Mansión en la que vivió la 'Viuda de la Mafia' ensordece la zona urbana de Pance

Quejas por funcionamiento de la mansión La María, donde vivió Lorena Henao Montoya, asesinada este diciembre. Lío lleva una década en despachos oficiales.

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27 de ene de 2013, 12:00 a. m.

Actualizado el 22 de abr de 2023, 07:50 p. m.

Quejas por funcionamiento de la mansión La María, donde vivió Lorena Henao Montoya, asesinada este diciembre. Lío lleva una década en despachos oficiales.

El remanso que supone vivir en la zona urbana de Pance está amenazado por una casona que hasta hace poco más de una década era el hogar de Lorena Henao Montoya, viuda de quien fuera uno de los más temibles jefes del cartel del norte del Valle.El último jueves del diciembre pasado de nuevo se estremecieron los pasillos y muros del descomunal predio, situado en la Carrera 127 N.° 16A-35, en el sur de Cali. Esta vez no fue por cuenta de los altavoces de ‘dos pisos’, desde donde desfogan inimaginables ruidos, sobrepasando de lejos los 55 decibeles permitidos por la autoridad ambiental para zonas residenciales como esta, destinadas para desarrollo habitacional.Algunos se enteraron ese día que la patrona ya no desandaría el mármol lustroso que tantas veces mandó a enlucir. Mientras miles de entusiasmados disfrutaban la algarabía ferial, a 175 kilómetros al norte, sicarios le segaban el aliento a la legendaria viuda. Según una de las versiones, los responsables de su muerte serían los que andan detrás de los bienes que le dejó el extinto capo y esposo Iván Urdinola Grajales.En la lujosa propiedad funciona ahora la empresa de eventos Casa La María, contigua a la Iglesia La María, recordada porque desde su atrio el Ejército de Liberación Nacional, ELN, secuestró a 285 feligreses que asistían a misa, precisamente el último domingo del mes de María, en 1999. Y aunque está sobre la Avenida del Banco, calle que tomó su nombre de la hacienda llamada igual, la María era la hacienda contigua, que también dio lugar a una avenida.Sin embargo, algunos hacen caso omiso a esos antecedentes y se refieren a la casona como Villa Lorena.A la semana siguiente del asesinato no se escucharon los reiterados escándalos, los mismos que denuncian los vecinos desde hace una década, pero frente a los cuales, paradójicamente, la autoridad ha hecho oídos sordos, pues en los últimos diez años no ha resuelto las quejas ni tampoco atendido los fallos de la justicia.Residentes que sufren la bullaranga todo el año se muestran extrañados de que la que soportaron en diciembre se haya apagado a la semana siguiente de la muerte de Lorena Henao Montoya.Tienen la impresión de que ahí se le guarda luto a la patrona, aunque el predio no está a su nombre desde el 2003.Pero sobre esa titularidad se cierne la duda, a pesar de que es, desde el 2003, la señora Nisma del Socorro Montoya Arias quien figura como dueña. Coincidencia o no, es Montoya, como la patrona.El dueño ancestral del terreno recuerda que en 1990 vendió 9000 metros cuadrados a los hermanos Luis y Gerardo Grajales, quienes para la época no tenían líos con la justicia y eran reputados empresarios de la región. Según ellos le explicaron, querían tener una casa campestre en la que se pudiera reunir a toda la familia Grajales, que es muy numerosa, en la capital del Valle.La obra comenzó y los vecinos fueron testigos de que la maquinaria usada para la construcción era de última generación, jamás vista en la ciudad.Como si fuera poco, ellos quedaron boquiabiertos cuando vieron llegar centenares de piezas del costoso mármol de Carrara; un material universalmente apreciado por su blancura, casi sin vetas, y el grano de fino aspecto arenoso. De eso está hecho el piso de la residencia.Inquietos algunos vecinos averiguaron con los trabajadores, a lo que estos respondieron que eran órdenes del patrón, que le quería poner lo más lujoso a la casa que iba a regalar a su esposa.El patrón era Urdinola, primo de los Grajales y quien según la Fiscalía, era el verdadero dueño de la propiedad, que puso a nombre de su esposa, Lorena Henao Montoya.Dicen los vecinos que en 1996, cuando en un aparente error la Fiscalía ocupó y embargó el predio, los empleados de la casa, por orden de Henao Montoya, sacaron a la calle los muebles, la ropa y los juguetes, prendiéndoles fuego para evitar que “se los robaran los agentes del CTI”.Desde entonces la aparente tranquilidad de este exclusivo sector quedó turbada por el temor que implicaba ser vecino del extinto narco.Empero, la casa de eventos trajo consigo otras preocupaciones, entre ellas la contaminación auditiva.Solo en el 2010 fue formalizada la primera denuncia ante la Administración Municipal por un derecho de petición, luego de repetidas quejas ante la Policía.El 2 de septiembre de ese año en el Dagma se radicó el derecho de petición de 40 vecinos que solicitaron tomar medidas frente a la alta contaminación auditiva ejercida desde La María.El 23 de septiembre el Dagma informó a la comunidad sobre la visita realizada el 8 de septiembre, indicando que ahí no se hacían reuniones sociales sino eventos familiares ocasionales, pero que los residentes se comprometieron en hacer adecuaciones para mitigar el ruido.Los reclamantes, no contentos con la respuesta, acudieron ante la justicia ordinaria y entablaron una tutela.El 14 de diciembre de 2011, el Juzgado 19 Civil Municipal falló la tutela interpuesta, en la que se ordenó al Alcalde de Cali tomar las medidas para impedir el ruido en horas nocturnas, proveniente de la citada casa.Nuevamente, el 22 de marzo de 2012 la comunidad solicitó a la Administración verificar los permisos requeridos para el funcionamiento de la casa de eventos La María, en la misma dirección, y ejercer el control del ruido desde ella.El 16 de mayo de 2012 el Dagma realizó una visita al lugar e informó que todo estaba en regla. Se anunció un nuevo control de ruido para el 19 de mayo.Llama la atención que las visitas conocidas hasta hoy se realizaron en días en los que se supone no hubo actividad alguna en La María. La primera, del 8 de septiembre de 2003, fue un lunes. La segunda, del 15 de abril, un domingo en horas de la noche, y la tercera, del 15 de mayo siguiente, fue un martes.Todo esto, a pesar de que la denuncia especifica que los escándalos se producen entre jueves y sábado.Después de ocho meses, los vecinos siguen a la espera de la medición. María Fernanda Penilla, quien fuera subdirectora de Ordenamiento Urbanístico, adscrita a Planeación Municipal, confirmó que la edificación, hasta el 1 de octubre pasado cuando ella entregó el despacho, no poseía uso del suelo, requisito insalvable para la operación de este tipo de establecimientos.Cuando el lío en torno a La María arriba a una década, se espera que por fin las autoridades le den una solución.

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