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¿En qué momento se debe cambiar de colegio a los niños?

Los jóvenes y niños son susceptibles a distintas problemáticas que trae consigo la vida escolar. El diálogo y el posterior análisis, le podrá ayudar a tomar la mejor decisión sobre la educación de sus hijos.

14 de junio de 2015 Por: Luisa Jaramillo / Reportera de El País

Los jóvenes y niños son susceptibles a distintas problemáticas que trae consigo la vida escolar. El diálogo y el posterior análisis, le podrá ayudar a tomar la mejor decisión sobre la educación de sus hijos.

En cierto momento empecé a notar que me quedaba muy duro estar en el nivel de todos mis compañeros.

No es que no pudiera ser buen estudiante, sino que tenía que dedicar todo mi tiempo a ello. No tenía espacio para ver una película con mis papás, ni para ir a jugar fútbol con mis amigos o ver un partido por televisión. Para nada.

Me la pasaba con la cabeza en los libros y me cansé”, dice Jorge, de 17 años, quien por su propia cuenta decidió decirle a sus papás que quería salir del colegio en el que había estudiado desde transición.

La ‘sobrecarga’ académica es uno de los factores que incide en la decisión de un cambio de colegio en los niños y jóvenes, según indica Humberto González, psicólogo graduado de la Universidad de México y director del Colegio Real Jean Piaget.

Sin embargo, la decisión del cambio de colegio debe estar cimentada en argumentos veraces y de relevancia. 

Pero ¿cómo saber cuáles son las causas que realmente son válidas para tomar en cuenta el deseo de cambiarse de colegio? ¿Cómo deben manejar los padres esta situación? ¿En qué momento debe tomarse la decisión? El País habló con expertos en el tema que pueden orientarlo hacia la mejor decisión.

Los motivos requieren de análisis

La primera pregunta a formular es ¿por qué se quiere cambiar de colegio? Con la respuesta a este interrogante se puede entender mejor las razones y analizar muy bien la decisión. 

“Muchas veces puede ser por necedades, porque se peleó con un amigo o tuvo un altercado con algún profesor y consideran este tipo de problemas como motivos para cambiarse. Hay padres complacientes que por cualquier queja toman la decisión de trasladarlo y por eso es que hay niños que llegan a estudiar hasta en ocho colegios durante primaria y bachillerato”, asegura González.

Este análisis es importante y necesario, pues le permitirá analizar la situación desde su raíz y evitar, en muchas ocasiones,  un acto de alcahuetería.

Juliana Valderrama, psicóloga del Colegio El Pinar, manifiesta que en casos en los que  definitivamente el joven no se ha esforzado en levantar sus notas y el cambio se hace para que no pierda el año, o cuando todos sus amigos se van del colegio y entonces decide que también quiere hacerlo y para justificarlo manifiesta aburrimiento, acceder a ese cambio es caer en la alcahuetería. 

“Es importante tener en cuenta que esa decisión debe tomarse cuando definitivamente es una necesidad, ya sea porque le está impidiendo su libre desarrollo o su bienestar, pero nunca   por complacencia”, afirma la profesional.

Así mismo la profesional indica que hay señales que muestran mucho. Por ejemplo, algunos adolescentes presentan apatía a la actividad escolar, también empiezan a caer en un bajo rendimiento académico y manifiesta que le cuesta entender las clases.

De igual manera, por la tendencia gregaria de los adolescentes, los problemas para relacionarse con sus compañeros o mantener esos vínculos en buenos términos, así como los apodos y el matoneo, son un factor determinante en su empatía con el centro educativo. Sin embargo, Valderrama señala que  en cada institución se pueden presentar situaciones distintas, en las cuales  los estudiantes pueden desarrollar apatía escolar. 

“Por ejemplo, mi caso. Yo entré al colegio porque mis papás me lo propusieron cuando tenía 7 años y me pareció una buena idea. El énfasis es artístico y yo tomé la modalidad de baile.

Siempre me destaqué por mi rendimiento, pero mi problema  empezó cuando llegué a la preadolescencia.

Mis cambios corporales y hormonales me impedían estar en forma, requisito indispensable para ser parte de la modalidad. Sufrí mucho, hice muchas dietas y nada me ayudaba.

Los doctores me decían que de ahí no podía bajar más, que ese era mi peso corporal y que no era sano que intentara cambiarlo. Entonces mis papás entendieron la situación. Fue frustrante para ellos porque era el sueño de todos, pero indagaron bien y se enteraron de que el colegio y yo ya no éramos compatibles, por así decirlo”, cuenta María, de 16 años. 

En el momento en el que el joven plantea la necesidad del cambio de colegio es necesrio “pensar qué aspectos se pretende resolver con el cambio, y cuáles requieren otras estrategias de intervención para poder afrontarlos y evitar que vuelvan a repetirse”, así lo afirma la licenciada en Educación Alejandra Scialabba.

María y  sus padres, por ejemplo, decidieron buscar un colegio académico en el que los espacios lúdicos fueran amplios, pero también flexibles. Sus clases de baile las empezó a tomar en una entidad privada y así continúa su formación.

¿Qué pasos seguir?

“Nosotros fuimos al colegio, hablamos con los profesores y las directivas y ellos nos señalaron que María era muy buena estudiante y excelente bailarina, pero que en la institución eso no es suficiente. Entonces empezamos a buscar colegio”, afirma Elena, madre de la adolescente.

Para llegar a la decisión de cambiar a su hijo de colegio, dice Valderrama, deben agotarse los recursos.

Son varias las alternativas que ofrecen las instituciones, como  intervenciones para tratar de solucionar  los problemas de los alumnos, la asistencia psicológica y la colaboración del profesorado. Pero si se agotan las alternativas y no hay mejoría, debe tomarse en consideración el cambio de centro educativo.

González señala que en ese punto es importante que los padres tengan cercanía con el colegio, pues puede facilitar el proceso de solución cuando se presentan inconvenientes de cualquier tipo.

Y entonces ¿cuál colegio se debe buscar?Valderrama aconseja a los padres basarse en lo que ofrece la institución con relación a las necesidades de su hijo, teniendo en cuenta los rasgos de su estructura. “Si mi hijo es más lúdico o le gusta más el aprendizaje experiencial, debo elegir un colegio en el que la educación sea más vivencial, de contacto con la experiencia. Si por el contrario,  mi hijo se adapta fácilmente, tolera largos periodos de tiempo en un mismo lugar y dedica gran parte de su tiempo a la lectura, se debe elegir un colegio más académico. Más que mirar las instalaciones o la trayectoría, es vital mirar si el perfil y personalidad de mi hijo se adapta al modelo educativo”, puntualiza. Para tomar en cuentaLa psicóloga Juliana Valderrama señala que para evitar estos cambios, es necesario actuar oportunamente. Por ejemplo, recomienda observar las actitudes de los niños y los jóvenes, como el entusiasmo con el que se van al colegio.  Visitar con regularidad el colegio para conocer el progreso de ellos, así como analizar cómo es la adquisición de los conceptos académicos. También mantener el diálogo con ellos para saber si están haciendo una adhesión adecuada al grupo de compañeros.  Otro aspecto a tomar en cuenta debe ser el ambiente en el que se desempeñe el joven, si es coherente con pautas familiares.

 

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