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Kaori Ito dio en la mañana de este martes una clase maestra para estudiantes de danza. | Foto: Jorge Orozco - El País

JAPÓN

Esta es la obra que Kaori Ito, reconocida bailarina japonesa, presenta hoy en la Bienal de Danza

‘Yo bailo porque no confío en las palabras’ es una apuesta por comprender la relación con el padre a través de la danza.

29 de octubre de 2019 Por: Yefferson Ospina, reportero de El País

Yo bailo porque no confío en las palabras. Ese es el nombre de la obra que presenta este miércoles la artista japonesa Kaori Ito en el Teatro Jorge Isaacs, en el marco de la IV Bienal Internacional de Danza de Cali, a las 9:00 p.m.

Una puesta en escena dancística sobre las contradicciones de su relación con su padre, el escultor japonés Hiroshi Ito, y un intento por comprender a través del puro lenguaje del cuerpo lo que no ha podido se captado con las palabras.

Kaori Ito es una artista multidisciplinar y polifacética quien ha colaborado con artistas tan reconocidos como Angelin Preljocaj, Philippe Decouflé, Sidi Larbi Cherkaoui e incluso Alejandro Jodorovsky.

‘Yo bailo porque no confío en las palabras’ es una apuesta por hacer del lenguaje del cuerpo una posibilidad inmediata de darle forma a algo que permanecía callado e innombrado en lo profundo de la artista.

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¿Por qué decide llevar a su padre al escenario en este trabajo?

Nosotros llevábamos 13 años sin hablar luego de que salí de Japón para estudiar en New York y creo que los dos teníamos muchas preguntas acerca de nuestras vidas juntos, preguntas sobre nuestra vida cuando yo era una niña, o preguntas sobre el sufrimiento que él había tenido en su vida. Eran interrogantes fundamentales sobre nuestras existencias, y sobre la distancia que había entre nosotros pero también preguntas generales sobre mi madre y mi hermano.

¿Y qué le dijo él a usted cuando le propuso la posibilidad de concretar este proyecto?

Dijo que sí y yo le dije que la única condición para que lo hiciéramos era que respondiéramos a esas preguntas de las que hablé anteriormente.

La boletería para ver la obra de Kaori Ito se puede comprar en la taquilla del Teatro Jorge Isaacs, con precios que oscilan entre los $50 mil y los $30 mil.

Esta obra se ha interpretado como un proceso de curación de las heridas que pudieron haber existido en su relación con su padre. ¿Está de acuerdo con esa lectura?

Creo que esta pieza nos ha ayuda más a ver y reconocer la distancia real que existe entre nosotros. Y haciéndola he podido verlo a él aún más como artista y reconocer lo bien que puede bailar, lo bien que puede hablar, cuánta filosofía hay en su vida, y cuán inteligente es. Antes de esto yo a él solo podía verlo a través de mi madre, no lo veía cara a cara, y para mí mi padre es una figura representativa de la cultura japonesa, así que hablar con él es también reencontrar mi trasfondo japonés y mis orígenes. Nosotros no tenemos realmente una historia triste, nosotros tuvimos una distancia que fue algunas veces muy difícil, sobre todo porque era muy dicícil vernos. Así que a través de la danza hemos podido aclarar mucho más qué tipo de relación tenemos. Y bailando, además, podemos mirarnos a los ojos, y mientras lo hacemos yo puedo encontrar en ellos respuestas diferentes a las que él me da mientras hablamos.

¿Qué le ha aportado su padre al proceso de creación de la obra?

Él tiene una gran capacidad para imitar. Imita Michael Jackson por ejemplo, y esa capacidad creativa ha sido muy importante para la obra. Pero lo que más me ha sorprendido es lo profesional que es. Todo el tiempo me recuerda mis correcciones y pone cinta en el escenario durante los ensayos para saber en dónde debemos hacernos. Eso me ha sorprendió.

En Colombia, como consecuencia del conflicto armado, muchos bailarines han usado la danza para sanar las heridas que la guerra nos ha dejado. ¿Qué piensa del potencial sanador de la danza?

Más que sanadora, yo diría que la danza es liberadora, permite que nuestro cuerpo se exprese, porque cuando danzas no es la cabeza la que actúa, es el cuerpo que se expresa. Creo que es muy importante que en este país la danza siga usándose en ese sentido, porque bailar nos permite ver cosas que no vemos de otra manera, nos permite crear relaciones invisibles, nos permite acceder a energías invisibles. Danzar es muy conmovedor tanto para quien lo hace como para quien lo observa, y si la danza no sana, seguramente ayuda a que la gente saque un sufrimiento que lleva adentro y no lo bloquee.

Híbrida cultural

Empapada en la cultura japonesa y entrenada en danza occidental, Kaori Ito ha desarrollado un vocabulario híbrido y singular que se parece a ella. En la encrucijada de culturas e idiomas, ella está interesada en lo no dicho y lo invisible.

Cercana del teatro de baile, parte de su experiencia y la de los artistas para mostrar una necesidad íntima de estar en el escenario. Confiando en la inteligencia corporal, busca la inmediatez y el instinto como una fuerza impulsora para actuar. Desde temas esenciales como los tabúes, el fin del mundo, la muerte, el amor, la soledad, saca textos crudos y espontáneos.

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