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Cómo rehacer la vida después de un secuestro

La ex secuestrada Clara Rojas describe en su nuevo libro, ‘A prueba de Fuego’, las claves que le ayudaron a reconstruir su vida.

17 de abril de 2011 Por:

La ex secuestrada Clara Rojas describe en su nuevo libro, ‘A prueba de Fuego’, las claves que le ayudaron a reconstruir su vida.

1. En claroscuroHasta el 10 de enero de 2008, cuando fue liberada, Clara Leticia Rojas González era uno de los 180 secuestrados que había en el país y la primera en dar a luz un hijo en cautiverio. Actualmente es una de las dieciocho millones de mujeres cabezas de hogar en Colombia y un referente de ‘resiliencia’. Hoy, tres años después de recuperar su libertad, pese a que sufrió seis años privada de ella, de un parto dramático, de una separación de su hijo por tres años, habla de superar el pasado, para avanzar en el presente y en el futuro, en su libro ‘A prueba de fuego’. Confía que será más interesante que el primero. En el anterior, ‘Cautiva’, narró las vicisitudes de su secuestro y su experiencia de ser madre de Emmanuel, fruto de una relación consentida con un guerrillero. Biografía que se convirtió en bestseller mundial. El de ahora habla de su capacidad de recobrar su vida. Tampoco pretende que sea un libro de superación, sólo una respuesta a interrogantes que le hacen al vislumbrar su tranquilidad. ‘Claraleti’, como le dicen los cercanos, es clara, diáfana, hasta para definirse: “me he caracterizado por ser una persona muy firme, pero a la vez conciliadora y con cierta flexibilidad de espíritu, hasta para calmar a los más intemperantes”. Por eso durante su confinamiento en la selva, prefirió callar cuando sus compañeros de infortunio querían pelear. “Durante mi secuestro vi más gente negativa que nunca antes en mi vida. Y entendí que no debía polemizar con mis compañeros de cautiverio”, dice.Ella, que en su casa nunca oyó una mala palabra ni un grito, se sorprendió de la agresividad de “ciertas mujeres” y de las emociones difusas y exacerbadas de algunos. “Para mí era totalmente algo fuera de todo límite”.Clara lo tenía claro: “la clave para sobrevivir es el manejo de las relaciones humanas, la actitud”. En vez de enfrentárseles, recitaba las tablas de multiplicar, solucionaba raíces cuadradas y hacía esfuerzo para relajarse y dormir. Cuando fue alejada de su hijo, se alentaba pensando en un futuro juntos. Devota a la Virgen, ofreció ayunos de nueve días que fortalecieron su voluntad. Sólo se arrepiente de no haber mantenido en la adversidad del secuestro el buen humor que heredó de su padre. “Cuando se está en buena tónica, cualquier cosa que nos digan, pasa con facilidad. Cuando se está sensible hasta la simpleza más absurda duele”, reflexiona.Esa fue una destreza que adquirió de niña, reflexiona hoy a sus 47 años. Por ser la menor entre cinco hombres: su padre y sus cuatro hermanos mayores, tuvo que mediar con su buen ánimo y la intervención oportuna en casos difíciles. En el Colegio Hijas de Cristo Rey, donde estudió esta bogotana, todas eran mujeres y por su buen humor la llamaron ‘Operación ja-ja’. Era la más juiciosa de sus hermanos. “Ni siquiera recuerdo haber aprendido a fumar, mucho menos a consumir marihuana”, afirma. Desde niña tuvo las llaves de la casa, aprendió a preparar sus alimentos, a arreglar su cuarto y a recoger su ropa, sus papás no le tuvieron que recordar las tareas y hasta le prestaban el carro, que nunca estrelló. En su época de estudiante de Jurisprudencia en la Universidad del Rosario trabajó en una oficina de abogados cuando obtuvo su título. Luego de graduarse de Derecho y de especializarse en Derecho Tributario, hizo un Máster en Ciencia Política y Derecho Comercial, diplomados de actualización y cuantos foros de coyuntura nacionales y extranjeros había. Admite que antes del secuestro ya leía libros de David Coleman sobre inteligencia emocional.Talvez por eso no se preocupó por demandar al Estado y a terceros por el secuestro que padeció y no se rasga las vestiduras por los que lo hicieron, aunque se arrepintieran como Íngrid Betancourt.Algunos se preguntan: ¿Por qué siendo Clara tan lúcida y responsable, como dice su mamá, aceptó