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Moradores del sector de La Luna, estuvieron sitiados en su barrios tras los choque entre la fuerza pública, manifestantes y quienes realizaban actos vandálicos. Bombas molotov, disparos y gases lacrimógenos perturbaron su tranquilidad. | Foto: AFP

LA LUNA

Caos en Cali: los relatos de una ciudad que intenta sobrevivir

Caleños desde distintos barrios y de todos los niveles económicos narran sus experiencias frente a bloqueos y choques de una semana difícil.

9 de mayo de 2021 Por:  Redacción de El País

El plan era simple: Salir de la casa, muy temprano, antes de las seis de la mañana y buscar en la Galería de Santa Elena algo para comer. Fríjoles, arroz. A estas alturas la carne y las frutas son un lujo, pero la nevera está vacía.

“Vivo en Calipso, tenemos varias salidas hacia la Autopista Simón Bolívar, ya sea por la Calle 29 o la Calle 39, pero todos los pasos están sellados por gente de la protesta. Y de la Calle 29 para allá están cobrando $2000 para poder pasar al barrio El Diamante. Toca salir por esas vías porque por acá no se consigue comida”, narra *Maribel Serrano, una mujer de 29 años.

La madre de dos niños —de 7 y 16 años— cuenta con detalle su travesía para proveerse de alimentos. “Nos tocó irnos por un ladito del CAI de la Policía que quemaron y después pasar por la estación del MÍO que también quemaron. El camino parecía un campo de guerra, el Banco de Bogotá quemado, el Comfandi saqueado y también los almacenes del Éxito. Se metieron y dañaron un colegio. Cuando llegué, después de hacer una fila de dos horas, logré comprar una libra de carne”.

Dice que ella, como sus vecinos, solo quieren quedarse encerrados. “Al comienzo de las marchas mucha gente apoyaba el paro y muchos salieron a protestar, entre ellos mi hermano. Todo el mundo quería salir para que esto cambiara. Pero ahora la gente lo que quiere es quedarse en su casa encerrada y esperar a que esto se acomode”.

Secuestrados

Para *Catalina, Dapa es un corregimiento que no le importa a nadie. Ni al Alcalde de Cali, ni al Alcalde Yumbo. Y durante los bloqueos de los últimos días, dice, se sintió secuestrada en su casa.

“Desde el 28 de abril la entrada a Dapa se bloqueó con la justificación de estar protestando contra la reforma tributaria, y solo hasta el 5 de mayo hubo circulación, que en todo caso está a libertad de los que bloquean, pues todo el tiempo han amenazado con volver a obstaculizar porque ahora la lucha es contra ‘los ricos de Dapa’, como decía el cartel que colocaron”, dice.

Para ella lo más triste es que su comunidad, que vivía en paz, fue empujada por unos pocos “a que nos volviéramos enemigos entre nosotros mismos por cuenta del paro”.

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En Dapa faltan medicamentos para el hogar geriátrico, hay ausencia de alimentos y combustible no solo para los habitantes de condominios sino para los campesinos.

* Catalina narra que sintió que esto no estaba bien cuando vio que su vecina, enferma de cáncer, tuvo que implorar llorando que la dejaran pasar hacia Cali para poder llegar a sus sesiones de quimioterapía. “La dejaron pasar caminando y logró que un joven la bajara en moto hasta Acopi para allí conseguir transporte hasta la Clínica Valle del Lili y cuando volvió casi no la dejan pasar”.

Miedo

Desde el 5 de mayo, *Ramírez, conductor de una empresa del norte de Cali, se quedó durmiendo y viviendo en los talleres de su empresa para poder cumplir con sus labores. El paso a su casa era casi imposible, necesitaba llegar desde Cali al Poblado Campestre, en Candelaria.

“Había que cruzar el puente de Juanchito, donde hay mucho bandido”, dice mientras menciona constantemente a su esposa que le preocupaba permanentemente, ya que padece quebrantos de salud.

