Colombia
La mujer que vive a 500 kilómetros mar adentro y tiene ‘espantados’ a los pescadores de tiburones en Malpelo
Érika López y el catamarán Silky simbolizan protección y conservación ambiental. Tras un arduo trabajo en alianza con la Armada Nacional y la Fundación Malpelo, hoy celebran que hace cinco meses no se ven barcos realizando pesca ilegal de tiburones en el santuario.
Por: Hugo Mario Cárdenas López - Reportero de El País
Tras invertir miles de dólares en combustible, alimentación, redes, anzuelos, palangres y todo lo necesario para ir mar adentro en busca de tiburones, muchos pescadores ilegales han regresado con sus lanchas cargadas de frustraciones. O en el peor de los casos, sin embarcación, si es que es interceptada por la Armada.
Como un fenómeno inexplicable, y tras largas horas de faena, lo único que logran levantar son redes y líneas destrozadas, sin anzuelos, sin carnada y obviamente sin pesca. Es como si un duende travieso les hubiera jugado una mala pasada, les destrozara las artes de pesca y los enviara a sus países de regreso con las manos completamente vacías.
Eso viene ocurriendo en el Santaurio de Flora y Fauna de Malpelo desde hace seis años. Al punto que los pescadores ilegales han ido desapareciendo y hace cerca de cinco meses no se avista una sola lancha intentado pescar tiburones en la isla, cuando unos años atrás se divisaban hasta 25 en un solo día intentando de manera ilegal extraer del agua las especies protegidas.
Ese ‘duende’ tiene nombre y figura. Se trata de una de las colombianas con mayor reconocimiento internacional; la única latinoamericana inscrita en el Salón de la Fama de las Mujeres Buceadoras, y quien vive sobre una roca en medio del océano, a 500 millas del puerto de Buenaventura. A casi dos días de viaje sobre el océano Pacífico.
Sin más armas que una afilada pasión por el océano, Érika Patricia López le encontró sentido a su vida en el punto más distante de la geografía colombiana. Un lugar en el que por años han entrado embarcaciones desde países como Ecuador, Panamá y Costa Rica para realizar faenas de pesca ilegal de especies protegidas. En especial, en búsqueda de aletas de tiburón.
Su función, dentro y fuera del agua, y gracias a un convenio cómplice con Parques Nacionales Naturales de Colombia, es destruir redes, extraer anzuelos y liberar a los tiburones y cualquier otra especie que cae en las palangres de las embarcaciones, en su mayoría ecuatorianas, panameñas y costarricenses, que entran a depredar el lugar más conservado del Pacífico.
📌 Así como pescadores ilegales que van en busca de tiburones, han visto sus objetivos frustrados y regresan sin pesca alguna en Malpelo. Más detalles en: https://t.co/piwyO0urSS pic.twitter.com/jv0zwf65aj
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Aunque en documentos oficiales figura como SEO y directora ejecutiva de la Fundación Biodiversity Conservation Colombia (BCC), la imagen de Érika está lejos de parecerse a ese prototipo de mujer ejecutiva elegante, de zapatos altos, olores costosos, vestidos de aguja fina y oficina lujosa.
Su lugar de trabajo es un catamarán sobre el cual camina descalza, en pantalones cortos y con un buzo hasta el cuello que le protege del sol. Junto a ella, una pequeña tripulación, incluido un funcionario de Parques Nacionales, que a bordo de su embarcación, bautizada como el ‘Silky’ en homenaje a la especie de tiburón más amenazada en la zona, el tiburón ceda, lleva seis años apoyando las labores de la Armada Nacional en la defensa y protección de las riquezas naturales.
Si bien el ‘Silky’ pertenece a la Fundación Biodiversity Conservation Colombia (BCC), un convenio con Parques Nacionales Naturales le permite a la autoridad ambiental ejercer su papel de protección y conservación de esta reserva natural. Un trabajo en el que también son fundamentales otras entidades como la Armada Nacional y la Fundación Malpelo.
Las cifras hablan
Antes de que el Silky recorriera más de 30.000 kilómetros en seis años; antes de que realizara más de 3000 patrullajes al rededor de Malpelo, que lograra un 100% de efectividad en la protección del área al rededor de la isla y liberara vivas el 97% de las especies que caen en los palangres ilegales, no era más que un sueño con tintes de locura.
Para entonces Érika se desempeñaba como guía de buceo para turistas de todo el mundo que llegaban hasta el área al rededor de Malpelo para hacer inmersiones; pero era imposible no percatarse del daño que realizaban pescadores ilegales a través del aleteo, que consiste en cortar las aletas de los tiburones y devolverlos vivos al agua para que mueran en el fondo del mar.
