Hoy, 7 de agosto, comienza la cuenta regresiva para la Administración de Gustavo Petro, cuyo principal reto durante su último año de permanencia en la Casa de Nariño debería ser cumplir las expectativas de quienes miraron con optimismo el ascenso de la izquierda a la Presidencia de Colombia.
No porque pensaran que solo con eso se iban acabar todos los problemas que padece el país, sino porque la promesa del cambio llevó a muchos a soñar con un Ejecutivo alejado de la corrupción y de otros vicios de la clase política tradicional que han impedido que la Nación avance hacia un estado de bienestar general.
Pero, por el contrario, en estos tres años los colombianos han conocido graves casos de malversación de fondos públicos, como el ocurrido en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Ungrd, que, según la Fiscalía y la Corte Suprema, involucran a varios exfuncionarios del Gobierno Petro.
De igual forma, se esperaba que esta Administración encaminara al país hacia la unidad, pero resulta que, alimentada con ahínco desde las redes sociales del Primer Mandatario, Colombia está hoy por hoy sumida en una polarización extrema que hace temer por el desarrollo de la campaña que deberá terminar con la elección del próximo Jefe de Estado.
Precisamente, uno de los principales retos del actual inquilino de la Casa de Nariño debería ser el de garantizar que esos comicios se lleven a cabo de manera transparente y segura, con garantías para todos los participantes en la contienda. Sin embargo, el reciente atentado contra uno de los aspirantes a la Presidencia y las reservas que el propio Mandatario ha expresado sobre la Registraduría, llevan a que en muchos sectores reine el pesimismo.
Y en la misma línea, tras tres años de gestión, el Gobierno Nacional está en mora de mostrar avances en lo que fue una de sus principales banderas de campaña: la Política de Paz Total. Además, es claro que la implementación del Acuerdo de Paz de 2016 no ha tenido un aliado en la Casa de Nariño y que los intentos desordenados por negociar con diversos grupos armados al margen de la ley han salido mal.
Ni que decir de un asunto tan cotidiano como prioritario para cada ciudadano como es la atención médica: tras insistir en una reforma compleja sobre la que no se buscó el consenso necesario para avanzar en el Congreso, las historias de pacientes que no logran ser atendidos son hoy la principal característica del sistema nacional de salud.
Y sin duda un reto no menos importante para el cierre de esta Administración debería ser el de tratar de equilibrar las finanzas públicas, luego de que quedara en evidencia que no se llevó a cabo el prometido adelgazamiento de las nóminas oficiales, sino que, en cambio, abundan las denuncias de contrataciones que obedecen a favores políticos y no a necesidades.
Tras completar hoy su tercer año en el poder, con este panorama inicia Gustavo Petro sus últimos 365 días como gobernante de Colombia, en medio de no pocos seguidores que todavía siguen creyendo en él, algún reconocimiento internacional y muchos problemas por resolver en el país.