La apertura total de fronteras para la comercialización de aguardientes en el país marca un punto de quiebre para las regiones que por años tuvieron el monopolio de este licor. Desde febrero del 2025, la Corte Constitucional determinó que ya no habrá salvaguardas, exclusividades ni barreras regionales y que el mercado se volvió un escenario abierto donde las grandes y pequeñas licoreras podrán disputar la preferencia de los consumidores.
Han pasado nueve meses de ese fallo del alto tribunal, y las movidas de las licoreras están listas para dar sus frutos, al Valle del Cauca entrarán licores como el aguardiente Amarillo de Caldas y el aguardiente Antioqueño, una vez la Gobernación del Valle termine de darles el aval, lo que parecer ser muy pronto.
Ante este nuevo escenario, el departamento no puede darse el lujo de improvisar porque lo que está en juego no solo es el mercado de los aguardientes, la Industria Licorera del Valle, ILV, vende cerca de 10 millones de botellas al año, sino la financiación de sectores importantes como la salud y el deporte que dependen de los impuestos que se recaudan de este negocio.
De ahí, que la región necesita prepararse, proteger sus recursos y fortalecer su capacidad institucional frente a dos enemigos claros: la pérdida de participación de su industria y el avance del contrabando, que sigue siendo una preocupación.
Y aunque así lo ha hecho, pues la ILV también se prepara para conquistar nuevos territorios, es urgente que los trámites necesarios para ello sean una prioridad para esta empresa y para el departamento.
Tres grandes retos enfrentarán la Licorera del Valle y la Gobernación. El primer y más urgente desafío es de naturaleza fiscal. La apertura implica que es posible que la demanda por el aguardiente Blanco del Valle se reduzca y, consecuentemente, los ingresos por esta venta sean menores.
Esto se podría ver compensado con los impuestos que pagarán las fábricas de licores que venderán en el departamento o con mayores ventas de la ILV en otros territorios.
De aquí surge el otro desafío para la ILV y es expandir su mercado, así como aguardientes llegarán al departamento, es crucial que el Blanco del Valle y todo el portafolio llegue a gran parte de Colombia. Esto implica no solo mejorar la logística y la distribución, sino también adaptar estrategias que resalten la calidad y tradición de sus productos frente a competidores ya establecidos a nivel nacional.
Todo esto se debe hacer sin descuidar un flagelo como el contrabando, que no es una preocupación actual y un reto que no ha logrado superarse (hoy, una de cada cinco botellas consumidas en el Valle es ilegal), cifras que pueden verse incrementadas ahora la libertad de fronteras.
Se requiere una lucha frontal y coordinada entre la industria, la Dian y las autoridades locales para monitorear y sancionar severamente a quienes introducen licor adulterado e ilegal la región. No solo se trata de dinero, el licor adulterado pone en peligro la vida de los ciudadanos.
El Valle tiene una oportunidad histórica: abrirse al país con una industria renovada, moderna y capaz de llegar a nuevos mercados; y al mismo tiempo consolidar un sistema de control que garantice que cada botella que se vende en el territorio aporta a la salud y al bienestar de los vallecaucanos. Lo peor sería quedarse quietos mientras otros avanzan.