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Ingrid Betancourt en su discurso en la Comisión de la Verdad. | Foto: AFP

SECUESTRO

Las reflexiones de Ingrid Betancourt tras reencontrarse cara a cara con sus secuestradores

La excandidata presidencial Ingrid Betancourt se pregunta por qué para los exjefes de las Farc “es tan difícil liberarse de las corazas de la guerra”.

27 de junio de 2021 Por: Luis Carlos Gómez, editor general de Colprensa

La excandidata presidencial Ingrid Betancourt sostuvo esta semana el que probablemente haya sido el encuentro más difícil después de regresar a la libertad.

A instancias de la Comisión de la Verdad, se vio cara a cara en Bogotá con los antiguos jefes de las Farc, la organización guerrillera que la mantuvo secuestrada por más de siete años.

Aunque reconoce los avances que han hecho para cumplir con el Acuerdo de Paz, dice que la sorprendió su frialdad y su rigidez y que siente que no se han despojado aún de las “corazas de la guerra”.
“Yo sé que ellos han hecho un tránsito, han hecho muchos esfuerzos, que ellos hoy en día reconocen el horror de lo que hicieron, que no hablan de retenciones sino de secuestros, todo eso lo veo, pero también siento que hay una incapacidad emocional a sentir”, agrega.

Pero, Ingrid, cuyo peso político sigue siendo indudable, pese a que descarta estar interesada en aspirar a la Casa de Nariño, también habló con Colprensa de la gestión del presidente Iván Duque.
“Lo siento preocupado, tratando de hacer lo que corresponde, de responderle a Colombia adecuadamente, de ser un presidente que resuelva realmente los problemas, pero pienso también que podría hacer mucho más si se liberara de los miedos inherentes a ser juzgado”, comenta días después de su encuentro.

De igual forma, durante su permanencia en el país, la ciudadana colombo francesa sostuvo que, de cara a las elecciones del próximo año, apoyará un proyecto político que se preocupe más por los resultados que por los insultos.

¿Cómo se sintió en el encuentro organizado por la Comisión de la Verdad?

Fue un escenario duro, primero porque las víctimas estábamos haciendo un ejercicio que nos costaba muchísimo y porque adicionalmente estábamos descubriendo qué sentíamos al ver a miembros de las Farc en persona junto a nosotros.

Eso para mí fue una revelación, en el sentido de que por lo menos pude chulear una casilla y decirme a mí misma: ‘bueno, no hay odio, listo’. Por lo menos eso puedo decirle, no hay odio, no hay rencor, pero sí hay veces que se encuentra uno con personas que le generan desagrado.

Aquí no hubo eso, había sí curiosidad por entender ellos qué estaban pensando de todo lo que se estaba diciendo y también había un sentimiento de hermandad, de fraternidad muy fuerte con todas las víctimas de las Farc, del alma, es decir, los conocí 24 horas antes y terminamos ese acto íntimamente ligados.

Aunque fue un espacio muy importante para las víctimas y para el país, se percibió cierta decepción en su caso por la actitud de las Farc, de no ir más allá del discurso político y no hablar con el corazón. ¿La interpreto bien?

Sí, pero más allá de la decepción, también es tratar de entender por qué para ellos es tan difícil liberarse de las corazas de la guerra, es decir, lo que sentí, primero, fue que estaba frente a personas que seguían pensando y sintiendo como cuando estaban en el monte, una especie de rigidez, de frialdad, que me sorprendió.

Yo sé que ellos han hecho un tránsito, yo sé que ellos han hecho muchos esfuerzos, que ellos hoy en día reconocen el horror de lo que hicieron, que no hablan de retenciones sino de secuestros, todo eso yo lo veo, pero también siento que hay una incapacidad emocional a sentir, y me pregunto y trato de comparar con otras cosas. Entonces, por ejemplo, pienso en el proceso de los paramilitares, que ellos entregan las armas y se van para la cárcel y de pronto el hecho de no estar en un espacio político, de no estar cargando con una ideología que tengan que defender y de encontrarse en una posición de sometimiento físico como es una cárcel, de pronto eso les ayudó a ellos a tener un tránsito más humano, y uno ve que hay gente de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) que tienen una relación con sus víctimas mucho más elaborada que los comandantes de las Farc.

¿Tal vez faltó más exigencia con las Farc para que cumplan bien lo convenido en el Acuerdo de Paz?

No, yo creo que ellos están cumpliendo. No es un problema jurídico de cumplimiento. Lo que siento es que ellos están en la camisa de fuerza de su ideología, y entonces todo lo filtran por la ideología, y siguen justificando y siguen hablándole al país desde un punto de vista político, ahí no era un escenario para hablarle al país desde un punto de vista político. Era para hablarnos a nosotros, sus víctimas, desde un punto de vista humano, ese era el ejercicio que había que hacer.

Creo que son incapaces en este momento de hacerlo. Eso no quiere decir que no quieran hacerlo, eso quiere decir que todavía no tienen los elementos de la vivencia y la experiencia personal para poderse cuestionar a ellos mismos, con humildad, hasta el punto de llegar a llorar por lo que hicieron.

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¿Cómo ve en general la implementación del Acuerdo?

