Colombia

La juez que le enseñó a perdonar a un país: María Doris Gutiérrez y la justicia restaurativa en Colombia

Desde su juzgado en Cali, María Doris Gutiérrez apostó por la justicia restaurativa en delitos de alto impacto. Con encuentros entre familias y adolescentes condenados por homicidio, mostró que el perdón también es justicia.

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La juez María Doris Gutiérrez (izquierda) recibió de la  Corporación Excelencia en la Justicia,  el premio a la Innovación Judicial por su trabajo en Cali.
La juez María Doris Gutiérrez (izquierda) recibió de la Corporación Excelencia en la Justicia, el premio a la Innovación Judicial por su trabajo en Cali. | Foto: Suministrada por María Doris Gutiérrez

7 de sept de 2025, 11:44 a. m.

Actualizado el 11 de sept de 2025, 02:29 p. m.

No hay palabra que defina la pérdida de un hijo. A quien pierde a sus padres lo llaman huérfano. A quien pierde a su esposo o esposa, viudo. Pero el dolor de perder a un hijo es tan hondo que no existe un término capaz de abarcarlo. O si lo hay, nadie lo utiliza ni lo conoce. Tal vez porque se queda corto, porque no dice nada: huérfilo. Ni siquiera los correctores de estilo lo identifican.

A la abogada Luz Marina Méndez Aldana le asesinaron a su hijo menor, Juan Pablo Mosquera, de apenas 16 años, el 9 de febrero de 2019 en Jamundí. Tras iniciar un proceso de justicia restaurativa, ella perdonó a quien apretó el gatillo: otro menor de edad.

En el perdón está la liberación del corazón —dice.

Tras el asesinato de su hijo, la abogada Luz Marina Méndez decidió enfrentar el dolor de una manera inusual: participó en un proceso de justicia restaurativa con el joven que lo mató.
Tras el asesinato de su hijo, la abogada Luz Marina Méndez decidió enfrentar el dolor de una manera inusual: participó en un proceso de justicia restaurativa con el joven que lo mató. | Foto: Suministrada por Luz Marina Mendez

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María Doris Gutiérrez llegó a Cali como Juez Quinta Penal del Circuito para Adolescentes con Función de Conocimiento en 2018. Tenía un propósito: poner en práctica lo que tanto se discutía en la academia y ya estaba consagrado en la ley colombiana, la justicia restaurativa.

Se trata de un modelo que se centra en las necesidades de la víctima, en repararle el daño que le causaron, no en lo que se enfoca la justicia retributiva, tradicional, cuyo objetivo es castigar al infractor, pero que suele dejar sola a la víctima.

—En la justicia restaurativa se establece un diálogo entre víctima e infractor para que la primera pueda expresar qué le pasó, cómo le cambió la vida y quiénes más resultaron afectados. No reemplaza a la justicia retributiva: la acompaña. Caminamos de la mano para que la víctima sane y el infractor cumpla su sanción, pero también pueda empezar una nueva vida. Acogerse a la justicia restaurativa no significa que no haya castigo, como muchos creen —explica María Doris.

En la justicia restaurativa se establece un diálogo entre víctima e infractor para que la primera pueda expresar qué le pasó, cómo le cambió la vida y quiénes más resultaron afectados. No reemplaza a la justicia retributiva: la acompaña.
En la justicia restaurativa se establece un diálogo entre víctima e infractor para que la primera pueda expresar qué le pasó, cómo le cambió la vida y quiénes más resultaron afectados. No reemplaza a la justicia retributiva: la acompaña. | Foto: Suministrada por Doris Gutiérrez

Bogotana, abogada de la Universidad Libre, desde niña supo que su vocación era el Derecho. Durante 20 años fue jueza de menores en Soacha. Cuando llegó a Cali con la idea de implementar el modelo de justicia restaurativa —que la ley de infancia de 2006 concibe como reeducativo, pedagógico y restaurativo, aunque casi nunca se aplica— viajó a México para estudiar cómo funcionaba allá.

De regreso, decidió aplicarlo en delitos de alto impacto: homicidios y tentativas de homicidio. Muchos decían que eran imposibles de abordar desde lo restaurativo. Ella pensaba lo contrario: allí era donde más se necesitaba, como una forma de frenar la violencia en Cali, una ciudad donde en promedio se comenten mil asesinatos al año, muchos motivados por venganzas, heridas que no cicatrizaron.

Creamos un aula piloto en los dos centros de formación juvenil de Cali: Valle del Lili y Buen Pastor. Seleccioné ocho menores de cada lugar que hubieran cometido delitos graves. Y también a las víctimas —recuerda María Doris.

La Huerta Restaurativa y Terapéutica, implementada en el Centro de Atención Especializado Buen Pastor en Cali.
La Huerta Restaurativa y Terapéutica, implementada en el Centro de Atención Especializado Buen Pastor en Cali. | Foto: Suministrada por María Dóris Gutiérrez

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El 9 de febrero de 2019, Juan Pablo Mosquera fue a una barbería en Jamundí. Hasta allí llegaron dos sicarios en moto y le dispararon. Para Luz Marina fue como si todo se apagara, como si el telón de su vida se cerrara.

Fue una tragedia que uno no espera, y menos cuando viene de una familia sin problemas, que ha criado a sus hijos en un entorno de amor y disciplina. Uno cree que la violencia no lo va a tocar. Pero en esta sociedad puede suceder en cualquier momento —dice.

