no hay nada que mejorar.

Está claro que no hay comparación con el 8-2 que sufrió el Barça hace dos meses. Pero para el Madrid, el desempeño frente al Shakhtar la semana pasada debe prender alarmas propias: 0-3 abajo en el medio tiempo contra la suplencia del conjunto ucraniano (que se vio forzado a utilizar siete jugadores sub-21 debido a casos de coronavirus en la plantilla). No tiene mucha relevancia el hecho de que el Madrid casi empata el partido sobre el final. Ese 0-3 parcial, momentáneo, lo debe entender el club como el mismo grito de advertencia que recibió hace poco el Barcelona. Es el mismo mensaje, simplemente en otro idioma.

Luego está el Atlético, al que lo peor que le pudo pasar fue haber vencido al Liverpool en marzo. Ganó un partido que debió perder, así disipando y posponiendo toda la autocrítica que debió hacerse. Se decidió que Simeone debía continuar. Que Diego Costa estaba entero. Que la defensa estaba bien y que en la mitad del campo había renovación suficiente. Cuando la realidad es que el milagro de Anfield fue une excepción. Un pico singular en lo que de otra manera ha sido un camino de declive constante. De descenso sutil pero hoy más evidente que nunca.

El Bayern los aplastó la semana pasada, mientras Suárez (que ya no es ni la mitad de Suárez) ardía de impotencia, Koke miraba al piso, y Simeone gritaba desesperado desde la raya, algo perplejo, intentando motivar a un equipo que corre y aprieta con la intensidad de siempre, pero que ya no compite como antes. Ya no amenaza ni asusta.

El resultado de esta involución es El Clásico del sábado. Y sí, comprobamos que Ansu Fati es especial, que Ramos es una bestia (en el buen sentido de la palabra), que Messi aún tiene gasolina. Y nos maravilló Kroos, nos sorprendió Dest y entonó Valverde. Pero es inevitable pensar en los que ya no están. Es demasiado tentador querer recordar los que pisaban la cancha hace unos años nada más, mejores tiempos del fútbol. Qué falta hace Ronaldo. Qué falta hacen Iniesta y Xavi. Cómo nos gustaría volver a ver a Alves y al mejor Marcelo, a Neymar haciendo lo suyo, a Xabi Alonso en su mejor momento.

El Clásico no es lo mismo. Ha perdido valor. Ha perdido peso. Como toda La Liga. Nos queda estampada en la memoria esa postal de la ceremonia del Balón de Oro del 2012, donde el XI del año estuvo conformado exclusivamente por jugadores de la liga española. Hoy, ocho años después, muy atrás de la Premier y la Serie A (en cuanto a promedio de goles, en cuanto a emoción, en cuanto a nivel general), La Liga está en un hoyo. Y El Clásico ha perdido su magia.

@manrodllo

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