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POESÍA
'Pessoa múltiple', lea una selección de la nueva antología poética de Fernando Pessoa
El Fondo de Cultura Económica acaba de publicar en Colombia una nueva antología poética de Fernando Pessoa, donde se pueden leer algunos de los poemas del portugués, firmados con su propio nombre y sus principales heterónimos: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. En la traducción al español y selección de Jerónimo Pizarro y Nicolás Barbosa, el libro es una acertada iniciación en el universo pessoano.
Firmados como Fernando Pessoa
[¡OH, NOCHE MATERNAL Y RECORDADA]
¡Oh, Noche maternal y recordada
de esos principios oscuros del ser!
¡Oh, fiel noche a la oscuridad sagrada
donde el mundo es el crimen de nacer!
¡Oh, noche suave al alma fatigada
que busca en la incredulidad creer!
Cíñeme, envuélveme… Yo no soy nada
excepto aquel que a ti quiere volver…
Oh, Noche antigua y misericordiosa,
que sea toda en ti la indefinida
existencia que mi alma ya no goza!
¡Sé mi ser ulterior! Dame por suerte
cualquier cosa más mía que la vida,
cualquier cosa más tuya que la muerte.
ABDICACIÓN
Tómame, noche eterna, con tus manos
y llámame tu hijo.
Un rey soy yo
que voluntariamente abandonó
su trono de fatiga y sueños vanos.
Mi espada, pesada para mis brazos,
en manos fuertes y firmes posé;
mi cetro y mi corona los dejé
en la antecámara, hechos pedazos.
Mi cota de malla, del todo inútil,
y mis espuelas, de un tintín tan fútil,
se quedaron en la escalera fría.
Libre de realeza, en cuerpo y alma,
yo regresé a la noche antigua y calma
como el paisaje cuando muere el día.
[SÚBITA MANO DE UN FANTASMA OCULTO]
Súbita mano de un fantasma oculto
entre pliegues de la noche y el sueño
me toca y despierto, y en el ensueño
de la noche no veo gesto o bulto.
Pero un terror antiguo, que insepulto
cargo en el corazón, como de un trono
baja y se hace mi señor y patrono
sin orden, sin temblar y sin insulto.
Y yo siento mi vida de repente
presa por una cuerda de Inconsciente
a la mano nocturna que me guía.
Siento que soy nadie salvo una sombra
de un bulto que no veo y que me asombra,
y en nada existo como niebla fría.
AUTOPSICOGRAFÍA
El poeta es un fingidor
finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.
Quien lee lo que escribió,
siente en el dolor leído,
no los dos que él concibió,
sino aquel no poseído.
Así en su ranura rueda,
divirtiendo a la razón,
ese trencito de cuerda
que se llama corazón.
RUBAIYAT
Sigue el gozo a la pena, y el gozo a esta.
Ahora bebemos vino porque es fiesta,
ahora bebemos vino porque hay pena.
Pero de un vino y del otro nada resta.
***
Es inútil todo, incluso saberlo. Anuncia
el día la noche, que otra vez lo crea.
En sublimes vísperas de la renuncia,
tú a la mismísima renuncia, renuncia.
***
Ciencia pesa, conciencia desasosiega.
El arte es manco, la fe lejana y ciega.
La vida ha de ser vivida, y es inútil.
Bebe, que la caravana nunca llega.
***
Tras las rosas, Saki, ¿por qué me llenaste
de vino la copa y luego te apartaste?
¿Quién más rosa que tú, que entonces te fuiste?
¿Quién más vino que tú, que a mí te negaste?
***
Fingí quien fui, como hace toda la gente.
Toda la gente al hacerlo es inconsciente.
Pero ¿quién sabe si Dios también no finge
el universo entero inconscientemente?
[NUNCA HE GUARDADO REBAÑOS]
Firmado como Alberto Caeiro
Nunca he guardado rebaños,
pero es como si los guardara.
Mi alma es como un pastor,
conoce el viento y el sol,
y va de la mano de las Estaciones
siguiéndolas y mirando.
Toda la paz de la Naturaleza sin gente
viene a sentarse a mi lado.
Pero me pongo triste como un atardecer
lo es para nuestra imaginación
cuando se ve declinando a lo lejos,
y se siente la noche entrar
como una mariposa por la ventana abierta.
Pero mi tristeza es sosiego
porque es natural y justa,
y es lo que debe haber en el alma
cuando piensa que ya existe,
y las manos recogen flores sin que ella lo advierta.
Como un ruido de cencerros
más allá de la curva del camino,
mis pensamientos están contentos.
Solo tengo pena de saber que están contentos,
porque, si no lo supiera,
en vez de estar contentos y tristes,
estarían alegres y contentos.
Pensar incomoda como andar bajo la lluvia
cuando el viento aumenta y parece que llueve más.
No tengo ambiciones ni deseos.
Ser poeta no es una ambición mía.
Es mi manera de estar solo.
Y si a veces deseo,
por imaginar, ser un corderito
(o ser todo el rebaño
para andar disperso por toda la ladera
siendo muchas cosas felices a la vez),
es solo porque siento lo que escribo al atardecer,
o cuando una nube pasa su mano por encima de la luz
y por toda la hierba el silencio se propaga.
Cuando me siento a escribir versos
o, paseando entre caminos y entre atajos,
escribo versos en un papel que está en mi pensamiento,
siento un cayado en las manos
y veo otra versión de mí
en la cima de una colina,
mirando mi rebaño y viendo mis ideas,
o mirando mis ideas y viendo mi rebaño,
y sonriendo vagamente como quien no entiende
lo que dicen
y quiere fingir que lo comprende.
Saludo a todos aquellos que me lean,
y me quito mi gran sombrero
cuando me ven vibrando hasta la madrugada
apenas el carruaje parte de lo alto de la colina.
Los saludo y les deseo sol,
y lluvia, cuando la lluvia es necesaria,
y que sus casas tengan
junto a una ventana abierta
una silla preferida
donde se sienten, leyendo mis versos.
Y que al leer mis versos piensen
que soy algo natural:
por ejemplo, el árbol antiguo
a la sombra del cual los niños
se sentaban de golpe, cansados de jugar,
limpiándose el sudor de la frente caliente
con la manga de su vestidito a rayas.
(Poema I del ciclo ‘El guardador de rebaños’)