seguir a la candidata presidencial por el partido Verde Oxígeno a una zona desmilitarizada? Su mamá opina: “llamen a eso lealtad o inconsciencia, pero Clara jamás hubiera dejado sola a Íngrid. Pueda que no fueran amigas íntimas pero creía en el proyecto político”.Fue así que el 22 de febrero del 2002, cuando Clara Rojas, de 38 años, acompañaba como jefa de debate a Íngrid Betancourt por el partido Oxígeno Verde, al municipio de Florencia, Caquetá, para llegar a San Vicente del Caguán. Las autoridades no pudieron disuadirlas de ir a un territorio en guerra. Y las secuestraron. A fines de 1991, Clara se había cruzado con Íngrid en el Ministerio de Comercio Exterior. Diez años más tarde se dedicó de lleno a la campaña presidencial de ésta. Aún en cautiverio fue nombrada su fórmula vicepresidencial para las elecciones de 2002. La idea fue de Juan Carlos Lecompte, ex esposo de Íngrid, “para darle visibilidad”. Él dice que “Clara e Íngrid no eran muy amigas antes de unirse por esa causa política. Duraron años sin hablarse”.Al año siguiente de ser liberada, en noviembre de 2009, Clara Rojas decidió postularse por el Partido Liberal al Senado. Los resultados fueron insuficientes para obtener la curul. “No quise utilizar la bandera del secuestro para hacer política” es la explicación de su frustrado intento.Sin embargo, para ella fue “una experiencia positiva 99 por ciento”, el recorrer el país y volver a tomarle el pulso de sus posibilidades y carencias. Se encontró con jóvenes y madres cabezas de hogar, “semillas muy importantes para la resiliencia, la capacidad de superar momentos difíciles, la mayoría estamos abocados a enfrentarnos a muchos retos por los problemas sociales”. Ella no es la excepción, tuvo que esperar hasta el 13 de enero de 2008 para reencontrarse con Emmanuel. Sobre la identidad del padre del niño no habla. En su libro dice que para su hijo es claro que tuvo un papá biológico, en medio del conflicto armado. Hubo otros dramas. Los dos primeros años en libertad ambos sufrieron gripas que rayaron en la bronquitis. Su mamá tuvo que ser operada ese año, luego ella y después su hijo. Desde que fue liberada Clara ha sido operada cuatro veces, de la vesícula, del abdomen, de una hernia inguinal y el año pasado de la rodilla, tenía los ligamentos y los meniscos rotos.Un mes después de liberada, de vacaciones en el extranjero frente al mar, pensaba en que no tenía dinero, sólo cuentas por pagar, que nadie velaba por ella. Eso no le impidió disfrutar las olas del mar, ver volar las gaviotas y sentir en sus pies la arena. En 2008 recibió de una empresa privada nacional una donación mensual para los gastos básicos del niño.Después de recuperar su casa en Chía, de librarla de inquilino y de hipoteca, pasó allí con su pequeño el primer día de la madre más feliz. Durmieron entre cajas por desempacar y en piyama y junto a la chimenea, prepararon masmelos. El rumor del río, el olor a eucalipto, el follaje de los nogales, los rosales y los arbustos de bunganvilia fucsia y violeta del jardín obsequiados por su hermano, todo era perfecto. Disfrutó al reordenar la biblioteca que su mamá le guardó con celo. Y puso cuentos, televisor y la consola de Wii.Con Emmanuel compartieron tres años a ‘Gaviota’, la labrador chocolate que esperó por Clara y que murió en enero pasado ya vieja. La perrita “tenía un radar para captar mis emociones, no se me despegaba”, dice. Hoy tiene a ‘Golondrina’, una cachorra con nombre de ave, que suena a libertad. Pero a ‘Gaviota’ le vivirá agradecida de que la haya sacado con su ladrido de entrevistas que la fatigaban.Confiesa Clara que muchas veces evitó a los periodistas, su interés le resultaba malsano. La hacían volver al pasado traumático, no percibían su herida abierta. Sugiere fomentar una cultura de respeto por el dolor ajeno. Ya se dio cuenta que son de carne y hueso. De una periodista supo que ella era resiliente. No se acostumbra a que la gente la vea como heroína, pero le sacan sonrisas cuando le piden fotos y autógrafos, como la señora que le dijo: “usted es igualitica a Clara Rojas”.2. Hablando claroClara Rojas no ha tenido que salir del país y sumergirse en un paisaje nevado para olvidar el verde de las selvas colombianas. Sus