Cali
La cruda realidad detrás de la violencia contra agentes de tránsito en Cali
Las agresiones contra estos funcionarios se han duplicado este año en Cali. Expertos advierten que hay una “cultura de la desobediencia”.
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias


12 de ago de 2025, 10:21 a. m.
Actualizado el 13 de ago de 2025, 01:26 a. m.
Noticias Destacadas
En Cali, la violencia contra los agentes de tránsito va en aumento. Entre enero y el 17 de julio de este año, 48 funcionarios han sido agredidos, según datos de la Secretaría de Movilidad.
La cifra duplica los 21 casos reportados en el mismo periodo de 2024, un incremento que ha encendido las alarmas.
Para Carlos Charry, director del Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario, lo que se vive en Cali responde a una “cultura de la desobediencia” frente a la autoridad de tránsito.

“Los ciudadanos, especialmente los motociclistas, no están representando a los agentes como autoridad. No son policías, son agentes de tránsito, lo que de alguna manera les resta ese grado de autoridad y hace que la gente sienta que puede pasar los límites”, explicó.
Para él, la falta de campañas de concientización y sanciones claras refuerza la sensación de impunidad, y señala que las redes sociales y videos virales ta han amplificado esta actitud.
Además, el académico racalca que persiste la idea de que el agente de tránsito “es una persona aventajada que busca sacar una ‘mordida’, es decir, un beneficio económico con tal de no multar”. Esa percepción, afirma, también genera “incentivos para que algunas personas pasen a las acciones violentas”.
La psicóloga Adriana Silva, CEO del Centro de Formación Clínica y Psicosocial Filigrana, coincide en que la pérdida de autoridad simbólica es clave, pero añade que la violencia en la vía es un fenómeno multifactorial: “Hay desconfianza institucional debido a la corrupción y abuso de autoridad percibidos”. También menciona que se canalizan frustraciones sociales como “el desempleo, empleos mal remunerados, la inseguridad o el mismo estrés urbano de durar varias horas en un trancón”.

Según explica, procesos psicológicos básicos como la memoria de experiencias negativas con autoridades, la percepción de injusticia o la activación de emociones intensas como la ira y el miedo pueden detonar reacciones violentas.
Silva detalla que, cuando se conduce, “estamos en posición de concentración, estrés y a la defensiva” y, según estudios, la psicología del tránsito reconoce que el comportamiento vial está mediado por procesos cognitivos y emocionales.
“La forma en que se comunica el agente puede ser percibida de manera amenazante, humillante o autoritaria y activar respuestas violentas”, dice la psicóloga. “Si en su entorno se ha aprendido que la violencia ‘funciona’, será el mecanismo de afrontamiento que tienda a utilizar el conductor”.
Estos riesgos son parte del día a día de Diana Ramírez, agente de tránsito, quien dice que solo las agresiones verbales ocurren “todos los días” en sus jornadas de trabajo, incluso en procedimientos rutinarios.

El pasado mes de junio, durante un operativo en la Avenida Pasoancho, un motociclista la atropelló “intencionalmente”.
“Ya había pasado varias veces gritándonos insultos y pasándose los semáforos en rojo. Dio la vuelta y se vino arrollando. El golpe lo recibí en la costilla, duré cinco días incapacitada”, relató.
El agresor, un menor de edad de 17 años, fue detenido en flagrancia, pero quedó en libertad al día siguiente.
Para Ramírez, la agresividad en la calle está directamente ligada a la pérdida de respeto por la autoridad: “El estallido social ayudó a eso. Ya la gente quiere hacer lo que le da la gana. El que tiene sus papeles al día y cumple con las normas de tránsito, no se preocupa”.
Las agresiones no solo dejan lesiones físicas. Según Charry, pueden generar “consecuencias psicológicas que afecten el desempeño laboral y personal, y sentimientos de persecución por el ejercicio de sus funciones”.

Silva añade que tanto conductores como agentes viven bajo estrés constante, por lo que propone acciones psicoeducativas en regulación emocional, protocolos de comunicación no violenta y supervisión ética para evitar abusos de poder o conductas provocadoras.
Para el secretario de Movilidad de Cali, Gustavo Orozco, no se trata solo de incidentes aislados: “Aquí hay gente que no quiere que Cali sea más segura, (…) esos mismos enemigos del orden son los que andan muy alborotados pensando que pueden cascar a cualquier agente de tránsito impunemente. No lo permitiremos”, afirmó en rueda de prensa, advirtiendo que ya se han interpuesto 40 denuncias penales y que solicitaron a la Fiscalía “todo el peso de la ley” contra los agresores.

Periodista web en elpais.com.co, comunicador social y periodista, con énfasis en reportería para distintas fuentes de información.
6024455000






