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Una antología con lo mejor de la cuentística contemporánea, así es el tercer tomo de ‘Cuentos y relatos de la literatura colombiana’, donde se encuentran una diversidad de voces consagradas y nuevas, historias con variedad de enfoques temáticos, seleccionadas por Luz Mary Giraldo. | Foto: Foto: Especial para Gaceta

CUENTOS

Luz Mary Giraldo publica el tercer tomo de su antología de cuentos y relatos colombianos

Una antología con lo mejor de la cuentística contemporánea, así es el tercer tomo de ‘Cuentos y relatos de la literatura colombiana’, donde se encuentran una diversidad de voces consagradas y nuevas, historias con variedad de enfoques temáticos, seleccionadas por Luz Mary Giraldo.

25 de abril de 2021 Por:  Pablo Concha, especial para Gaceta

No es sencillo el trabajo de un antólogo; independiente del tema, género o ambición del proyecto, algo de injusticia, desconocimiento o “ceguera” siempre les será endilgado por algún inconforme, es ineludible. ¿Cómo abarcar todas las obras y autores sin omitir a nadie y sin que el trabajo se prolongue indefinidamente? ¿Cómo ser exhaustivo sin llegar al colapso físico y mental? ¿Cómo lograr un libro que haga justicia y deje felices y satisfechos a todos?

‘Cuentos y relatos de la literatura colombiana’, tomo III, de Ediciones Fondo de Cultura Económica, con selección y prólogo de Luz Mary Giraldo, es una obra que se sostiene sola y en gran medida es justa y cumple su objetivo: compilar los cuentos y relatos más significativos de la narrativa contemporánea breve en Colombia (desde finales del siglo XX hasta lo que va del XXI), tanto de escritores reconocidos y establecidos ya, como de otros noveles y apenas empezando a abrirse camino.

“Este tercer tomo contribuye a la visión caleidoscópica. (…) Agotada la temática de la violencia y el conflicto armado, interesan otras fuerzas oscuras de la ciudad y la sociedad, otras experiencias más propias de espacios cerrados, de la casa y sus oscuridades, de la visión del sótano y la buhardilla generadores de pesadillas y de tensiones, de angustia y terror, de expectativa. Se trata de aprender a convivir con el suspenso y saber andar en la cuerda floja”, dice Luz Mary Giraldo en el prólogo.

La obra se encuentra organizada en estructuras temáticas según el género, lo cual ayuda a leerlo dependiendo del ánimo o interés del lector, sin imponer ni obligar ningún orden de lectura estricto. De esta manera, encontramos apartados como ‘Retratos familiares’, que tiene cuentos de Margarita García Robayo, Catalina Holguín y Miguel Ángel Manrique, entre otros. ‘Pequeño bestiario’, donde destaca el escritor Juan Cárdenas con su historia “El pájaro” (incluido en su libro ‘Volver a comer del árbol de la ciencia’) y Pilar Quintana con “Huesos y pelo”. ‘Extrañas criaturas’, uno de los apartados más interesantes del libro y una demostración de que la antóloga no se quedó solo en la superficie con lo más popular, comercial y conocido, sino que hundió la cabeza sin miedo en los géneros marginales del terror y la ciencia ficción, dándole al libro una dimensión más amplia y generosa para los lectores. En esta sección hay cuentos de Gabriela Arciniegas, María Mercedes Andrade y Luis Carlos Barragán que son una excelente muestra de los géneros no miméticos que se están desarrollando en nuestro país.

También tenemos un apartado titulado ‘Todo en suspenso’, con historias del mejor noir y thrillers donde sobresale Roberto Rubiano Vargas con “El infierno en el cielorraso”. ‘Para reír en serio’, donde no podían faltar David Betancourt y Luis Noriega. ‘Solo de amor’, con autores como Pedro Badrán y Sergio Ocampo Madrid. ‘Viajeros’, quizá una de las secciones más breves (solo tres cuentos), pero más potentes del libro, con relatos de Andrea Mejía, Alejandra Jaramillo y Janeth Posada, el tipo de cuentos que hace que un lector vaya a la parte final de las biografías para buscar que más han escrito esas autoras y anotar esos títulos para conseguirlos lo más pronto posible.

‘Oficio de escribir’, otra de las secciones más interesantes y que muestran ese caleidoscopio del que habla la antóloga en el prólogo. Aquí encontramos tres cuentos donde el acto de escribir, la creación misma de lo que leemos, es parte de la historia, o es la historia. “Manos de diamante” de Andrés Felipe Solano, cuento que muy bien podría haber estado en la sección de ‘Todo en suspenso’, un relato que hace homenaje al género negro pero dándole otra dimensión, y “Policarpa” de María Ospina Pizano, el cual aborda el tema de los reinsertados mirándolo desde otra perspectiva y brindando además, como una suerte de bonus, unas breves clases de corrección de estilo y edición de textos muy útiles para lectores que además sean escritores en potencia. También hay espacio en este libro para la minificción, con la sección de ‘Letras mínimas’, donde hay dos relatos brutales que cierran el libro de forma contundente, “Fruto prohibido” de Orlando Mejía Rivera, y “La casa del terror” —en mi opinión uno de los mejores (o posiblemente el mejor) relatos del libro—, de Diana Ospina Obando: “Ya casi consigues no pensar más. No sentir tanto miedo, tanto horror, porque todo fue muy extraño, muy dulce, muy oscuro y misterioso. Casi, casi… como el amor”.

Como ocurre en algunas antologías, hay un par de cuentos que pueden hacer que un lector se cuestione su incorporación en el libro, ya sea por la temática, el estilo o la falta de aprovechamiento de elementos dentro la historia, y que lleva a preguntarse si tal vez ese mismo escritor no tendría un mejor cuento que hubiera podido incluirse en lugar del que se leyó. Debe decirse, además, que estas consideraciones pueden deberse por completo a una cuestión de gustos, al paladar de cada lector, y es inevitable que suceda con cualquier antología. Aun así, esa diversidad de historias es lo que hace que el conjunto sea más completo y compatible con lectores de toda índole.

Un detalle muy interesante es que, aunque los cuentos se encuentran organizados en las unidades temáticas ya mencionadas, muchos podrían haberse insertado en otras y no habrían desentonado, y eso da cuenta de la calidad de las historias y su no adherencia a un género específico. “El pájaro” de Juan Cárdenas (de lo mejor de la ciencia ficción hecha en Colombia) podría haber estado en ‘Extrañas criaturas’, y “El infierno en el cielorraso” podría asimismo haber ingresado a ‘Tantas veces horror’…

“En la mayoría de los autores jóvenes, hombres y mujeres por igual, se percibe menos relación con la tradición clásica universal y nacional, y mayor cercanía a literaturas extranjeras contemporáneas, como la mencionada ciencia ficción y el relato de terror propios de letras anglosajonas o nórdicas, por ejemplo”, señala Luz Mary Giraldo, y concluye: “toda antología es una invitación a un viaje en el que se recorren lugares y escenarios; se reconocen personajes y situaciones; se experimentan emociones y sensaciones, es decir, maneras de afrontar la existencia”.

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