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Martín Wartenberg habló con El País sobre su retiro de Fundación Valle del Lili

El saliente Director Médico de la Fundación Valle del Lili expone las razones de su retiro, de la clave del éxito de la institución, y del manejo de la salud en el país.

17 de junio de 2012 Por: Diego Martínez Lloreda | Director de Información de El País

El saliente Director Médico de la Fundación Valle del Lili expone las razones de su retiro, de la clave del éxito de la institución, y del manejo de la salud en el país.

Martín Wartenberg no está triste. Su retiro de la Dirección Médica de la Fundación Valle del Lili, tras 30 años de permanecer en ese cargo, sin duda le produce nostalgia.Pero para un apóstol de la medicina como él, librarse de la pesada carga administrativa que implica una institución de la dimensión de la Valle del Lili, la institución médica más importante del suroccidente colombiano, debe ser como quitarse un piano de encima. Ahora podrá dedicarse a lo que realmente lo llena en la vida: atender a sus pacientes; ayudar a salvar vidas. Más que triste, el doctor Wartenberg está conmovido. Y no es para menos. Su retiro del máximo cargo médico de la Clínica ha dejado una sensación de orfandad entre sus colegas. Esos que en una carta pública aparecida en este diario no dudaron en asegurar que “su lucidez, su claridad mental, su espíritu y su imperturbable carácter fueron los cimientos sobre los que se construyó ese sueño que hoy, hecho realidad, jalona el desarrollo de la atención en salud en la región y en el país”. Martín Wartenberg, un hombre espartano, poco amigo de la figuración, accedió a conceder esta entrevista. Hay una serie de rumores acerca de su salida de la Dirección Médica de la Fundación. ¿A qué se debió su retiro?La realidad es que completé este año 30 años de estar al frente de la Dirección Médica de la clínica. Consideré que ya era tiempo suficiente para haber desempeñado ese cargo. En la institución hay personas con mucho más vigor y energía y mejores ideas, que deben continuar esta labor. También quiero dedicarle tiempo a otros intereses, a la familia. Ya era hora de disminuir un poco el tren de trabajo que en la Dirección Médica era muy intenso.¿Pero hubo diferencias con algunos directivos de la Fundación que influyeran en esa decisión?Ciertamente existieron diferencias. Se propuso una reestructuración de la gobernabilidad de la clínica y el año pasado trabajamos muy intensamente en ese proceso con la junta directiva, pero finalmente la junta decidió aplazar esa reestructuración por un tiempo y a mí me parecía que esto no da espera. Digamos que eso aceleró un proceso que ya estaba andando...¿Su retiro de la Dirección Médica de la Clínica implica que no va a seguir viendo pacientes?De ninguna manera, lo único que no podría hacer en mi vida es irme de la Fundación. Por el contrario, ahora voy a dedicarle mucho más tiempo a mi consulta de cardiología y obviamente seguiré colaborando con actividades académicas dentro de la institución, dentro de Icesi, pero ya no dentro de ningún cargo administrativo.Sin duda, para la ciudad tener una institución de salud del nivel de la Fundación Valle del Lili, es un orgullo. ¿Cuál es la clave para haber llegado a tener una institución como esta?Hay varias razones para este éxito. En primer lugar, la Fundación recibió el apoyo muy generoso de la comunidad de Cali, debido a que la ciudad no tenía cómo atender problemas médicos de alta complejidad. Lo otro es que la clínica se ha manejado siempre con un criterio muy institucional, en el cual los médicos no son propietarios ni accionistas sino que son la parte que mueve la institución. Y tercero, dentro de la institución hemos tenido unas normas de comportamiento, un código de disciplina que compromete a todos los médicos para respondan a las necesidades de la institución.¿De donde nació la idea del Fundación Valle del Lili? ¿Cómo se concibió?Fundamentalmente por la necesidad que había cuando el Hospital Universitario, debido a la crisis que tuvo en el año 1971, no pudo seguir ofreciendo servicios de medicina de alta complejidad y en Cali los enfermos tenían que irse a Bogotá, a Medellín y al exterior para encontrar estos servicios. Al regresar en el año 1976 de mi especialización y vincularme con la Universidad del Valle y el Hospital Universitario veíamos ese gran vacío. El reto en ese momento era cómo poníamos a Cali en un nivel como Bogotá o Medellín y nos dimos cuenta, en el año 1982, que en Bogotá se estaba terminando de construir la fundación Santa Fe, acudimos a ellos con el apoyo de Álvaro Garcés y de la FES y nos propusimos replicar ese modelo, con la gran fortuna de que lo logramos. Fue fundamental que en los primeros años, cuando era muy difícil de convencer a la gente, saliéramos con dos proyectos estratégicos: el centro de salud del barrio El Diamante en Aguablanca y la casa del barrio Centenario, de don Álvaro Garcés que nos la prestó. Allí empezamos a ofrecer los servicios. Esos dos proyectos iniciales fueron los que nos dieron la presencia y la manera de adquirir una experiencia y demostrar lo que la Fundación quería.¿Quiénes fueron sus grandes maestros en la medicina?Sin duda Jorge Araujo. Cuando estaba en la escuela de medicina, fue siempre el ejemplo de carácter, de mesura, de desempeño ético y fundamentalmente de interés por los pacientes, más que por las enfermedades. Jorge nos enseñó a querer aprender cada vez más, a buscar siempre la verdad, a preocuparnos mucho por el paciente, por la persona como tal. Esa impronta es inolvidable. Él participó desde las primeras reuniones sobre este proyecto y creo que sin su concurso esta idea no hubiera tenido la credibilidad que tuvo.