dos libros hasta ahora publicados los ha escrito en la tranquilidad de su casa, a las afueras de Bogotá, donde confiesa que se siente más plena, por estar rodeada de naturaleza. Desde allí habló con El País, con ocasión de la presentación de su segundo libro, ‘A prueba de fuego’, que gira en torno al concepto de resiliencia: la capacidad humana -en su caso excepcional- para sanar heridas y reconstruir la vida después de una experiencia traumática.El libro no está dirigido sólo a las víctimas del secuestro, sino a todas las personas que sufren por cuenta de una enfermedad, la pérdida de un ser querido, un cambio de ciudad o de país y otras situaciones límite. Con una laboriosidad y una disciplina envidiables, Clara trabajó todos los días en este libro, desde la 1:00 a.m. hasta las 7:00 a.m., alistaba a su hijo para el colegio y seguía escribiendo hasta las 12:00 m. Por las tardes, revisaba y corregía lo escrito para dedicarse a su niño sin descuidar sus numerosos compromisos editoriales y conferencias.Su primer libro, ‘Cautiva’, en el que exorcisó la experiencia de su secuestro en 2002 a manos de las Farc y en compañía de Íngrid Betancourt, fue un éxito editorial traducido a trece idiomas y ha vendido más de 150.000 ejemplares en América y Europa.Hoy, tres años después de ser liberada, aparece con este nuevo relato que explica paso a paso y con una facilidad pasmosa cómo logró reconstruir su vida interior, sus finanzas personales, sus lazos familiares, sus amistades, sus perspectivas de realización laboral, entre muchos otros aspectos, incluido el rol más importante de todos: el de madre. Esto nos dijo. Clara, su lenguaje es muy sencillo. Su libro ‘A prueba de fuego’ no tiene adornos ni adjetivos de sobra...La explicación es que hice este libro como un testimonio para mi hijo. Ese fue el norte. Y se ajusta a mi manera de ser, porque siento que debo hacerle honor a mi nombre: Clara.¿Tendrá que ver también con su profesión, el derecho? Para mí estudiar derecho fue formador en todos los sentidos. Con el derecho uno adquiere mucho bagaje cultural, eso lo llevo como un activo positivo, marcó mi manera de trabajar y me exigió leer y escribir mucho, que es a lo que ahora me dedico. Todo eso suma.En su libro, usted habla de ‘poner las cosas difíciles en perspectiva’...En mi caso, el secreto ha sido reforzar el norte, el propósito. Teniendo eso claro, todo lo demás se irá desencadenando. Aunque uno no vea resultados inmediatos, si trabaja, las cosas se van dando. Cuando uno está en medio de una situación extrema, como un secuestro, toma la decisión de vivir o toma la decisión de morir o enfermarse. Cada quien decide. También dice que el factor clave ante la adversidad es mantener la motivación... Cuando afronté el secuestro me preocupaba por tener una disciplina y una rutina cada día. Reforzaba en mi mente las cosas positivas porque creo firmemente en la autodeterminación, y eso significa que cada quien decide ser feliz. Cuando pasa algo tan difícil, algunas personas buscan encontrar culpables afuera, cuando lo que hay que buscar es responsabilizarse por las propias decisiones y actuar en consonancia.Después del secuestro, ¿cómo logró recomponer su vida en tiempo record?Mi hijo ha sido mi gran motivación. Me puse la meta de tener un hogar tranquilo y tomé todas las decisiones de mi entorno con base en esa meta. Hay que tener en cuenta que estar enfrentado a la muerte hace que uno valore la vida y quiera responsabilizarse por ella. Si uno quiere readaptarse, tiene que ser más tolerante.¿Quiénes han sido sus modelos a seguir para enfrentar situaciones difíciles?He tenido muy buenos referentes. Mis padres, mis abuelos, mis maestros, mis jefes. Ese entorno positivo señala el norte. Estar rodeada de gente positiva tiene parte de suerte y otra parte que es decisión propia, pues yo también he contribuido a que así sea. Siempre he sido conciliadora, siempre me ha gustado escuchar y tengo desde niña el hábito del respeto por los demás.No deja de ser sorprendente que su discurso sea tan diferente del de muchos secuestrados, que admiten lo difícil que ha sido adaptarse a la vida normal después de haber sufrido tanto...Como dice el dicho, cada quien mata sus pulgas como