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¿A dónde se fueron los habitantes de la calle de El Calvario, tras intervención en la zona?

Los habitantes de la calle que salieron de El Calvario son población flotante que rota por muchas zonas de Cali, entre ellas el Centro.

16 de junio de 2013 Por: Diana Carolina Ruiz G. | Reportera de El País

Los habitantes de la calle que salieron de El Calvario son población flotante que rota por muchas zonas de Cali, entre ellas el Centro.

Ocho años lleva viviendo en la calle y por estos días no tiene en mente volver a El Calvario. José, que ronda los 30 años, dice que “está bravo” andar por el sector luego de cumplirse la intervención ordenada por el Gobierno Nacional. Sentado a la entrada del planchón de la Galería Santa Elena, en la Comuna 10 de Cali, con su delgada humanidad recostada a una pared, el hombre comentó que entre los habitantes de calle se dice que con tanta Policía en esa zona es mejor no asomarse. Ahora muchos buscan otros sitios para ubicarse.José, habitante de la calle, es de pocas palabras, pero lo que cuenta revela que el temor de las autoridades ya es una realidad. La intervención al delito en las ollas caleñas, principalmente en El Calvario, está desplazando el fenómeno de indigencia a otros sitios de la ciudad. Las antiguas instalaciones del ferrocarril, en la Calle 25, el corredor de la Calle 26 y Santa Elena ahora sirven como hogar para estas personas, según sondeos realizados por la Fundación Samaritanos de la Calle en las últimas semanas, tras finalizar la intervención policial en El Calvario el pasado 31 de mayo. El director de la fundación, el sacerdote José González, asegura que por lo menos 300 de esas personas emprendieron viaje a esos y otros sectores residenciales, como San Judas y el barrio Obrero, igualmente a los alrededores de las galerías de Alameda, Siloé, Alfonso López y Alfonso Barberena, en la Comuna 12.La mayor migración se produjo al barrio Sucre, sector vecino de El Calvario y próximo objetivo de las autoridades para intervenir. De ahí que algunos aseguren que aumentó la presencia de habitantes de la calle en el centro de Cali.Jairo Rojas, vigilante de un centro comercial ubicado en la Calle 15 entre carreras 6 y 7, dice que además de los ‘locos’ conocidos, ahora hay población nueva. “Señores, muchachas, niños, hay de todo. Después de medianoche se acomodan para dormir en los andenes de la 15”.Aida Riaño, líder comunal del barrio San Judas II, otro de los barrios receptores de estos habitantes, dice que en las noches “nuestro barrio parece un cementerio de muertos vivientes. De tres a cinco indigentes se acuestan a dormir en un solo andén. El barrio se está deteriorando”.Otro líder del barrio Obrero, quien prefiere omitir su nombre, comenta que desde hace meses “un grupo de indigentes, 50 o 60 personas, se pasó a vivir al parque. Duermen y hacen sus necesidades ahí. Así los quite la Policía, ellos regresan”.Algunas organizaciones que realizan labores sociales también refieren un leve crecimiento de esta población en sectores como Santa Elena. El padre Gustavo Echeverry, director de la Fundación Ángeles de la Calle, dice que las raciones de pan y chocolate pasaron de 80 a 120 “ aunque no puedo decir que esto sea por la intervención de El Calvario”, advirtió.No se trata de ríos de gente migrando. Explican voluntarios de Samaritanos que el desplazamiento se cumple de forma individual o en pequeños grupos que confluyen en ciertos sectores.“Si tiene ‘liebre’ (problemas o roces con alguien) no entra al sitio. Si no tiene, puede vivir ahí tranquilo”, aseguró Richard, vendedor de cigarrillos al menudeo en el planchón de Santa Elena. Los habitantes de la calle deben enfrentarse a fronteras invisibles en sitios ya colonizados por otros. Por eso, explican los que saben, la población es flotante y más difícil de encontrar.“Es muy triste tener que ver una intervención policial sin intervención social. La atomización ya está y a mi me da miedo que en Cali no haya un Calvario sino diez ‘calvaritos’”, advierte el padre José González.¿Y la labor social qué?A pocas semanas de cumplirse una nueva intervención policial en los sectores de Sucre y La Isla la intervención social para los habitantes de la calle aún no está lista. Según Leonor Garcés, coordinadora del área de población vulnerable de la Secretaría de Bienestar Social de Cali, se necesitan al menos $30.000 millones para atender a la población indigente de Cali y hoy no existen esos recursos.Explica la funcionaria que en un futuro, aún sin fecha, se acudirá a las alianzas publico privadas para poder abrir nuevos hogares de paso en la ciudad. Actualmente solo hay uno.En materia de salud, José Malaver, asesor en Salud Mental de la Secretaría de Salud de Cali, anunció que este año habrá seis Centros de Escucha habilitados en la ciudad para el tratamiento de habitantes de la calle con adicciones a sicoactivos.La inversión será de $148 millones y permitirá abrir estos centros en Santa Elena y el barrio Las Orquídeas, en la Comuna 14. Dijo, además, que esta experiencia ya está funcionando con la Fundación Samaritanos de la Calle en El Calvario y otras fundaciones en los sectores de Potrerogrande y El Rodeo (Oriente) y la parte alta de Siloé.“Se abrirán más en la medida en que los recursos del orden nacional lleguen a la ciudad”, dijo Malaver, al referirse a los $4750 millones con los que cuenta el Ministerio de Salud para apoyar la construcción de Centros de Escucha en las zonas donde se ordenó la intervención de las ollas.Libia Fanny Mina, directora de Proyectos de la Fundación Samaritanos de la Calle, dijo que “hay que lograr que Cali sea prioridad en la asignación de los recursos. Es urgente la intervención social, pues ya estamos viendo la atomización. Donde se instale un habitante de la calle llegan otros, entonces tendríamos muchos focos de concentración de esta población en la ciudad”.Muchos lo que tienen es ganas de una oportunidad. Julián, exestudiante de diseño publicitario, adicto confeso y ahora habitante de la calle en San Judas, así lo desea. “Es tan fácil que la gente de afuera nos juzgue, pero lo que uno quiere es que alguien lo ayude a uno a recuperarse. Está muy bien que el Presidente ordene acabar las ollas, pero que también nos ayuden”.

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