“Detener esta práctica cruel debe ser un objetivo de todos los gobiernos en el mundo. A estas embarcaciones solo les interesa las aletas pro su precio y porque son fáciles de almacenar. Es más difícil llevarse un tiburón completo; entonces les remueven las aletas y dejan los animales mutilados, muriendo en el fondo del mar durante días”, relata Érika López.
Revertir eso que venía sucediendo en esta zona del mundo y de lo que era testigo en las miles de inmersiones que había hecho junto a aficionados del buceo se convirtió en su motor de vida, pero no es fácil encontrar complicidades que se sumen a causas como estas, que por demás no son fáciles.
Sin embargo, en uno de los tantos viajes a la zona encontró lo que estaba esperando. Entre los buzos que guiaba estaba Jacob Stanley Griffiths, un joven abogado de las Islas Mauricio criado en una familia de ambientalistas.
La misma persona que cuatro años después creó junto a Érika la Fundación Biodiversity Conservation Colombia con el propósito de preservar la isla de Malpelo y fue quien donó junto a su familia el catamarán ‘Silky’, convertido en el guardián de la isla. Un proyecto del que hoy se sienten orgullosos.
“El resultado de los últimos meses del proyecto ha sido muy satisfactorio; llevamos casi cinco meses sin ver embarcaciones de pesca ilegal alrededor de la isla principal. Además, fuimos invitados a un evento en Singapur donde hicimos alianzas nuevas con la gente que trabaja allá en la conservación de los tiburones; porque Singapur es el sitio más importante del mundo de exportación de aletas”, relata Érika.
A parte de eso, continúa, “el proyecto ha cogido muchísima fuerza porque efectivamente como aliado de Parques Nacionales estamos frente a la realización de la COP16 y la idea es mostrar que en Colombia sí se están haciendo proyectos importantes de conservación. Además, el ‘Silky’ ha causado mucha curiosidad internacional y por eso estamos siendo llamados a ferias y nos han premiado, pero la idea es que en Colombia el proyecto se conozca y sepan que estamos ayudando a proteger el medio ambiente y que es este un buen ejemplo”.
Aún en varias regiones asiáticas como China, Hong Kong y Singapur es común la venta y consumo de aleta de tiburón; no por sus propiedades alimenticias porque no tiene ninguna, sino como símbolo de estatus social. De hecho, los tiburones conservan en sus aletas cantidades de mercurio que son nocivas a la salud humana.
📌Así es el trabajo de la Fundación Biodiversity Conservation Colombia (BCC), para proteger y conserva la reserva natural ubicada en Malpelo. Más detalles en: https://t.co/S8K1J3JrXB pic.twitter.com/Te35DnfsML
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Además de los logros palpables sobre el terreno, la tripulación del ‘Silky’ también acumula una gran experiencia sobre la forma en la que se deben realizar las labores para contrarrestar la pesca ilegal en la Isla. Saben que de Ecuador llegan grandes barcos nodrizas remolcando lanchas más pequeñas que son las que ingresan con las redes a la zona protegida; que estas embarcaciones apagan sus sistemas de radar para no ser avistadas, y que en ocasiones se vienen ataques sistemáticos de hasta 25 embarcaciones extendiendo sus redes en Malpelo.
Igualmente, que desde Costa Rica ingresan grandes embarcaciones con redes de hasta diez mil metros de línea, las llamadas ‘long line’ que terminan atrapando toda especie de gran tamaño dentro del océano.
Sin embargo, cada que intenten un ataque contra las especies protegidas, sabrán que en el ‘Silky’ navegará siempre un ‘duende’ que se ha hecho cada vez más efectivo y que estará al acecho en el fondo del mar destruyendo sus redes y protegiendo las especies.
Los ataques en la isla de Malpelo eran sistemáticos
La depredación de las especies marinas, especialmente de tiburones, atunes y rayas en el Santuario de Flora y Fauna de Malpelo generaba un daño incalculable.
Cada día eran divisadas hasta 25 embarcaciones llegadas desde Ecuador, Panamá y Costa Rica que desplegaban sus artes de pesca de manera ilegal sobres las aguas del santuario, declarado en Colombia como área protegida y zona de reserva natural.
La gran mayoría de esos pescadores llegaban desde el puerto de Esmeraldas, en la costa norte de Ecuador y pese a la enorme distancia que deben recorrer estas embarcaciones, las ganancias compensaban los gastos que debían realizar. Sin embargo, desde el 2018 empezaron a ser cazados los cazadores con mayor efectividad. Ese fu el año en el que el ‘Silky’ llego a proteger las aguas de Malpelo.
