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Psiquiatras explican síndrome del payaso triste, causa de muerte de Robin Williams

Una persona exitosa, el poder y la situación económica, en vez de ser una ayuda para facilitar un tratamiento eficaz, se convierte en un obstáculo, dicen psiquiatras.

17 de agosto de 2014 Por: Alda Mera | Reportera de El País

Una persona exitosa, el poder y la situación económica, en vez de ser una ayuda para facilitar un tratamiento eficaz, se convierte en un obstáculo, dicen psiquiatras.

De la misma manera que a un diabético se le sube o se le baja el azúcar o a un hipertenso se le dispara la presión, a un depresivo se le produce una alteración bioquímica en el cerebro que lo convierte en el ser más triste del mundo. Así sea el comediante más talentoso del mundo. Por eso, ser exitoso, poderoso, adinerado o un artista de la dimensión de Robin Williams, no lo excluye de ser su víctima: el brillante actor estadounidense se suicidó el pasado 11 de agosto en una fase depresiva. Álvaro Montoya, médico psiquiatra del Centro Médico Imbanaco, define este mal como una pérdida de la capacidad de disfrute. Es distinta a la tristeza, explica, que es una respuesta normal en el ser humano cuando este sufre una pérdida.“La depresión obedece a una alteración bioquímica que lleva al paciente a experimentar incapacidad para disfrutar las cosas cotidianas y simples de la vida. El depresivo pierde seguridad, interés, emoción”, afirma el especialista Montoya. Se trata de la disminución de la serotonina y la noradrenalina (hoy norepinefrina), sustancias neurotransmisoras que permiten la comunicación entre las neuronas y la transmisión del estado de ánimo al sistema nervioso del individuo. Y si el cerebro deja de producirlas, este empieza a funcionar mal y presenta desequilibrios o trastornos como la depresión. Gerardo Campo Cabal, médico psiquiatra y Jefe de Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, enfatiza en que precisamente los cuadros depresivos son de origen biológico u orgánico. “Contrario a lo que la mayoría de las personas cree, no necesariamente está ligada a una pérdida, sea la de un ser querido, una quiebra económica o hasta la de una mascota”, dice. Y si la depresión es severa o crónica, se acompaña de conductas autodestructivas. “Es cuando las personas del entorno no logran entender cómo, si lo tenía todo, un buen matrimonio, una linda familia, una boyante posición económica, un estado físico saludable, llega al suicidio”, dice el psiquiatra Campo. Como nadie se explica la muerte del actor que vivió para hacer reír a todos. Ahora, un artista, talentoso como actor y comediante, puede experimentar mucho más fuerte su propia depresión. La razón es que es más sensible y por ello, capaz de ponerse en las condiciones sicológicas y emocionales de otros. “Por lo tanto, se le va a dificultar mucho más tratarlo y esto lo puede llevar a condiciones desfavorables y hasta conducirlo al suicidio”, sostiene el psiquiatra Montoya.Un informe de BBC Mundo cita un estudio de la Universidad de Oxford que muestra una relación entre humor y bipolaridad, una de las condiciones que llevan a la depresión y que al parecer sufría el actor. Y a especialistas de Inglaterra que coinciden en que la chispa del buen humor funciona como una vía de escape para los depresivos como una forma de esconder sus tristezas profundas. Fenómeno que coloquialmente se llama ‘el síndrome del payaso triste’. Como el de Garrik o Chaplin. O Williams. En una persona exitosa, el poder y la situación económica, en vez de ser una ayuda para facilitar un tratamiento eficaz, se convierte en un obstáculo, advierte el psiquiatra Montoya: “En ese entorno de reconocimiento, no les es fácil buscar ayuda sicológica o psiquiátrica porque se (mal) interpreta como debilidad de carácter ‘ir a contarle mis problemas a un señor extraño, si él no me los va a resolver’. No se atreven a decir ‘vamos al médico’ y no permiten que se les ayude como una forma de autocastigo”.Infortunadamente, dice el psiquiatra Campo, la población no ha logrado entender que la depresión no es ni debilidad sicológica ni falta de voluntad. “Como lo insinúan los allegados con comentarios que les hacen mucho daño a los pacientes