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Miembros de la Defensa Civil y la Cruz Roja transportan un cadáver hallado entre los escombros y el lodo. | Foto: Foto: Agencia EFE

PUTUMAYO

De Armero a Mocoa: la historia de una familia acechada por la tragedia

Jhon Fernando Ramirez Sánchez, conductor de El País, se reencontró con una niña de su familia a la que creía había perdido en la avalancha del Putumayo.

3 de abril de 2017 Por: Andrés Felipe Carmona Barrero / Reportero de El País 

Hace 32 años su familia fue golpeada por la tragedia de Armero un miércoles 13 de noviembre de 1985. La naturaleza se le llevó dos tías y siete primos. Ahora, Jhon Fernando Ramírez Sánchez, conductor del periódico El País desde hace diez años, recordó la zozobra de no saber nada de sus familiares tras la creciente de tres ríos en Mocoa, Putumayo, que dejó desolación y muerte a su paso por 17 barrios del municipio.

"Yo me di cuenta de la noticia en la madrugada del sábado porque tenía que levantarme para ir a trabajar en la empresa, en San Nicolás. Me presenté a laborar pero la verdad tenía mucha angustia porque no sabía nada de mi pequeña. Al mediodía empecé a ver la magnitud de la tragedia en los noticieros y fue cuando llamé a mi jefe y le dije que necesitaba irme para Mocoa ya porque no tenía información de mi niña. Él me entendió y con mi esposa salimos de Palmira a las 5:00 p.m.", dice Jhon Fernando.

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Ramírez Sánchez estaba angustiado por la suerte de Julieth, una pequeña de cuatro años que junto a su esposa ayudó a criar en Palmira desde los tres meses hasta los tres años de edad. Luego, el papá de la menor, cuñado de Jhon, decidió que tenía que regresar al lugar que la vio nacer: Mocoa. Después de este tiempo, los encuentros entre Jhon y la pequeña han sido intermitentes. 

Un pollo asado y varios jugos en botella fueron las raciones que Jhon y su señora llevaron para la capital de Putumayo. Solo se comieron de a una presa cada uno.

Cuando recibió la noticia de lo sucedido en Mocoa se le vino a la mente la tragedia que su familia padeció en Armero y que muchas veces su padre le contó en conversaciones.

"Él me decía que no quedó nada en Armero, todo fue arrastrado. Perdimos tías y primos. Aunque no vivimos la tragedia de cerca, porque nosotros hemos estado siempre en Palmira, sí la padeció de una u otra manera la familia", afirmó Jhon.

"El viaje fue muy duro para mí porque iba con mucha incertidumbre, en las noticias informaban que la cifra de muertos seguía creciendo y yo no sabía nada de la niña. Llegamos a Mocoa a eso de las 6:00 a.m., la soledad era impresionante. La gente estaba en la calle, todos sentados con cara de incertidumbre, estaban en 'shock'. El pueblo estaba bajo el lodo y las personas caminaban llorando. Cada uno buscaba entre el fango algunas cosas para rescatar", narra el hombre mientras insiste que una cosa es enterarse de la noticia por los medios y otra ser actor presencial del desastre.

Él y su esposa, una vez tocaron suelo mocoano, definieron tareas para la búsqueda. Ella se fue para el centro del pueblo y él decidió hacer un recorrido por las demás calles.

Este hombre, sin saberlo, estaba parado en las ruinas del barrio La Independencia, uno de los más golpeados por las turbias aguas que se llevaron a su paso todo lo que había. En el sector vivía la menor con Lady su madre, su hermanito y su padre, un soldado profesional del Ejército.

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"Estaba yo parado en un sitio mirando la desolación del barrio cuando, por esas cosas de la vida, veo pasar en la moto a la mamá de la niña, el esposo de ella, a Julieth y el niño. Yo les grito y ellos me ven y paran. La alegría fue inmensa, era volver a tener físicamente a mi hija, como yo le digo. "Papá Jhon. te amo...papá Jhon, te amo", me decía mientras nos dimos un abrazo grande", expresa el hombre.

Jhon hace parte de un equipo de once conductores que todos los días transportan a los periodistas de esta casa editorial, tanto del diario El País como de Q'Hubo.

El momento del milagro en medio de aguas 'furiosas'

"Ya con más calma, luego del encuentro, la mamá de la niña me contó cómo se lograron salvar: ella se había quedado viendo televisión hasta tarde cuando empezó a escuchar el ruido del río, se asomó por la parte de atrás de la casa que da hacia el afluente y vio que estaba crecido. Bajó al primer piso y le dijo a la niña que había que salir ya. Cargó a Julieth y el niño de tres años y abrió la puerta de la casa, pero el río se le metió, el agua le daba a la rodilla y le arrebató del brazo a la menor, pero ella se abalanzó a agarrarla y en ese momento se le suelta el niño y no sabe cómo logró volver a tener a los dos en sus brazos para finalmente ponerse a salvo en la parte alta del sector", afirma el hombre de 42 años.

Sin embargo, mientras corrían a buscar refugio, una familia que clamaba por ayuda no corrió la misma suerte. El río los arrastró corriente abajo. Los tres estaban a salvo en un barrio céntrico, lejos de las aguas.

"La madrugada del sábado ellos quedaron deambulando por Mocoa hasta que lograron quedarse a dormir en un hotel. Ya en el día se vieron con el papá de la niña y se fueron para la Brigada del Ejército, donde les ofrecieron albergue", recuerda.

Una imagen dolorosa

El domingo pasado, Jhon, mientras recorría junto a sus familiares el desaparecido barrio La Independencia, se encontró con una imagen dolorosa. Un bebé de escasos días de nacido fue encontrado por un rescatista en medio de los escombros y el lodo. Estaba con signos vitales débiles, minutos después murió en los brazos de una voluntaria. La instantánea fue tomada entre las 10:50 a.m. y las 11:00 a.m. del domingo. La madre de la niña le dijo a Jhon que no reconocía al bebé. De hecho, "ella no supo qué pasó con sus vecinos. Es que el barrio donde vivían desapareció".

La escena del lugar donde encontraron la menor es desgarradora: "cuando la maquinaria empezó a intentar remover los desechos que quedaron bajo el lodo, de la tierra empezó a brotar 'agua-sangre' y se da la orden de parar la operación. Acordonaron la zona porque eso era una señal de que bajo el lodo podían estar cuerpos atrapados".

Jhon, su esposa y la pequeña Julieth tomaron un bus de regreso al Valle al mediodía de este domingo. Tardaron 18 horas en llegar a la 'Villa de las Palmas'.

La niña estará en la casa de su "papá Jhon" en Cali por un tiempo indeterminado hasta que por lo menos sus padres y hermanito estén en un lugar seguro donde puedan volver a reconstruir sus vidas. Como lo tiene que hacer todo Mocoa.

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