Con un mar depredado como son las costas ecuatorianas y el problema cada vez mayor de la piratería marina, que no solo les roban el producto de la pesca sino los motores de las embarcaciones, Malpelo se convirtió en escenario ideal para faenas ilegales.
Tal como lo denunció El País hace un par de años, y consultando fuentes de inteligencia militar ecuatoriana, las autoridades navales en ese país expiden “permisos abiertos y sin control de zarpe a las embarcaciones y otros casos de corrupción que facilitan que salgan en la noche o la madrugada, para pasar desapercibidos, rumbo a Colombia”.
“De acuerdo con un informe de la Fundación Insight Crime, las aletas de tiburón secas —usadas para preparar sopa— pueden ser vendidas en el mercado asiático por hasta US$700 el kilo, mientras que la misma cantidad de atún, sin procesar, apenas alcanza un valor cercano al US$1,10 dólares.
📌Érika Patricia López, SEO y directora ejecutiva de la Fundación Biodiversity Conservation Colombia (BCC) dedica su tiempo a evitar que se propague la pesca ilegal en la reserva natural de Malpelo. Más detalles de su trabajo en: https://t.co/S8K1J3JrXB pic.twitter.com/eKKX3AC8VY
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El campanazo de alerta se escuchó más fuerte entre los entes dedicados a la protección y conservación de la isla de Malpelo en la madrugada del 8 de abril del 2019, cuando encontraron en la isla varios flotadores plásticos, espineles de pesca y dos tiburones muertos. Pero ese mismo día en la tarde fueron vistas en faenas de pesca entre 40 y 60 lanchas que huyeron al notar la presencia de la Armada Nacional, que logró la interceptación de seis de ellas y la captura de 27 personas que fueron llevadas a Buenaventura.
Ya en octubre del 2011 se supo que centenares de tiburones murieron asfixiados y desangrados luego que al menos diez barcos de bandera costarricense ingresaron en el Santuario de Fauna y Flora de Malpelo y atraparon más de dos mil tiburones a los que les cortaron las aletas y los arrojaron de nuevo al mar donde murieron desangrados y asfixiados.
Testigos de esa escena fueron varios buzos llegados de Rusia para nadar en el que es considera uno de los diez mejores lugares del mundo para realizar inmersiones y avistar tiburones.
Para entonces era imposible para la Armada Nacional, a través de la Fuerza Naval del Pacífico, mantener la vigilancia constante en Malpelo por la distancia a la que se encuentra de Buenaventura, los costos y la poca capacidad para realizar ese control.
Es ahí donde radica la importancia del barco ‘Silky’ y la Fundación Biodiversity Conservation Colombia (BCC) que lideran Érika López y su benefactor, Jacob Stanley Griffiths. Porque el catamarán permanece casi todo el año realizando hasta tres recorridos diarios por la isla evitando el ingreso de embarcaciones de pescadores ilegales al Santuario.
“Al nosotros estar de manera permanente en patrullajes en la mañana, medio día y en la tarde, revisando que los ilegales no hayan dejado sus artes de pesca sembrados y esperando que caigan los animales, hemos logrado gran efectividad en la lucha contra la pesca ilegal porque logramos de manera muy rápida a realizar el proceso de sacados de redes o de palangres y logramos liberar con vida casi todas las especies”, explica Érika López.
Para los pescadores ilegales que llegan desde otros países a lanzar sus redes de manera ilegal, el tiburón es una especie para ellos una especie ganadora. Fuentes oficiales aseguran que con la pesca de cuatro o cinco tiburones adquieren las ganancias necesarias para cubrir gastos y para pagarles a las tripulaciones por el trabajo.
Muchas de esas aletas ni siquiera llegan a puertos ecuatorianos, razón por la cual cobra cada vez más fuerza la hipótesis de que el producto de esas faenas es vendido en altamar a embarcaciones con rumbo a Asia.
Pero cuando son detectados, muchos de ellos dañan los motores o lanzan al agua sus GPS para justificar que están en Colombia a la deriva.
Más del ‘Silky’
*El ‘Silky llegó a Colombia hace seis años, en mayo del 2018, y desde entonces realiza labores de protección en Malpelo.
*La motonave solo se aparta de Malpelo por dos semanas cada seis meses para realizar labores rutinarias de mantenimiento.
*Al esfuerzo del ‘Silky’ en Malpelo se suman también a la operación los operadores turísticos que son quienes apoyan con el traslado de combustible, de la tripulación y la entrega de víveres.
*Tiburones de distintas especies, rayas y tortugas son los tipos de animales que más rescata la tripulación del ‘Silky’ de redes de pescadores ilegales.
*El Silky tiene también un zodiac, una motonave más pequeña que hace patrullajes más efectivos en el área protegida.