¿Qué diferencia a la Fundación Valle del Lili de otras instituciones médicas?Fundamentalmente el hecho de que aquí los médicos son todos de tiempo completo, dedicación exclusiva. Los médicos aquí ni están por salario ni son propietarios de nada. Los médicos aquí obedecen a un código de comportamiento que los obliga a responder por sus servicios 24 horas, 7 días de la semana. Además, hay unos requerimientos para que esos médicos se mantengan actualizados, que participen de labores docentes. Eso es lo que nos diferencia de otros centros médicos.Existe en parte de la comunidad la percepción de que la Fundación Valle del Lili es una entidad elitista...Eso es lo más alejado de la realidad. El 70% de los pacientes que atendemos corresponden al Plan Obligatorio de Salud y provienen de las EPS del régimen subsidiado. Para comprobarlo, basta con caminar por los corredores de la clínica, donde uno ve personas de todos los estratos sociales.Cuando uno se va de un cargo como el que usted deja, por lo regular se hacen balances, ¿Qué le hace falta a la fundación? ¿Qué cree que le quedó faltando?Necesitamos crecer mucho dentro del espacio actual que tenemos, necesitamos vincular un número mayor de especialistas. Todavía tenemos carencias importantes en algunas especialidades. Hemos hecho esfuerzos muy grandes al contribuir con la formación de especialistas enviándolos al exterior becados por la fundación. Creo que eso nos hace todavía falta. La institución tiene que desarrollar dos programas: uno, construir un gran centro de rehabilitación para toda la región del suroccidente colombiano y segundo, ver cómo aumentamos nuestra capacidad hospitalaria para los pacientes de largas estancias. Hoy en día los estamos atendiendo en un sitio que se llama Betania, cerca de la clínica, cuya capacidad es muy limitada.Qué siente ahora que ha tomado esta decisión de dejar la dirección médica...La carta que publicaron los médicos el domingo pasado en El País para mí es el homenaje más grande que he tenido en mi vida. Ver cómo el cuerpo médico se solidarizó con mi salida de la dirección médica y las palabras que ellos incluyeron en ese texto me conmovieron profundamente.¿Está triste?No, sé que la institución está en buenas manos, voy a dedicarle más tiempo a mi consulta, que de alguna manera había descuidado en los últimos años. Me siento muy tranquilo, muy contento con esa manifestación de los médicos. Una persona no puede pedirle más a la vida que lo que yo he recibido.Los médicos en la fundación pueden tener la tranquilidad de que lo van a seguir viendo a usted en los quirófanos y en los pasillos....Sin duda, voy a seguir haciendo presencia en la clínica, como cualquier otro médico.Hablando con algunos médicos se siente entre ellos una sensación de orfandad con su retiro. ¿Qué mensaje quiere mandarles?El mensaje es de agradecimiento porque nunca pensé que mi presencia era tan bien valorada por ellos. Segundo, yo voy a seguir aquí. La institución tiene unas directivas muy eficaces y necesita que la empiece a dirigir gente nueva. Así como nosotros hace 30 años asumimos ese gran reto, creo que hoy hay gente que puede jalonar esta institución a niveles que por lo menos a mi edad ya ni los pensamos. Es conveniente para estas instituciones que gente joven las empuje hacia adelante.¿Qué opina de la designación de Marcela Granados como su sucesora?Creo que es una excelente decisión, sin duda es una de las personas mejor preparadas para ese cargo. Tiene además gran conocimiento de la medicina y respeto por parte del cuerpo médico. Si algo distingue a esta institución es la capacidad para el manejo de los pacientes de cuidados intensivos, que ella ha coordinado. Creo que ha dado muestras de una gran capacidad administrativa y liderazgo.¿Qué consejo le daría?Que esté muy cerca de todo el cuerpo médico, que la vean a ella como un miembro más del cuerpo médico, interesado en el beneficio de todos.Hablemos un poco del tema de la salud en Colombia. Qué cambios ha visto usted, favorables o desfavorables, en la prestación de ese servicio en el país, desde que usted comenzó a lo que es hoy en día...Sin duda la Ley 100 es un gran progreso que este país tuvo. El hecho de que casi el ciento por ciento de los colombianos tenga acceso a salud y a servicios de la más elevada tecnología es una ganancia indiscutible. Ahora, hay unas dificultades muy grandes de orden administrativo, que no son responsabilidad de la Ley, que son las que causan que los recursos no lleguen a los hospitales con la diligencia que debe ser para que estos no sufran por la falta de pago por los servicios entregados. Hay temas de corrupción, de ineficiencia, de otros intereses que son los que han impedido que la ley 100 tenga un curso mucho más favorable.Pero muchos piensan que la salud se volvió un negocio...En eso hay mucho de cierto. Sí se han desarrollado muchas empresas con ánimo de lucro que quieren explotar esa gran masa de pacientes que la ley 100 incorporó. Instituciones sin ánimo de lucro como la Fundación, deben cumplir un papel muy importante, obviamente con una auditoría clara del Estado para que no se haga el esguince a la ley. Creo que debe haber una reestructuración en cuanto a quién presta los servicios de salud.

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