mejor le parezca. Como somos humanos, hay momentos en los que es más difícil. Hay momentos de grandes tempestades, como cuando nos enfrentamos a la soledad. Eso hace que la gente se deprima, que la invada la tristeza y caiga fácilmente en el aislamiento, la melancolía, la falta de ideas y la tendencia a posponer las tareas. En esos casos, nada mejor que asumir la propia responsabilidad sobre la vida, sin victimizarse ni culpar a nadie. Y cuando el desánimo la ataca, ¿cómo ha logrado salir adelante?Entiendo que son situaciones humanas. Claro que han aflorado las lágrimas, o se me ha salido la rabia en un momento de estrés, pero cuando eso pasa hay que recuperar pronto el ritmo y retomar el entusiasmo. No le pongo a la vida más drama del que ya tiene, pienso ‘ay, ojalá no hubiera reaccionado así’, pero entiendo que son cosas normales del diario vivir.¿Alguna vez habla con su hijo Emmanuel sobre lo que pasó?Él todavía es muy pequeño, tiene sólo 7 años. Lo que he procurado es estar tranquila yo misma, procurarle momentos hermosos y dejar que sea niño. Seguramente algún día me hará preguntas, pero por ahora no tendría las herramientas para asimilar muchas cosas. Hablamos de su colegio, de sus amiguitos, pues me parece muy duro agobiarlo con cosas del pasado o con situaciones sobre las que no tengo el control. Mi mayor responsabilidad es brindarle un ambiente feliz. Ese ha sido mi mayor esfuerzo, trabajar en mí misma para que él sea feliz. ¿Seguirá escribiendo?Sí, hice una lista de las cosas que me gustaría hacer. Lo que sé es que no serán sobre el secuestro. No quiero perder esta línea que llevo de escribir.3. ‘A prueba de fuego’Por cortesía de Editorial Norma, publicamos un fragmento del libro ‘A prueba de fuego’ con el que Clara le apuesta de nuevo al mundo editorial, tras fracasar en 2010 en su intento de ser elegida senadora por el Partido Liberal.“Confieso que otro coletazo fue en su momento el libro de mi antigua compañera de infortunio. Me sorprendieron muchas cosas, pero por fortuna el paso del tiempo, los nuevos amigos, de nuevo el inmenso apoyo social y seguir dedicada a mis actividades normales me permitieron sobreaguar, sobrellevar la situación y, en últimas, superarla. Con todo, confieso también que lo que más me sorprendió fue lo que escribió de mí, la manera como lo escribió, el azufre que destiló y que se alcanzó a percibir en los titulares de prensa, y la manera como respondió entrevistas sobre mi hijo y sobre mí.Debo confesar también que en su momento consulté varios abogados, nacionales y extranjeros, pero con el paso de los días me fui convenciendo que no tenía sentido embarcarse en una pelea con ella. Llanamente me dolió lo que escribió, como es apenas natural. tampoco me hizo sentido, después de todo lo que pasó, que me considere aún como su hermana. Decidí no calificarla, ni juzgarla, ni pelear con ella. Me resulta absurdo. También confieso que tuve que leer el libro, cosa que no había hecho con ninguno de los otros libros de personas secuestradas y liberadas, porque para mí leer cada libro era revivir un dolor inmenso que había vivido en carne propia. Sin necesidad de leerlos, por obvias razones, podía entender su situación.Reconozco que en el caso de Íngrid me dolió todo, más por ella que por mí misma. Sin duda, hizo un esfuerzo personal enorme para escribir ese “ladrillo” de casi 700 páginas de recuerdos reales y/o imaginados, pero diría que la soledad y el frío de las montañas nevadas que escogió para escribirlo no fueron el paisaje ni el entorno más amable para ayudarle en esa tarea. Parece que estuvo más concentrada en el pasado, y se dejó cegar por sentimientos oscuros; sencillamente perdió la perspectiva e impidió generar puentes y cicatrizar viejas heridas. Sólo quiero reiterar que para mí es un tema superado. Entiendo que hay situaciones complejas, personas que de pronto llegan a nuestras vidas, comparten hechos de cierta importancia, como un ideario político -lo cual para muchos podría ser importante-, una tragedia como la del secuestro o simplemente el recuerdo de una amistad. La realidad es que cada cual asume las situaciones como su corazón y su alma se lo permiten”.

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