Así se vivió el aniversario del Ecoparque del Lago de las Garzas de Cali; se conmemoró a las víctimas del vuelo 965 de American Airlines

El Parque del Lago de las Garzas de la ciudad de Cali está cumpliendo por estos días un nuevo aniversario desde que fue forjado como ecoparque en 1996 (29 años), cuál también parte como recordatorio de la tragedia del vuelo 965 de American Airlines, que dejó un total de 159 fallecidos cerca del municipio de Buga.

El 20 de diciembre de 1995, ese vuelo salió desde el Aeropuerto Internacional de Miami, estado de la Florida, Estados Unidos, y estaba a pocos kilómetros de arribar a su destino final en el Aeropuerto Internacional Alfonso Bonilla Aragón que sirve a la ciudad de Cali, cuando se estrelló contra el Cerro San José, del municipio de Buga, sobre las 9:41 de la noche.

Un año después, varios ciudadanos y familiares de la víctimas, entre ellos el hoy rector de la Universidad Icesi, Esteban Piedrahíta, quien perdió a uno de sus hermanos que venía en el vuelo, decidieron sembrar árboles en este parque para conmemorar a cada una de las víctimas.

Con el cuidado del mismo, hoy el Ecoparque del Lago de las Garzas es uno de los pulmones de la capital vallecaucana, en el cual se encuentra una gran variedad de fauna silvestre, es ideal para el avistamiento de aves, además de que sirve como espacio para la educación ambiental y recibe visitantes que buscan entrar en contacto con la naturaleza.

Durante los primeros años estuvo impulsado por los familiares de las víctimas, convirtiendo un terreno abandonado en el humedal que es hoy, y el cual se mantiene gracias a la colaboración del DAGMA, la CVC y el Colegio Bolívar.

“Hoy estamos celebrando la constitución de este parque, por motivo de los 30 años del accidente de vuelo de American Airlines. Este parque nació por la iniciativa de una de las madres de los fallecidos, que propuso que muchas de las familias que habíamos recibido las hojas verdes, que era como una especie de certificado de que la Cámara de Comercio se comprometía a sembrar un árbol por cada hoja verde”, referenció Francisco Piedrahíta, una de las personas que ayudo en esta labor.

Añadió: “Entre todos teníamos centenares de hojas y nos reunimos en esta zona, hacemos los acercamientos con las autoridades, hicimos un convenio por muchos años para que el parque se sostuviera y cultivar este bosque que hoy tenemos”.

Alejandra Zamorano, bióloga de la Universidad del Valle y educadora ambiental en el parque, quien también participó de este evento conmemorativo, le contó a El País un poco de su trabajo en el parque.

“Inicialmente, el Colegio Bolívar donó mi trabajo acá como uno de sus docentes y durante 25 años la idea era que lo pudiéramos convertir en un aula ambiental y dar sus clases, que las personas pudieran relajarse y respirar aire fresco, y aprendiéramos a estar en convivencia con la naturaleza”, indicó.

Luego contó un poco de sus características: “este es un humedal dentro de la ciudad. Aquí hay una gran biodiversidad, hay muchas aves, hay algunos anfibios y tenemos un lugar especial para los polinizadores. Realmente hay una gran variedad de animales que la gente disfruta como las ardillas, iguanas y demás, por lo que la gente se asombra y disfruta mucho del parque”.

“Esta es una forma de que las personas se desconecten de la ciudad, la tecnología y se conecten con la naturaleza de una forma sencilla y tranquila. Hoy tiene una extensión de 4.7 hectáreas, es una zona de sección en la cual tenemos un lago no muy grande, pero es un reservorio de agua muy importante; el humedal está confirmado por un bosque que se ha madurado porque tenemos árboles muy grandes, nativos que provén mucho alimento y por esa esa cantidad animales”, agregó.