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Juan José Padilla, el torero 'pirata' que reaparece en Cali

Juan José Padilla perdió su ojo y su oído izquierdos por una cornada, pero no su valor. Ese traje, el del valor, se lo pondrá este domingo en Cañaveralejo.

29 de diciembre de 2013 Por: César Polanía | Editor de Afición

Juan José Padilla perdió su ojo y su oído izquierdos por una cornada, pero no su valor. Ese traje, el del valor, se lo pondrá este domingo en Cañaveralejo.

Valor. No hay mejor palabra para definir a Juan José Padilla, un torero español que lleva en su cuerpo las cicatrices de 37 cornadas, dos de las cuales lo tuvieron al borde de la muerte. Una de ellas, la última, le costó el ojo y el oído izquierdos.Milagro. No hay otra forma de describir la vida del matador jerezano de 40 años. El 14 de julio del 2001, muchos lo dieron por muerto. Un toro lo corneó en el cuello cuando entraba a matar y lo arrastró varios metros en el ruedo, en la Monumental de Pamplona. Y sobrevivió. Diez años después, el 7 de octubre del 2011, esta vez en el coso de la Misericordia de Zaragoza, fue corneado nuevamente en el cuello. El pitón destrozó el oído y le sacó literalmente el ojo. Otra vez lo desahuciaron.Fe. No hay un motor distinto que mueva al torero español. Porque gracias a ella, lo repite insistentemente, se paró de la cama, volvió a los campos a lidiar reses y el 4 de marzo del 2012 se vistió de luces de nuevo para torear en Olivenza. El resultado: dos orejas y puerta grande.Ese hombre. Ese pedazo de torero, como dirían en España, estará esta tarde en el ruedo de Cañaveralejo. Lo verán con un parche al estilo pirata en el ojo izquierdo. Aún no decide el color del traje para su reaparición en Cali, pero estará vestido de valor. Mucho valor.Matador, regresa usted a Cañaveralejo, esta vez en otras condiciones. ¿Qué significa Cali en su agenda?Significa mucho. Es una responsabilidad grandísima, una feria muy consolidada y en la que quiero estar a la altura de la afición. Ahora llego en otras condiciones, en una nueva etapa de mi vida personal y profesional, pero trato de no olvidarme de mi identidad. Ahora toreo con mucha más cadencia y profundidad.¿Cómo hace un hombre para jugarse la vida con sus limitaciones?Siempre he sabido que el torero salva al hombre y que dentro de todas las dificultades, el estar inmerso en mi profesión me ayudaría a salir adelante. Luego, no sabía que podía retarme en tantos compromisos y estar en todas las ferias —es el torero con mayor número de corridas en la temporada europea—, pero Dios ha querido recompensar ese esfuerzo y aquí estoy. Si no hubiese sentido que podía llevar a cabo mi oficio con normalidad, no me habría vestido nuevamente de torero. He salido nuevamente a las plazas a no causar pena.¿Justamente por eso que acaba de decir, siente que la gente lo ve más con admiración que con pena hoy en día?No hay duda del apoyo que he sentido de la gente. Ahora la afición valora más el esfuerzo que hago, se sorprende mucho porque puedo, aun así, expresar el toreo que llevo adentro. Cada día me miro al espejo y afronto la realidad con valor y siempre con la misma idea que un toro te puede quitar la vida, pero también dar la gloria.¿Qué tan difícil fue ese retorno a los ruedos tras la cornada de Zaragoza?Ese día de la cornada —7 de octubre del 2011— el toro ‘Marqués’ no engañó a nadie. Arrollaba el capote y en las banderillas, pero mi orgullo no me privó de banderillearlo. Vino la embestida y llegué casi sin vida a la clínica, pero tuve la fortuna de caer en las manos benditas del médico Carlos Val Carreres, quien me devolvió la respiración. Luego vino una etapa dura, de asimilación, pero bonita a la vez. No sabía si seguiría en esto del toro. Estaba muy confundido, pero nunca perdí la ilusión de vestirme nuevamente de luces. En casa quería que hubiera tranquilidad, nada de penas, y comencé las terapias que me rehabilitaron. Siempre he dicho que el sufrimiento es parte de la gloria y aquí no hay un mejor ejemplo de ello.¿Técnicamente qué perdió frente al toro?Lógicamente, la visión del ojo izquierdo y por ende la simetría, la profundidad, la velocidad, los reflejos, pero rápidamente pude recuperarlo todo, maté muchos toros en el campo, me entrené y volví a los ruedos. Siempre estás expuesto a una embestida del toro si tienes los dos ojos o uno solo. La temporada pasada me cogió un toro y en esta ya van cuatro.Ya suma 37 cornadas, difícil pensar que usted muera en el ruedo…Seguro que no, ya después de todo lo que he vivido, difícil será. Lo que sí es cierto es que mucha gente me pide que deje de torear, pero yo respondo que si supiera dónde está la muerte y que me va a coger en el ruedo, pues sería digno morir ejerciendo mi oficio.Es admirable su coraje, ¿pero quiénes han sido clave en esta recuperación?La fe en Dios es lo primero. Siempre he sentido la presencia del Altísimo. Y luego he tenido muy de cerca la presencia y el apoyo de mi esposa, mis hijos, los médicos que me salvaron la vida. Mi mujer, en particular, ha tenido una fortaleza tremenda, sobrenatural, siempre sonriendo y con una generosidad envidiable. Nunca le he visto desvanecida, no le he visto una lágrima y eso se lo agradezco.¿Qué sensación le produce ‘Marqués’, el toro que lo embistió?Nunca voy a tener rencor por ese toro. Este ha sido uno de muchos percances, obviamente el que más ha trascendido, le dio la vuelta al mundo, pero no puedo tenerle rencor al toro ni a la ganadería. Durante mi recuperación me puse el mismo traje de la embestida y me fui a la finca a matar dos toros del mismo hierro, dos hermanos de esa camada. Mi vida profesional está llena de éxito, de logros, no tengo por qué sentirme por eso.Un hombre como usted debe tener muchas cábalas... Los toreros somos creyentes en Dios. Eso, independientemente de los amuletos que nos protegen. Yo ando con pulseras que me hacen mis hijos.¿El parche que lleva en el ojo tiene alguna procedencia especial?Mi amigo y torero Morante de la Puebla me dio la idea de torear con un parche y me puse en contacto con Adriana Eslava, compatriota vuestra, hija del desaparecido maestro Pepe Cáceres. Ella usa el parche por haber perdido el ojo en un atentado y me enseñó a confeccionar mis propios parches para cuando toreo, cuando hago deporte, cuando salgo a la calle.¿Cuántos tiene?Muchísimos. En el colegio de mis hijos sus compañeros me los piden y yo se los doy encantado, como todo un pirata.

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