depresivos, como ‘ponga de su parte’, ‘salga de la casa’, ‘no se encierre’. No, la depresión es una enfermedad que produce gran discapacidad y hace que la persona se aisle en su casa, se postre en cama, sienta una falta total de energía y como tal hay que entenderla y tratarla”. Como estaba Williams al recaer en depresión y en adicción a las drogas, males que creía ya superados. El consumo de drogas es un alivio al que recurren muchas personas depresivas exitosas, pero estas solo agravan la situación. Así lo hizo Williams, quien admitió su lucha contra su adicción a la cocaína y al alcohol, tras su recaída en 2013 luego de dos décadas de sobriedad. Advirtiendo que desconoce la historia clínica del actor, el psiquiatra Campo cree probable que Williams haya tenido un trastorno afectivo bipolar, TAB, una alteración en la cual el paciente alterna una fase depresiva durante la cual evita los contactos sociales y abusa de sustancias, con otras fases en las que sube el estado anímico.En estas fases de euforia muestra gran creatividad, es simpático, cómico, ingenioso, hace el apunte inteligente y se puede hacer un famoso comediante... como Williams, capaz de mantener al público entretenido una hora o más, hasta llegar a un estado anormal de alegría, que en psiquiatría se llama manía. Y ese TAB asociado al abuso de sustancias, como lo hacía él, posiblemente lo precipitaron a la muerte. El especialista Campo Cabal enfatiza en que lo importante es que la comunidad entienda que la depresión no está sujeta a control voluntario: “Eso sería tan absurdo como pedirle a un fracturado al que lo enyesan por tres meses, que ‘si pone de su parte, le quitamos el yeso’. No, si necesita tres meses de tratamiento, son tres meses de yeso. Lo mismo pasa con la depresión, la primera vez que se presenta requiere entre 12 y 18 meses de medicamentos”. Con las primeras semanas se espera que vaya mejorando, hay que darle ese tiempo mientras va recuperando la funcionalidad neuronal normal.“Exitosos enmascaran sus sentimientos”Alejandro Monroy, ‘coach’ de Escuela de Vida, dice que en el ser humano se cruzan muchas dimensiones y cuando una persona falla en una de ellas por lograr el éxito, se pone en riesgo de caer en una depresión, que no siempre lleva al suicidio, pero a veces sí.“La dimensión espiritual apunta a la felicidad como el propósito de vida; es un significado mayor sobre qué le estoy aportando al mundo, a la humanidad y si falta esa dimensión y se vive solo por el reconocimiento o el dinero, falta el sentido de la vida, la esencia”, dice Monroy, coautor de Prepárate para el Éxito, coleccionable de El País.El ‘coach’ recalca además que el ser humano es un ser afectivo y necesita esa relación profunda de amor con los demás, sentir que comparte esa conexión con la pareja, con los hijos, con los seres queridos, con los amigos, independientemente de si triunfa o no. “Si falta esa cercanía, se abre esa puerta para sentir que la vida no tiene sentido”, apunta.Gloria Cecilia Ramírez, sicóloga de Escuela de Vida, dice que una posible causa de depresión de quien supuestamente tiene mucho de lo que la sociedad dice que es necesario para ser exitoso o feliz, es esa búsqueda con ese enfoque equivocado de esas fuentes de felicidad externas, desligadas de su ser interior.“El concepto de éxito que la sociedad vende es alcanzar dinero, posición social, admiración. Pero la felicidad está relacionada con el ser y proviene del interior si aprendemos a conectarnos con los recursos internos y no depende de circunstancias externas”. La presión social también influye en la medida en que constriñe al exitoso a que siempre se debe mostrar bien. Para ello enmascara sus miedos, sus tristezas, sus sentimientos, porque no está bien que se permita resolverlos.Así, dice ella, la depresión de un exitoso se torna más peligrosa porque no es reconocida, por guardar esa imagen que la misma persona se impone. No se puede trabajar en profundidad por estar expuesto a los medios, a las redes sociales, entonces optan por mos- trar una vida perfecta, de apariencia y están denegando siempre. “Y eso se acumula, se vuelve una bomba de tiempo que estalla en episodios como el suicidio”, concluye Gloria.

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