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El Festival de Cine de Cali 2020, FICCALI, ofreció un conjunto de películas muy comprometidas con las inquietudes del género, el cuerpo y la intimidad. Uno de los mejores filmes que se presentó fue ‘Las mil y una’, de la directora argentina Clarisa Navas, a quien entrevistamos aquí sobre su propuesta visual. | Foto: Foto: Especial para Gaceta

CINE

La directora Clarisa Navas habla sobre su película 'Las mil y una' presentada en el Ficcali

El Festival de Cine de Cali 2020, FICCALI, ofreció un conjunto de películas muy comprometidas con las inquietudes del género, el cuerpo y la intimidad. Uno de los mejores filmes que se presentó fue ‘Las mil y una’, de la directora argentina Clarisa Navas, a quien entrevistamos aquí sobre su propuesta visual.

6 de diciembre de 2020 Por:  Jaír Villano, especial para Gaceta

El Festival Internacional de Cine de Cali se ha caracterizado por visibilizar un cine fiel a la apuesta de sus directores. Un cine que no se traiciona a sí mismo. Un cine de búsqueda y reposo. La versión doce no fue la excepción: el FICCALI ofreció un conjunto de películas comprometidas en sus inquietudes de género, del cuerpo, de la intimidad. En arrojar la mirada de sus creadores.

Uno de los filmes que se presentó fue Las mil y una, el segundo largometraje de ficción de la argentina Clarisa Navas, una propuesta sobre las relaciones del cuerpo entre amigos, familia, y desde luego la relación personal. Los espacios y los silencios son elementos claves en esta producción. Hablamos con la directora.

‘Las mil y una’ es una película para observar y escuchar: los chicos, las calles, los diálogos, los silencios. ¿Cómo se materializa un proyecto con tantas ambiciones?

Creo que se materializa justamente escuchando, prestándose a estar disponible para que por el cuerpo pasen tensiones, fuerzas, incomodidades, abrirse a ciertos modos de estar que alguna vez habitamos y a partir de ahí disponerse a transitarlos otra vez. Luego también es acercarse con amor a un espacio donde muchas cosas acontecen a la vez, creo que la película no sería lo que es, si varios de nosotros no fuéramos de ahí.

Háblanos de tu barrio, Corrientes, que en la película es bien importante, y que quizá sorprenda a los espectadores no familiarizados con la Argentina que se sale de Buenos Aires.

El Barrio de Las Mil, es un barrio de la periferia de Corrientes, muchas personas cuando ven piensan que es de una clase baja o marginal, pero en realidad la mayoría de la clase media de provincias en la Argentina viven en esos barrios de viviendas y monoblocks. Creo que un poco dan cuenta de ese deterioro de la clase media y de cómo también la vida fue pensada con muchísima mezquindad entre quienes décadas atrás diseñaron esos trazados de ciudades en la Argentina, marcando tanto centro y periferias olvidadas. El barrio para mí es todo, es una mezcla muy única de modos de existir que sólo se dan ahí, de ritmos y formas muy particulares de vidas llenas de contrastes.

Desde hace un buen tiempo el cuerpo viene siendo objeto de estudio y de creación artística. Foucault decía, recordando a Nietzsche, que en el cuerpo se encuentran los estigmas de los sucesos pasados. Jean Luc Nancy, en esos bellos aforismos, nos habla del cuerpo para sí y para los otros. Recuerdo esto pensando en la exploración y curiosidad sexual de los chicos, en los rumores de la enfermedad que hay sobre una de las protagonistas: Renata; a lo sumo, es una interpretación mía, pero me gustaría que nos hablaras si te interesaba reflejar eso en la película…

Creo que los 58 indicios de Jean Luc Nancy han sido de una reelectura clave cuando pensábamos ciertas presencias. Todo lo que existe en Las Mil es cuerpo, justamente es una película centrada ahí, en los gestos y en lo táctil. Cuerpo más que palabras. Creo que el encuentro entre Iris y Renata tiene que ver con la “devolución de un cuerpo”, hay pocas veces en la vida que un encuentro restituye ese cuerpo robado o borrado por lo social. A mí me parece que Renata le devuelve un cuerpo a Iris, se lo revela. Que no quiere decir que eso sea del todo grato, porque cuando aparece el cuerpo, también aparecen todas las mentiras que nos han infundido, como pensar que las condiciones de los cuerpos parten de la salud o tantos otros requerimientos que el capital y sus formas nos han hecho ver y pensar para borrar.

Así como esas arquitecturas en las Mil hablan de un estado, de sus formas políticas, de sus omisiones y olvidos, así también los cuerpos son el territorio donde todo se inscribe y también desde donde es posible resistir.

Otra de las cosas que me llamó la atención es la relación entre padres e hijos. Hay unos contrastes bien definidos entre la madre de Ale y Darío, y la de Renata, y la de Iris, que es casi que inexistente. Lo cual demuestra bien algunas de las relaciones de las nuevas familias con respecto a la orientación sexual de sus hijos, ¿por qué crees que es importante hablar de esto?

La adolescencia es un momento de muchísima fragilidad, creo que por experiencias personales siempre me aflige mucho pensar lo extremo que se vive todo en ese momento, y las decisiones fatales que algunas veces se toman en esas circunstancias, si a eso se le suma la desconexión con el entorno más próximo o el no entendimiento de las familias, creo que se vuelve todo muy opresivo. Así también cuando hay comprensión, el mundo se aliviana un poco. Al menos en mi localidad, falta muchísimo avanzar en estos aspectos, las familias suelen ser los primeros lugares de opresión.

Hay que decir que son personajes verosímiles, los chicos fluyen con naturaleza, entre cobijas, entre calles, entre fiestas, ¿cómo lograste eso? ¿Cómo fue el trabajo con ellos?

Somos un grupo de amigos que nos queremos muchísimo y todo fluye con mucho amor, también con comprensión por haber transitado vivencias y experiencias muy similares. Entonces el trabajo se vuelve más fácil de ese modo, creo que también hacer una película así nos ilusiona la vida y el presente. Es como una burbuja paralela que se crea a la par de esa otra realidad que está ahí al lado, y en esos momentos pasamos mucho tiempo juntos, varios meses previos al rodaje, lo que hacemos es movernos en familia, compartimos mucho tiempo. Luego las escenas de ese modo van fluyendo porque hay confianza para probar, crear, también para poder reconocer límites. Es una búsqueda para construir procesos que nos potencien vitalmente a todos los que trabajamos en esto.

¿Por qué crees que la gente debe ver Las mil y una?

Me suena un poco fuerte decir que “deben ver” pero si les haría una invitación a asomarse un poco a este mundo de la periferia de Corrientes, que está muy cercano a tantas periferias latinoamericanas y recorre también una pregunta insistente ligada al cuerpo, al territorio, a los imposibles del presente que de pronto pueden trocar en posibles. Quizás la película es un modo de abrazar a muchas otras sensibilidades parecidas que entienden de este mundo, quizás la peli sea una invitación a un abrazo en estos tiempos de distanciamiento.

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