“Esto es muy bravo, cuando intenté pasar el puente de Juanchito a pie para poder verla, porque me dijeron que estaba muy enferma, me ‘raquetearon’. Yo llevaba una ‘tulita’ con la ropa sucia y me la revolcaron toda. Para devolverme el otro día a trabajar salí de la casa a las 4:00 de la mañana y le pagué a una moto $5000 para llegar hasta Juanchito. La cosa está brava, hasta los mismos muchachos líderes de la protesta me dicen: no se vaya a ir a pie porque es peligroso que los atraquen, es mejor que se devuelva”.

Una situación muy similar vive *Alberto, quien es vigilante en uno de los conjuntos residenciales del norte de Cali, durante los bloqueos realiza turnos de 24 horas y se queda a dormir en su puesto de trabajo.

“Yo me transporto en bicicleta, he tenido complicaciones porque en los retenes que hay en la calle me revisan el maletín, es que yo vivo por Puerto Rellena y allá la situación está dura. Pero igual me dejan pasar. Pero a muchos compañeros que viven en Yumbo no los han dejado pasar porque ellos se mueven en moto o MÍO, estoy preocupado por mis familiares porque no han podido salir a trabajar porque a sus empresas les tocó cerrar y eso no es bueno, ellos están asustados”.

La Luna

Así narró una habitante del sector de La Luna los choques de esta semana: “Como si se tratara de una película de suspenso, la noche en La Luna está acompañada de zozobra tras las confrontaciones de diferentes grupos en los últimos días. Difícilmente se puede dormir.

Otros dicen que somos sobrevivientes, en referencia a la noche del lunes 3 de mayo cuando hubo enfrentamientos en la cuadra. No sentimos inermes y orábamos para que no entraran a nuestras casas. Mi niño temblaba, mi tía de 81 años lloraba y todos estábamos estupefactos ante esa posibilidad. ¿A quién recurrir? No se sabía quiénes eran los violentos.

Mi familia en otras zonas de Cali y el país nos acompañaba con un rosario a través del chat familiar. Al otro día las noticias de los saqueos.

Por fortuna, los residentes se colaboran y se comentan si se puede salir o en dónde hay comida. El jueves celebraron la recolección de la basura por la cuadra, también el de la señora del pan. Son personas sencillas, trabajadoras. Se extraña el señor del pandebono que no dejó de pasar nunca durante los días más difíciles de la pandemia, muy a las 6:00 a.m. Al igual que las carretas de mercados ambulantes que apoyaron tanto el abastecimiento durante esta pandemia.

Si bien la noche de lunes fue de terror, la del jueves fue de zozobra, la más larga por la cantidad de explosiones y bala hasta el amanecer. El viernes temprano además de los árboles que obstaculizaban el tránsito sobre la trece en el sentido norte sur y a la altura de la Calle 23, las personas salieron en parejas, miraban con desconfianza a lado y lado.

Aunque sin dormir y preocupados, todos tratamos de recuperar rutinas sencillas como pasear los perros que también se han visto afectados por las explosiones. Sabemos que la solución no surgirá del día a la noche, pero siempre hay una luna nueva si todos aportamos lo mejor de cada uno de nosotros”.

*Nombres cambiados, a petición de las fuentes.

Peligro

Para poder tener víveres en su despensa *Sonia, moradora de uno de los conjuntos del Aguacatal, en inmediaciones del ‘Monumento a la mar’ (el ancla), tiene que irse caminando hasta el barrio El Peñón, donde un conocido le trae un mercado en moto desde Felidia. “La manera de salir de aquí es caminando y muy temprano en la mañana. Te vas metiendo entre ellos -los manifestantes- para poder salir a conseguir víveres o medicamentos, con todo el riesgo que eso implica”, dice. La mujer sostiene que los disparos, las bombas molotov y los gases lacrimógenos se volvieron frecuentes en el sector, en especial en la noche. “Estamos comunicados con vecinos y lideres de otros conjuntos residenciales. Y nos informamos cuándo podemos salir, o no, para poder movernos. Todos los días hacemos un cuadrito en la mañana que rotamos por nuestras redes sociales donde se informa cuáles sectores están despejados y cuáles no”, comenta.

La mujer agrega que además de la seguridad interna de los conjuntos se han programado turnos entre los mismos dueños de los apartamentos, para estar atentos ante cualquier peligro. “Para así poderle avisar a la comunidad si algo malo va a pasar”.

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