El proceso está avanzando, en ciertos aspectos estamos cumpliendo, pero no a la velocidad que hubiéramos deseado, y esto es una constatación que hacen todos los que están monitoreando el proceso y en particular los verificadores internacionales.

Las razones de esta lentitud son primero ideológicas, yo creo que el Gobierno del presidente Duque quiere resguardar las sensibilidades de muchos actores en Colombia que sienten que se le dio demasiado a las Farc. Esto produce unos traumatismos en el proceso, que no nos ayudan a resolver precisamente los problemas que dejó la guerra. De nuevo, las ideologías nos están impidiendo hacer el trabajo que tenemos que hacer.

Decía usted, después de su reunión con el presidente Duque, que lo vio preocupado. ¿Siente que él sí está sintonizado con la difícil situación de agitación social que estamos viviendo en el país?

Yo creo que él tiene la voluntad de sintonizarse, la voluntad, la intención, está ahí. Lo siento preocupado, tratando de hacer lo que corresponde, de responderle a Colombia adecuadamente, de ser un presidente que resuelva realmente los problemas, pero pienso también que podría hacer mucho más si se liberara de los miedos inherentes a ser juzgado.
Es que estar a la defensiva nunca es bueno. Hay cosas que uno tiene que hacer y asumir los costos de lo que se tiene qué hacer. Espero que tenga tiempo para hacerlo, porque estamos al final de su Gobierno, tiene un Congreso que no le está ayudando y tiene unas limitaciones presupuestales. Lo único que quiero reconocer es que sinceramente pienso que el Presidente es un hombre bueno, que quiere hacer las cosas bien y en lo posible hay que ayudarlo para que le vaya bien.

¿Cómo ve la situación de los jóvenes colombianos, afectados por el desempleo, la falta de educación y ahora por la violencia relacionada con las protestas?

Yo voy a ver la parte positiva. Podemos hablar de muchas cosas negativas, de la violencia, del problema con la Policía, pero pienso que, en el fondo, en relación con los jóvenes que yo conocí hace 20 años en los mismos barrios, veo a unos muchachos que, en contraste con los de hace 20 años, que miraban la política con desprecio, hoy, al contrario, quieren aprender de política, quieren hacer política y eso es muy importante para nuestra democracia.

Es realmente la luz al final del túnel. Si Colombia sabe encausar esa energía y esa voluntad de participar en la construcción de Colombia, ese patriotismo… Es decir, yo veía muchachos patriotas queriendo a Colombia, hablando de la grandeza de su país, pero queriendo encontrar su espacio dentro de un país que los ha excluido toda la vida.

El reto no es del presidente Duque, tampoco es de la Policía ni es de los militares, aunque ellos también entran en todo esto, el reto es de la Nación, de los gremios, de las universidades, de los sindicatos, de las organizaciones religiosas, de todo el tejido social, es que nos pongamos a trabajar todos juntos en darles oportunidades a estos jóvenes, en responderles, para que ellos puedan cumplir con sus sueños. Colombia tiene una inmensa oportunidad.

“Algún día tendremos que llorar juntos, por el sufrimiento de ustedes, por el sufrimiento que nos causaron y por el sufrimiento en Colombia”.

¿Usted ha dicho que no quiere ser candidata, pero cuál cree que será el tema decisivo para las próximas elecciones, el que de pronto movería más gente a votar…?

Yo creo que hay una cuestión de estilo, que para mí va a ser muy importante. Es decir, el diagnóstico está hecho, lo conocemos. Las propuestas se parecen todas, todos sabemos qué es lo que hay que hacer, pero el estilo para mí es muy importante. Yo creo que tenemos que salir del mesianismo y salir de la polarización y tenemos que encontrar un proyecto político que una muchas voluntades, donde mucha gente esté participando y aportando y donde el objetivo sea darle al país una opción diferente a la de pasarnos la vida insultándonos, echándole madrazos al otro y mirando a ver cómo se deshace lo que el otro hizo.

No más espejo retrovisor, no más enjuiciamientos, no más discursos altisonantes donde se insulta y donde se acusa. Yo creo que ya, pongámonos a trabajar. Es decir, aquí tenemos un país que está esperando resultados y necesitamos gente mentalmente de su carácter, de su corazón, pero también técnicamente apta para manejar un país que necesita respuestas ya. Ese es el proyecto político que yo voy a apoyar.

¿Ve a alguien que represente ese proyecto?

Yo veo a una coalición que espero que logre crear el momentum para esto, la Coalición de la Esperanza. Cualquier coalición del centro, pero a mí me gusta la Coalición de la Esperanza y me parece que los que están trabajando en ella tienen que perseverar. Es difícil, no es un camino fácil, es un camino donde tiene que caber todo el mundo, todo el que esté en ese espectro (centro, centro izquierda, centro derecha), que quiera salir de la polarización, debería encontrarse ahí y, de una consulta interna, debería salir un candidato que sea apoyado por todos, sin protagonismos, sin personalismos, sin egoísmos, todos trabajando porque le vaya a bien, para sacar a Colombia adelante.

La paz es ante todo una relación humana, por eso hoy hemos hecho el esfuerzo de reencontrar lo profundamente humano en el fondo de nuestros corazones, y transformarlo en una palabra que sana”.

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