Durante años no volvió a reír. El duelo era tan profundo que le incomodaba ver a los demás hacerlo: su esposo, sus otros hijos. “¿Por qué se van de viaje si mi hijo está muerto? ¿Por qué suben fotos de fiestas si a mi hijo lo asesinaron?”

Juan Pablo Mosquera, hijo de la abogada Luz Marina Mendez.
Juan Pablo Mosquera, hijo de la abogada Luz Marina Mendez. | Foto: Suministrada por Luz Marina Mendez

A ese dolor se sumaron los comentarios: “A uno no lo matan por nada”, “quién sabe en qué andaba ese muchacho”. En Colombia a las víctimas se les cubre con un manto de duda. Es como morir dos veces.

Luz Marina comenzó a culparse. ¿Y si era cierto? ¿Si su hijo ocultaba algo? ¿Ese niño amoroso que iba al colegio? ¿Con quién se juntaba? Cayó en una depresión profunda.

De allí empezó a salir cuando la jueza María Doris Gutiérrez la llamó para invitarla a participar en un proceso de justicia restaurativa por el homicidio de su hijo.

—Es la primera vez que la justicia me pone atención —respondió Luz Marina. Y aceptó.

Aula Piloto para la Intervención en Justicia Restaurativa que desarrolló con adolescentes en privación de la libertad por delitos de alto impacto,
Aula Piloto para la Intervención en Justicia Restaurativa que desarrolló con adolescentes en privación de la libertad por delitos de alto impacto, | Foto: Suministrada por María Dóris Gutiérrez

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Durante ocho meses, Luz Marina asistió a encuentros mensuales —presenciales y virtuales— con la psicóloga, la trabajadora social y la jueza. Allí aprendía de justicia restaurativa, pero sobre todo encontraba un espacio para hablar de su hijo asesinado. Entre amigos y vecinos ya no lo hacía. “Ya viene con lo mismo”, alcanzó a escuchar alguna vez.

Con la psicóloga narró cómo había sido el parto de Juan Pablo, cómo lo sostuvo por primera vez, cuándo le salieron los dientes, su historia completa hasta la muerte.

Poder hablar de mi hijo fue una liberación.

Lanzamiento de Las Leonas, el equipo  de futbol femenino del Centro de Formación Valle del Lili.
Centro de Formación Valle del Lili. | Foto: Jorge Orozco

El victimario también asistía a reuniones con la jueza y la psicóloga. Llegó a escribirle una carta en la que le pedía perdón por haberle truncado los sueños. Luz Marina aún la guarda bajo el colchón de Juan Pablo.

El proceso culminó con un encuentro cara a cara en el juzgado. De la mano de su esposo, Luz Marina le preguntó al joven por qué había asesinado a su hijo.

Él explicó que la orden era matar al barbero. Juan Pablo, al ver lo que pasaba, salió corriendo, y entonces él y su cómplice dispararon. Por eso recibió tantos tiros. Juan Pablo no tenía nada que ver: estaba en el lugar equivocado, a la hora equivocada.

Lanzamiento de Las Leonas, el equipo  de futbol femenino del Centro de Formación Valle del Lili.
Las Leonas, el equipo de futbol femenino del Centro de Formación Valle del Lili. | Foto: Jorge Orozco

Cuando Luz Marina y su esposo escucharon la verdad, se tomaron de las manos. Saber que su hijo no estaba “en malos pasos” fue sanador.

Decidí perdonar de todo corazón. Le dije: de mi parte puedes estar tranquilo. Decido perdonar para poder seguir adelante.

En diciembre, durante un encuentro en el centro de formación Valle del Lili, Luz Marina no dudó en servirle comida a quien mató a su hijo. El joven, por su parte, intenta rehacer su vida lejos de la banda que lo reclutó.

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En siete años de aplicación del modelo, la jueza María Doris trabajó con unos 80 adolescentes acusados de homicidio, tentativa de homicidio o secuestro. Uno de ellos hoy es piloto. Ella los llama “mis” adolescentes. Su premisa es que ninguno despierta un día y decide matar: detrás suele haber un pasado de violencia y exclusión que empuja hasta el gatillo. Ese pasado también hay que tratarlo para evitar la repetición.

—La justicia restaurativa es una forma de sanar heridas y evitar nuevas muertes. Cuando los jóvenes hacen clic y entienden su responsabilidad, cuando se ponen en los zapatos del otro, no solo comprenden el dolor que causaron: también evitan repetirlo —explica desde su juzgado en Cundinamarca.

Sanar las heridas de las víctimas, uno de los objetivos de la justicia restaurativa.
Sanar las heridas de las víctimas, uno de los objetivos de la justicia restaurativa. | Foto: Suministrada María Doris Gutiérrez

Pese a los resultados, en Cali no encontró apoyo ni presupuesto para continuar con su trabajo.

En Colombia no existen programas reales de justicia restaurativa, que deberían promover alcaldías y gobernaciones. En Cali recurrimos al voluntariado. No fui escuchada cuando pedí recursos, apoyo. Se requieren equipos interdisciplinarios, espacios físicos, una estructura sólida. La ciudad necesita con urgencia esa intervención - advierte María Doris.

Juez María Doris Gutiérrez, quien le apuesta a la justicia restaurativa.
Juez María Doris Gutiérrez, quien le apuesta a la justicia restaurativa. | Foto: Suministrada por María Doris Gutiérrez

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Perdonar, dice Luz Marina, no le devolvió a su hijo, pero le permitió llevar la ausencia sin odios. En un país que ha normalizado la venganza y repite una y otra vez los mismos círculos de violencia, perdonar es una forma de justicia. Una que no castiga: sana.

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